Hombres de luna azul

CAPÍTULO 34

Todo el mundo parecía querer jugar en mi contra. Kiona, Axel, Lotty y Trevor se empeñaron en no decirme nada, los primeros tres, convencidos de que si no lo hacían, si no me daban noticia de Abril, me obligarían a que yo mismo la contactara y arreglara las cosas con ella. Trevor, por otra parte, le había comentado todo a Alicia, incluso la razón por la que había terminado todo con Abril, pero seguía reacio a que yo me acercara a su novia porque al parecer las cosas seguían frágiles entre ambos.

Sin embargo, hacía días que el asiento de Abril estaba vacío a mi lado en la hora de cálculo y estaba preocupado. Nadie quería decirme lo que le había pasado, así que tuve que recurrir y creía que sería la que menos me diría algo.

—¡Alicia! —grité al verla con mi hermano en uno de los pasillos.

Trevor me lanzó una mirada de advertencia, pero no me importó. Ya ella sabía de nuestra naturaleza, mi necesidad por tener noticias de Abril era mucho mayor que el temor que la novia de mi hermana pudiese tener.

Supongo que a Trevor no se le ocurrió que le fuera a preguntar a su novia.

Ella se cruzó de brazos apenas me vio.

—¿Qué quieres?

— ¿Puedes decirme algo de Abril? Estoy preocupado por ella —admití, sin necesidad de seguir ocultando que quería muchísimo a su amiga y que me preocupaba por ella. Alicia ya conocía toda la historia, no había caso en seguir fingiendo.

—¿Por qué debería decirte?

—Por favor —supliqué. Resopló, relajando sus brazos y dejando que cayeran a sus costados.

—Tan solo está enferma, tiene gripe, pero como se enferma poco, cuando lo hace… es fuerte. —Me relajé, dándole una sonrisa a medias.

—Gracias. ¿Ha tomado algo? ¿Ha ido al médico?

Se encogió de hombros.

—Es muy terca, no hará nada. —Tenía razón, no haría nada.

—Bien, gracias, Alice —dije.

Había tenido la hipótesis de que estaba enferma, aunque no lo pude confirmar hasta la conversación con Alicia, pero si era eso, yo podía ayudarla, o intentar ayudarle, a recuperarse.

Al llegar a casa me puse manos a la obra. Busqué en internet una receta de caldo de pollo y busqué si en la cocina teníamos todo lo necesario o si debía salir a buscar. Por fortuna tenía todo.

Cocinar no era mi actividad favorita. No me disgustaba meterme a la cocina y preparar platillos simples. Incluso con Abril me entretenía cuando cocinábamos juntos. En todo caso, aunque no amara hacerlo, me sentí bien por hacer una bonita obra con bonitas intenciones por Abril.

No podía llevarle la sopa yo mismo, quizá esa era la parte negativa, pero aun así esperaba que le sentara bien.

Trevor estaba en casa con Alicia, los había escuchado llegar hacía minutos. Subí hasta la habitación de mi hermano y toqué su puerta. Demoraron en atender. No imaginaba —porque en realidad sabía— lo que estaban haciendo. Mi hermano abrió la puerta con su cabello despeinado.

—Hey —saludé con un solo propósito—. ¿Irán donde Abril?

—Sí, ya saldremos hacia allá. ¿Por qué? —carraspeé

—Bueno, le hice una sopa —avisé. Mi hermano alzó sus cejas casi que hasta el nacimiento de su cabello.

—Felicitaciones, hermano. —Resoplé.

—Para que se la lleven, Trevor. La hice para ella, para que se sienta mejor. Obvio no le pueden decir que es de mi parte —dije, viéndo como Alicia se acomodaba su camisa detrás de mi hermano. Alcé una ceja, divertido—. Solo queremos que se mejore ¿verdad?

Intenté sonreírles, fingiendo felicidad. Mi hermano asintió, así que volví a bajar, tomé el túper y esperé a que ellos también bajaran para dárselos.

Mi hermano fue quien tomó la comida, sin perderme de vista, seguro notando la decepcón que circulaba por mi cuerpo.

Con una última sonrisa a medias subí las escaleras para encerrarme en mi habitación. Mi trabajo estaba terminado, no podía hacer más.

Al día siguiente no fue, y me preocupaba que no fuera por el resto de día que faltaban para vacaciones. Necesitaba verla, aunque fuera por unos minutos, no resistiría tanto tiempo sin tenerla cerca.

Al probar su sangre las cosas empeoraron para mí. Sí o sí debía sentirla cerca, no solo físicamente, así que como no lo estaba haciendo, todo empeoraba. Me sentía todavía peor, si era eso posible, mi cuerpo se enfermaba por sentir a mi compañera lejos de mí en un aspecto emocional.

Faltó los siguientes días, pero por lo menos se tomó todo sin protestar.

***

—Abril sigue mal. —Kiona se sentó en mi silla. Ya lo sabía, en clase había estado carraspeando por lo bajo y soltando quejiditos que ni siquiera ella se daba cuenta que soltaba y había dejado su cabeza reposar toda la clase en su mano, respirando por su nariz audiblemente congestionada.

—¿Tú no deberías estar en alguno de los salones cumpliendo algún castigo por tu pelea de más temprano? —Le restó importancia con un movimiento de mano.

—¿A quién le importa eso? Cómo te decía, Abril sigue sintiéndose mal… Stevenson la llevará a casa.

Hice una mueca. Estuve a punto de ofrecerme a llevarla yo, así hubiese tenido una excusa para cuidarla al menos por esa tarde, pero por supuesto que ella le pediría a Stevenson que la llevase.

¿Estaban saliendo ya de una manera formal?

Asentí sin saber qué más decir.

Y así, ella no fue por los siguientes dos días, por tres semanas no la vería más.

Gracias a mi madre me enteré de que había ido con ella y que la había inyectado para que se sintiera mejor. Yo, teniendo esa información en mi poder, volví a hacerle caldo y Trevor se lo llevó.

El domingo no lo pude resistir, me vi, sin poderlo evitar, escalando el árbol que daba a su habitación, aunque seguía sintiendo la molesta por lo de su cita con Matthew.

El olor a enfermedad me golpeó fuerte al entrar a su cuarto.

Estaba en su cama, su respiración se sentía porque seguía congestionada, aunque parecía tener mejor semblante, aun dormida. Me acerqué más, sonriendo al notar que su pijama era la sudadera que Axel le había dado por mí y que nunca le había devuelto.




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