Honest (editando)

Capítulo 7

—¿Notaste en qué momento lo sacó de mi mochila? ¿No me habrá sacado algo más? —dijo Paola mientras busca entre sus cosas.
—No te pongas paranoica, Josh no parece mala persona.
—Ay, Sara, siempre pensando bien de todo mundo. ¿Viste a los chicos con los que se junta? Todos tenían los ojos rojos y apestaban a alcohol. Seguro tienen droga o la venden y el tal Alex es la cabeza de todo. Eso explica la discreción y su mala relación con los profesores.
—No lo creo. Yo insisto en que Alex es alguien importante.
—Sara, esto no me da buena espina...
—Cálmate, por favor. Escucha, voy a hablar con Josh en la tarde y después de eso sacamos conclusiones.
—¡Ese tipo tampoco me da buena espina!
—¿Y él por qué? Si se portó muy amable con nosotras.
—Así empiezan y luego te secuestran.
—Definitivamente estás paranoica...
—Sólo soy precavida. Ya decía yo que esto no era buena idea, espero que estés valorando todo lo que hago por ti.
—Claro que lo hago, sólo creo que estás exagerando las cosas. Deja que yo me encargue de aquí en adelante.
—Ah, no. No te voy a dejar sola en esto y menos ahora que vas a tener contacto con ese tipo llamado Josh. Quiero que me digas todo lo que él te diga.
—Está bien, pero sólo con la condición de que te calmarás.

 


En la salida


El teléfono de Paola sonó debido a una llamada. Su madre le dijo que debía ir directo a casa de su abuela para una visita de último momento, así que nos separamos para ir cada quién por su lado. Llegué a mi casa, me preparé algo para comer, terminé mi tarea y una vez concluí todas mis responsabilidades en el hogar, agregué a mis contactos el número de Josh.


¿Cómo debo empezar la conversación? ¿Con un "Hola"? ¿Con un “No sé si me recuerdes"? ¿Con un "Dime todo lo que sabes"? ¿Por qué me complico tanto la vida? Solo comenzaré a escribir y las palabras fluirán:


—Hola, soy Sara, la chica de la escuela.
—¡Hola! ¿Cómo estás?
—Bien, gracias.
—¿Tu amiga sigue enojada?
—¿Paola? Estaba "confundida", no se explicaba cómo sacaste el teaser de su mochila. ¿En qué momento lo hiciste?
—Es un secreto. Dile que tenga cuidado con eso, los profesores no se toman a la ligera el hecho de llevar armas a la escuela.
—Se lo diré, aunque dudo que lo vuelva a llevar.
—Menos mal. Supongo que quieres que te hable de Alex.
—Sí, por favor.
—Está bien, pero antes de eso quiero hacerte dos preguntas. ¿Cuáles son tus verdaderas intenciones con él?


Jamás pensé que contestar algo tan simple me resultaría complicado. Plantear las palabras cuando tu presente avanza sin ser planeado resulta algo difícil aunque te lo propongas.


—Como primer paso me gustaría conocerlo mejor o por lo menos poder tener una conversación decente con él y si se puede ser su amiga o algo más... N-no me malinterpretes, no creas que estoy desesperada, la verdad es que antes de él no tenía más cabeza que para la escuela, no sé qué pasó. No he estado bien de mis hormonas últimamente.
—Está bien, gracias por el dato —escribió entre risas.
—¿Y la otra pregunta?
—¿Cuánto tiempo llevas siguiéndolo?
—Me parece que dos días o tres...  sólo he podido hablar con él en tres ocasiones, siempre termina las conversaciones de forma tajante. Como te dije, actúa a la defensiva. ¿Por qué esta pregunta?
—Quiero saber si estás en un punto sin retorno.


Siendo sincera, esas tres palabras juntas me dan miedo. ¿Se refiere a haber gastado las oportunidades que nunca supe que tenía?


—No quiero que te preocupes —interrumpió mis pensamientos—, por lo que me dices aún no te acercas al ya mencionado punto.
—La última vez me amenazó, ¿cómo se supone que no me preocupe con esta nueva información?  En esa ocasión me dijo que no lo acusara o me iría mal, que no pusiera a prueba su paciencia.
—Alex es como un insecto venenoso. Si no te le acercas no te hará nada, pero si lo molestas, te va a picar y te inyectará veneno como un método de defensa, que en este caso es el miedo que sientes. Una persona normal se asustaría y se alejaría, en cambio, a ti no te importa qué tan peligroso sea ese veneno. De alguna forma conoces el antídoto y no quieres que él sea víctima de su propio mal, ¿estoy en lo correcto?


Me tomó un par de minutos entender su mensaje, no soy muy buena con las metáforas. 


—Sí... eso creo —está mal mentir, pero es peor quedar como ignorante con alguien que recién conoces.
—Está bien, confío en tu palabra.
—Gracias, supongo.
—Bien, pregunta lo que quieras.


No estoy preparada para esto, ¿qué se supone que quiero saber? Estoy a nada de olvidar cómo formular preguntas...


—Veamos… ¿sabes por qué Alex no entra a clases?
—No le gusta el ambiente, además, asegura saber todo lo que enseñan los docentes.
—Eso quiere decir que es muy inteligente.
—Es muy listo, sí. Podría ser de los primeros lugares con mejores promedios, pero no tiene interés en eso.


¿Entonces a qué va a la escuela? Si no entra a clases es porque no es estudiante, ¿o lo es pero es muy vago? Cuánta incertidumbre...


—¿Sabes por qué los profesores lo siguen tanto? Llegué a deducir que es por qué es parte de los problemáticos, pero no sé si estoy en lo correcto.
—Así que así nos llaman…
—N-no quería ofenderte, ni a tus amigos. Así se refieren a ustedes los profesores y... a los demás se nos hizo costumbre llamarlos así —metiste la pata, Sara.
—No te preocupes, no me ofende que nos llamen así, hemos dado algunos problemas y nos ganamos el título. Respecto a la pregunta, no te puedo hablar de su relación con los profesores y no, no es parte de los "problemáticos". Somos grupos diferentes, él siempre está por su lado. ¿Qué más?
—¿Sabes qué es lo que más le molesta?
—¿Respecto a qué?
—En general, respecto a la gente y sus actitudes.
—No le gusta la gente entrometida ni chismosa; no le gusta que lo molesten sin razón, a menos que sea algo importante. Le agrada la gente educada y atenta.




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