Hombres de luna azul

CAPÍTULO 12

—Entonces, si Kiona es la nana, Axel debería ser el Nano... ¡Alan préstanos atención!

Levanté la mirada del móvil para mirar a Irene.

—Lo estoy haciendo.

—Ah, ¿sí? ¿Qué estaba diciendo?

—Que Axel debería ser el Nano. —Me levanté del asiento antes de que comenzara a cuestionar mi atención. Saldría perdiendo en esa discusión porque en lo único que pensaba era en si debería llamar a Abril o no.

En la barra había un chico que no había visto en mi vida en reemplazo de Diego, quien siempre nos atendía cada que estábamos ahí.

El bar en sí no era uno. Había una pista de baile que en ese momento estaba llena, la música estaba alta en esa zona y no era pequeño. Aun así, era un sitio en el que nos gustaba estar.

Kiona, en mi ingreso a la manada, había sido muy amable de integrarme a su grupo de amigos. Los chicos eran geniales y no sentían ningún rencor hacia mí por mi capacidad, contrario a lo que había pasado en McCall, no solo con Kirian.

En un principio me había costado integrarme. No era introvertido, pero no había tenido mucho contacto cuando de amistades se trataba. Me alegraba que ese grupito me hubiera acogido como a uno más.

El chico puso la cerveza frente a mí. No era mucho de alcohol, incluso estaba seguro de que esa botella terminaría conmigo toda la noche... quizá con una más por compañía a lo mucho.

En el momento menos pensado terminé escuchando el replicar de la línea.

Por fin la había llamado.

—¿Hola? —Sonreí al escuchar la perezosa voz de al otro lado de la línea.

Noté que los demás me miraban desde la mesa. Giré para que no vieran la estúpida sonrisa que causaba el solo escuchar dos simples sílabas de la boca de Abril.

—¿Estabas dormida? —pregunté más bien con sorpresa.

—¿Alan? No te escucho muy bien. —Oh, por supuesto.

Me moví a la salida. Sabía que todos estaban pendientes de mí, como también sabía que todos interrogarían a Kiona por la información que esas semanas no había querido dar.

No es que quisiera esconder a Abril, pero si llegaba a decirles, de inmediato ellos querrían conocerla y ni siquiera yo había tenido la oportunidad de hacerlo. Además, primero la tendría por unos días para mí solo.

—¿Y ahora? ¿Me escuchas?

—Sí, mejoró... ¿Dónde estás? —Mordí mi labio, pensando si la propuesta de ir a su casa había seguido en pie.

¿Debería decirle mi ubicación?

—Estoy en… un lugar.

—¿En serio? Vaya Alan si no lo dices no podría decir dónde.

—Estoy con unos amigos, nada especial. —Y en esa sencilla frase, la respuesta a mi anterior pregunta se contestó; la propuesta seguía en pie.

Abril se quedó en silencio y estaba preparado para decir algo más cuando justo la persona que menos debería aparecer en ese instante.

—¡Alan! Te estaba buscando ¿Con quién hablas? —Le supliqué al cielo que ella no escuchara a Ixchel, pero una exclamación ahogada al otro lado de la línea me decía lo contrario.

—En un momento te alcanzo ¿Está bien, Ixchel?

—Está bien, necesito pedirte un favor. —Ella me miró extraño antes de darse la vuelta e irse.

—¿Abril? ¿Estás ahí? —dije cuando mi novia estaba lejos de mí.

—Emm, es mejor que cuelgue, tengo unas cosas que hacer. Adiós.

—Ab... —simplemente ya había colgado.

Genial. Simplemente genial.

Suspiré volviendo dentro del bar. Bebí un trago de mi botella.

—¿Saben dónde está Ixchel? —pregunté sentándome en la mesa donde un lugar a mi lado estaba vació desde hacía varios días.

Ya ese lugar no le pertenecía a Ixchel; le pertenecía a una persona que no sabía que su lugar estaba a mi lado.

—No lo sabemos, estaba aquí hace un momento, luego se fue corriendo.

Y la cosa sigue mejorando ¿Solo apareció para dañar mi conversación con Abril?

—Supongo que la llamaré más tarde.

—¿Con quién hablabas? —preguntaron Irene y Paloma al mismo tiempo. Esas chicas deberían ser gemelas en vez de mejores amigas.

—Eso no importa ahora —dijo Kiona, salvándome—, todavía tenemos que buscarle un mote a Axel.

—De seguro por tu parte tiene muchos para cada cosa.

—Claro, al igual que tú con Jack.

—Y al igual que Alan con Ixchel, seguramente.

Abrí mi boca para hablar, pero caí en cuenta de que a Ixchel solo la llamaba de una manera: Ixchel, mientras que a Abril ya sí tenía motes cariñosos.

Una gran manera de saber que lo que sentía por Abril, a pesar de casi no progresar, estaba creciendo.

Desde siempre había creído que nuestra manera de enamorarnos no era la mejor. No era tan bueno que son solo una mirada quisieras unir tu vida a una persona. No creía estar enamorado de Abril en ese instante, pero no podía negar que mis sentimientos por ella sí serían muy fuertes. Amaba sus mejillas sonrojadas, esas sonrisas que ni ella sabía que repartía y adoraba la sensación que causaba su piel al rozar la mía.

Me veía perdido en ella y esperaba que ella se perdiera también en mí.

Intenté contactarme con Ixchel, pero no contestó a ninguna de mis llamadas. Me desesperé, porque con Abril sabiendo de su existencia, sí que debía terminar las cosas cuanto antes.

Me quería pegar patadas a mí mismo. ¿Por qué había comenzado si quiera esa relación? ¿Por qué no habíamos pasado por alto lo que había sucedido en esa fiesta y ya? Bien, la moral en cuando a las relaciones era muy alta en un licántropo, pero ¿para tanto?

Había conocido a Ixchel en una fiesta que había organizado Axel hacía un par de meses atrás… bueno, en realidad había sido como medio año atrás, pero los tiempos no importaban tanto. Nos habíamos embriagado y pasado toda la noche hablando. Esa noche pensé que ella podría convertirse en una buena amiga, pero luego todo se fue a la mierda cuando comenzamos a besarnos.

Yo había tenido mi primera vez con una humana, en una de las fiestas a las que había asistido con John. Había sido un fiasco, debía admitirlo, pero una vez que lo pruebas, ya no hay marcha atrás.




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