Estoy nerviosa. Si de por sí tratar con Alex (quien parece ser parte de los problemáticos) es difícil, tratar con otros que en realidad lo son puede ser peor.
Llegamos a la parte trasera del edificio y el olor a cigarro es más fuerte que antes, incluso está combinado con alcohol y algo más que no sé definir. Nos acercamos al grupo de cinco chicos quienes están en medio de una divertida conversación; se ríen sentados en círculo sobre el piso y no tardaron en notar nuestra presencia:
—Tenemos visitas —mencionó uno de ellos feliz.
—Hola —saludó Paola nerviosa, casi sin ganas de ser formal.
—¿Quieres un poco? —dijo el segundo chico al ofrecernos de su botella cerveza.
—No, gracias —contestó Paola con un tono de desdén que con solo oírlo, deja en claro que no quiere hablar de más—. Estamos aquí porque queremos hacerles unas preguntas.
—¿Qué? ¿Acaso son del servicio? —preguntó el tercer chico entre risas—. Por fin se animaron a acercarse.
—Tienen pinta de serlo, mira esa vestimenta tan casual —se burló el cuarto para provocar la risa de sus tres compañeros—. Vamos, únanse a nosotros, sería bueno tener algunas chicas aquí.
—Sí, ¿por qué todas nos temen?
—A saber, somos bien amables.
—Vamos, vengan —insistió el chico que nos ofreció la botella en un inicio. Se puso de pie y se acercó a nosotras con la iniciativa de hacernos parte de su "gran reunión".
Vi la mano de Paola más que lista para sacar el teaser y defendernos de cualquier intento de contacto, hasta que una quinta voz detuvo toda la tensión con un «¡Hey!» autoritario. El chico de la botella estuvo a punto de tomarnos del brazo cuando este otro se levantó, lo tomó de la chaqueta para jalarlo hacia atrás y lo tiró al suelo.
—¡No seas aguafiestas! —le reclamó el borrachín desde el piso.
—Ten algo de respeto, estás hablando con mujeres —le contestó este quinto chico.
—¡Pero si no les hice nada! —gritó ofendido.
—No es de buena educación lo que hiciste y menos cuando no las conoces. Vuelve allá —pidió al señalar al grupo con amabilidad.
—De acuerdo... ¡muchachos, saquen más botellas! Me urgen —exclamó al ponerse de pie y regresar con sus amigos.
Una vez con la mente calmada, nos alejamos un poco del grupo para poder hablar. El quinto chico se ve como el único adecuado para dialogar y no lo digo por la ausencia de "sustancias divertidas" en su sistema, sino, porque parece ser el líder de los demás. Por otro lado, su manera de expresarse da más confianza o al menos eso siento yo.
—Me disculpo por los malos modales de mis amigos.
—¿Amigos? Parecen animales.
—¡Paola!
—No, no te preocupes, —el comentario le provocó una carcajada— no los voy a defender por comportarse de esa forma. Oh, qué grosero de mi parte, mi nombre es Josh, un gusto —extendió la mano para saludarnos.
—Preferiría no estrechar tu mano, gracias —dijo Paola al evitar el saludo, no se ve de buen humor.
—Oh, vaya. Qué situación.
—Nosotras somos Paola y Sara —dije para evitar el silencio incómodo.
—Un gusto, chicas. Díganme ¿qué hacen en este lugar? No es muy común que los demás estudiantes se paseen por aquí.
—Queremos saber si ustedes pueden ayudarnos con algo.
—No sé si podremos ser de mucha ayuda, —dejó de lado su sorpresa— pero está bien. ¿Qué es?
—¿Conocen a un chico llamado Alex? Es alto, viste de negro y tiene los ojos de diferente color.
—Ah, te refieres a Bicolor.
La emoción por escuchar su respuesta afirmativa salió por mi rostro, pero cambió rápido a confusión tras analizar sus palabras:
—¿Bicolor?
—Sí, es el apodo que le pusimos. Ya sabes, sus ojos.
—Ponerle apodos a la gente es de mala educación, no deberían burlarse de su anomalía.
—No, por supuesto que no, es de cariño — sonrió carismático.
¿Qué clase de cariño ese? ¿Así son las relaciones amistosas entre hombres? Vaya que me he perdido de mucho...
—Entonces lo conoces —confirmó Paola para no dar paso a un acto amistoso—. ¿Podrías hablarnos de él?
—¿Son amigas suyas?
—Algo así. ¿Por qué importa eso?
—Alex es una persona muy reservada y no es correcto que les hable de él sin su consentimiento.
—Es obvio que no nos va a dar su consentimiento, por eso estamos aquí pidiéndote ayuda —otro poco y lo llama genio.
—No lo sé...
—Mira, voy a ser directa contigo, mi amiga está interesada en él —¡¿Por qué lo dice tan repentinamente?! No pude evitar sonrojarme un poco— y como él ha sido un patán con ella, queremos buscar ayuda por otro lado.
—¿Patán? Me disculpan, pero Alex no es un patán.
—¿Seguro que estamos hablando del mismo?
—Yo estoy seguro de lo que digo, no sé si tú también lo estás.
—Esto es inútil... —dijo resignada.
Me siento como planta al no aportar nada a la búsqueda. Paola ya habló demasiado y este problema es mío, tengo que hacerme responsable.
—Escucha, Josh, no somos malas personas, no queremos… no, no quiero causarle molestias a Alex. Por repentino que suene, me gustaría ser su amiga, pero es muy frío y cortante. No me da la oportunidad ni siquiera de hablar bien con él, siempre está a la defensiva.
—Supongo que lo fastidiaste y por eso te trató mal. Es la única explicación que encuentro a su mal comportamiento.
—Quizás. Ya van dos ocasiones en las que me ha dicho que me aleje, soy muy terca y curiosa, p-pero no soy mala persona, en serio.
—Pues déjame decirte que estás tratando con un pez muy gordo.
—Sí, lo sé.
—¿Tanto es tu interés por él?
Me da pena admitirlo, pero es verdad. No hicieron falta las palabras, Josh captó mi respuesta afirmativa. Lo meditó un momento y después tomó acción de palabra:
—Está bien, ¿tienes dónde pueda anotar?
Apresurada, revolví las cosas dentro de mi mochila para sacar lápiz y papel. Le di ambos y anotó un número de teléfono.
#415 en Thriller
#193 en Misterio
suspenso y misterio, asesino oculto y victimas inocentes, escuela amistad
Editado: 26.07.2024