Hombres de luna azul

CAPÍTULO 41

—Debes descansar, al menos duerme en ese sofá si es que de verdad no te quieres separar de su lado. Es una orden, no un favor que te estoy pidiendo, Alan. —Abracé de vuelta a mi madre, besando su sien.

—Lo haré, ahora anda a revisar a Kiona.

—Iré, y cuando venga te quiero ver dormido, sea donde sea ¿Me oíste? —Asentí. Sonrió, dejando escapar la tensión por medio de un suspiro antes de salir.

Me acerqué a tomar la mano de Abril. Estaba tan fría. Me quedé mirándola hasta que mis ojos se cerraron. Me quedé dormido tomando su mano y en una posición no tan cómoda.

Me despertó el movimiento de sus dedos en mi cabello. Abrí mis ojos con pesadez. Lo único que quería hacer era dormir, mucho más cuando tenía sus dedos acariciándome el cabello de esa forma.

Levanté poco a poco mi cabeza, dejó su tarea momentos después.

Me senté en mi cama al verla despierta y mirándome.

Tomé su mano.

—Oh, gracias a Dios despertaste, me tenías preocupado — la inspeccioné—. ¿Estás bien?

—Dentro de lo que cabe, sí. —Bueno, eso era cierto.

Su cuerpo debía de estar doliendo a horrores. Casi vuelvo a por Kirian cuando la vi magullada y amoratada. Pero no podía, ya él estaba al cuidado de Rich, no podía hacer nada más.

Me dolía sobremanera verla así. Todo era mi culpa, por no saber mantener alejado a Kirian.

Estiré mi mano y tomé la píldora que mi había dejado para ella cuando despertara. Se la tendí y en un momento ya se estaba sentando para tomarla.

—Son para el dolor, no te lo quitará, pero si lo menguará, lo siento.

Se la tomó sin decir nada, pero sin despegar sus ojos de los míos. Me volvió a tender el vaso con un poco de agua dentro.

—Gracias. —Suspiró levantando una ceja—. ¿Ahora sí podrás decirme lo que eres?

Ya no había caso ¿No?

Tomé mi cabeza entre mis manos, esperando a que dijera que no era necesario.

— ¿De verdad necesitas que yo lo diga?

—Quiero escucharlo salir de tus labios, sí. —Suspiré, agarrando los mechones con más fuerza y restregué mi rostro antes de hablar.

—Licántropo —admití, por fin, entre dientes y muy bajo.

Exhaló una risa antes de tomar una de mis manos y apretarla entre las suyas.

—Eso era todo lo que te había pedido, Alan, si me lo hubieras dicho antes ninguno de los dos estaría como está ahora. —Espera ¿Qué?

¿No tenía miedo?

—¿No tienes miedo? —Volvió a soltar esa extraña risa.

—No ¿Por eso no me lo decías? ¿Por temor a que te tuviera miedo? —Asentí. Sonrió, aun acariciando mi mano—. Alan… eres un idiota. Te imploré que me lo dijeras, si lo hice era porque obviamente no te iba a tener miedo.

—¿Ya lo sabías? —pregunté al verla tan relajada. Asintió, para mi sorpresa.

—Es difícil no llegar a esa conclusión cuando hay tantas casualidades, además investigué cuando comencé a notar lo del collar y encontré el símbolo que Kirian tiene en su brazo… además, Kiona fue a mi casa con tu celular, ya sabes… convertida.

¿Qué Kiona había hecho qué? ¿Cuándo?

Iba a hablar con mi amiga con mucha seriedad.

—¿Qué? —Solo sonrió. Suspiré, de nuevo, y me corrí otros centímetros más cerca de ella para tener más acceso al mechón de cabello cayendo por su rostro—. No lo sabía, Abril, yo solo… no quería que te alejaras de mi lado por lo que soy. No me puedes que nada hubiera cambiado si te lo decía…

—Sí, todo hubiera cambiado… Alan yo te quiero, me demostraste que no me dañarías, confiaba en ti, no me hubiera alejado por eso. ¿Has pensado en esto?

—Todos los días —admití avergonzado.

— ¿Entonces por qué no me decías? —Me encogí de hombros.

—Te lo iba a decir, pero simplemente las palabras no salían, te lo iba a decir el día de la cena, y el día en el auto, pero recibiste la llamada de Matthew y me acobardé, sentí miedo de que estuvieras en algo con él y me tuvieras miedo luego de decirlo. Y no quería alejarte más de mí — torció su boca con tristeza. Gruñí, comenzando a contarle todo lo que quería decirle hace mucho—. Sé que soy un idiota, por mi culpa estás golpeada y adolorida, pero todo lo hice fue para evitar precisamente esto, aunque se haga difícil de creer. Mira en qué quedó todo, no estoy contigo, tú pagaste algo de lo que ni siquiera estás enterada y todo está terriblemente jodido y lo siento, realmente lo hago. Nunca quise lastimarte al dejarte, ni siquiera sé en qué momento salieron las palabras, sé que te lastimé, pero no sabes cómo me lastimé a mí mismo al hacerlo, me sentí jodidamente mal cuando te vi llorar por mí. Quería arreglar un poco las cosas, pero tú no querías verme ni oírme. Tú me dijiste que te dijera si alguien me había obligado a dejarte; no puedo decirte que lo hizo porque te mentiría, pero tampoco quería dejar lo que teníamos, no lo hubiera hecho si Kirian no me hubiera dicho que podía dejarte si no te quería como algo más que mi amiga. —Rasqué mi cuello con vergüenza por lo que iba a decir—, al llegar a tu casa y cuando me insinuaste que habías visto el beso de Amber, no lo negué porque no encontraba manera de hacerlo sin tener que decirte lo que soy.

»Yo no la besé, lo hizo ella. El corazón se quería salir de mi pecho cuando comenzaste a hablar. Me sentí decepcionado, frustrado, enojado, derrotado. Me estabas odiando, precisamente lo que había evitado siempre. Quería mantener a Kirian alejado de ti, por eso lo hice. Tenías razón al pensar que te iba a proponer ser mi novia. —Sonrió, con sus mejillas coloreándose un poco. Me animé a seguir—. Tenía todo listo y, de hecho, cuando hablé contigo aún tenía el ramo de flores que te iba a dar en el auto. Te había comprado uno con rosas y tulipanes porque sé que son tus favoritas. Lo primero que hice al llegar fue regalarlo a Charlotte, ya no te las iba a poder dar, pero a ella le gustó, por eso se lo di. Al otro día llegué más temprano para verte, no iba a hablar contigo, sabía que ibas a necesitar tiempo para hablar, pero no pude hacerlo, el entrenador nos llamó y nos ocupó por toda la primera hora. —Suspiré recordando ese día—. Me sentía ahogado sin ti, te habías vuelto una parte fundamental en mi vida y no sabía qué hacer, cómo seguir algo sabiendo que no contaba contigo. Todo el tiempo me sentía en la necesidad de hablar contigo, muchas veces me encontraba vagando en el auto y en el momento en que me daba cuenta, al lugar al que manejaba resultaba ser a tu casa.




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