Hombres de luna azul

CAPÍTULO 40

—Toc, toc. —Se escuchó. Quité el brazo de mis ojos para ver a Alicia allí.

—Hey ¿Qué haces aquí?

—Tu madre está un poco ocupada, me mandó a traerte tu medicamento. —Asentí y de un impulso me senté. Tomé lo que me tendía con gusto. Tragué la pastilla con dos tragos de agua, sin sentir ningún sabor de esta.

Había una que me daba arcadas por lo mal que sabía.

—¿Qué sucedió? Todos notamos lo distraído que estabas en la cancha. No fue tu culpa que este tipo se te tirara encima, pero sí que estabas distraído.

—No quiero hablar de eso, Alicia —le dije, volviendo a acomodarme.

—¿Tiene que ver con Abril? Porque puedo asegurar que es así… Todos ya te han dicho que debes hablar con ella, así que no lo repetiré, pero estoy de acuerdo con ellos.

—Conozco a Abril y… ya hablé con ella. Ya me dijo la verdad, así que es mejor dejar las cosas como están.

—¿Hablaste con ella? ¿No te perdonó aun conociendo la historia?

—No le conté la verdad —aclaré. Ella frunció el entrecejo.

—Alan, Abril no es una cobarde como para que salga corriendo por saber la verdad. No lo hice yo, que tengo una mente menos… imaginativa que la de ella. ¿Qué te dijo entonces?

—Alicia, no creo que…

—Vamos, dímelo. Sé que no estoy siempre para ella y que soy una mala amiga, pero aprendí a conocerla, sé lo que es cierto y lo que no.

—Dijo que no me quería mientras hablábamos en el estacionamiento antes del juego. ¿Contenta?

Parpadeó hacia mí, antes de echarse a reír.

No entendía qué fue tan gracioso.

—¿Eso te dijo? Vamos, debes saber que es mentira. —sacó su teléfono —y en caso de que ella haya aprendido a mentir, lo que sé que no hizo, te lo comprobaré. Antes de entrar la llamé, así que estoy segura de que me contestará ahora. Debe saber que sucedió algo importante para que la llame con tanta insistencia.

Esperó unos segundos, luego cortó la llamada y volvió a marcar.

— ¡Oh, gracias a Dios contestas! —exclamó, tomando un tono preocupado que no tenía minutos antes.

Puso el teléfono en altavoz con tanta tranquilidad.

Debería dedicarse a la actuación, por todos los cielos.

—¿Sucedió algo? —Su voz sonaba preocupada.

—¡Por supuesto que sucedió! Es Alan, él…

—Ya, no sigas. —Le hice un gesto a Alicia, el cual ella me devolvió con su mano extendida en señal de espera.

—Pero Abril, él…

—No quiero escuchar ni saber nada de él. Lo siento, pero si solo llamaste para eso puedes rendirte porque no haré nada, no quiero, Alice...

—Abril, al menos déjame decirte que sucedió.

—No, eso es precisamente por lo que no quiero que me digas. Si le sucedió algo sé que simplemente saldré corriendo hacia allí para asegurarme que está bien o al menos fuera de peligro y justo no quiero verlo ahora. —Entonces… ¿Se preocupaba por mí?

—Eso quiere decir que sí lo quieres. —Esperé su respuesta por lo que parecieron horas. Luego, con un suspiro siguió hablando.

—Claro que lo quiero, —admitió. Sonreí un poco, con el alma volviendo al cuerpo—, mucho, pero no voy a seguir con nada de esto. Me daña y te lo dije una vez, no permitiré que un chico me dañe... me da ira que lo siga queriendo a pesar de todo, pero no puedo cambiarlo. Además, debo pensar un par de cosas.

—¿Entonces por qué le dijiste no lo querías?

—¿Cómo lo sabes? ¿Él te lo dijo?

—¿Pensaste que estaban solos? —Me guiñó—. Lo escuché, como muchas personas que pasaban por allí.

Gruñó, aunque con su tierna voz no se escuchó como un gruñido en sí.

—El problema, no tan problema, es que no iré Alice así que no intentes decirme que sucedió.

—Está bien. Me tengo que ir... por si quieres verlo, en unas horas podrá irse a su casa...

—Gracias —dijo de mal humor antes de cortar la llamada.

—¿Ves? Te lo dije, ella te quiere, solo mintió.

***

Si la situación estuviera bien, yo habría llevado a Abril al baile, pero, en cambio, estaba en compañía de su amiga, Aaron mientras yo perdía mi energía con cada minuto que pasaba porque mi cuerpo quería sanar en un par de minutos mi tobillo, pero no podía hacerlo.

Le pedí a Kiona que tomara una foto de ella. Estaba más que claro que yo no podría ir por mi pie y gracias a que tenía prohibido salir de mi casa. Mis energías estaban en su límite mayor. El sangrado no se había detenido, de hecho, era más frecuente que antes.

Había faltado toda una semana al instituto, sin tener repercusión alguna gracias a la incapacidad que me dieron.

La pasé todo el día en cama, con mis pañuelos a mi lado por si volvía a sangrar una vez más. Lotty estaba a mi lado, sin apartar la mirada de mí. Sabía de su preocupación. Al sangrado se le había sumado el aumento de mi temperatura e incluso esas dos cosas parecían ser insignificantes comparadas a la perdida del color en mis ojos.

Mi padre y Trevor tenían los ojos castaños, mucho más normales que los míos, pero en ese instante el ámbar de ellos estaba siendo reemplazado por un café claro. En los licántropos como yo eso solo significaba que la vida poco a poco se iba de mí porque significaba que la licantropía estaba muriendo y yo lo haría con ella.

Para los licántropos lo que somos —humano y lobo— viene ligado. Si una parte de ti muere, la otra lo hará, llevándote a ti consigo. No hay manera de sobrevivir sin la otra, simplemente son complementos que se necesitan. Para mí, la parte humana luchaba, por eso el color de mis ojos desaparecía. El único remedio que tenía para eso era Abril… Abril y su amor hacia mí. Necesitaba sentirla cerca, enterrada en mi corazón, la necesitaba tanto física como emocionalmente. Así de simple y ella, como quedó claro, no quería saber nada de mí.

Todo llevaría mucho más tiempo, años, si no hubiera probado su sangre, lo que me ataba a mí a ella de una manera inexplicable. Desde el comienzo de todos nosotros ha sido así, no teníamos una razón, solo sabíamos que no podíamos vivir sin nuestra compañera a nuestro lado.




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