Honest (editando)

Capítulo 16

Por la mañana, coincidí con Josh camino al instituto. Al estar en la esquina que nos da una clara vista de la entrada lo detuve con el brazo cuando vi a unos profesores hablar con Roberto.


—¿Qué pasa? —me preguntó extrañado.
—Mira —señalé con la mirada.
—Diablos. ¿Crees que se haya metido en problemas por dejarnos pasar?
—No, es otra cosa.


¡Maldita sea! ¿Acaso se van a meter con todos mis conocidos?


—¿Crees que te estén buscando?
—Es lo más probable. Quédate aquí y entra cuando se hayan ido todos los profesores.
—¿Vas a ir?
—No van a meter a nadie más en esto.
—¿Meter a nadie más? ¡Espera! —susurró alterado cuando me vio avanzar.


Una vez estuve lo suficiente cerca los profesores notaron mi presencia, no se ven de buen humor. Sé que es su actitud de siempre conmigo, pero hoy es peor


—¿Hay algún problema? —la única respuesta que tuve fue que uno de ellos se me acercó y me puso unas esposas en las muñecas tras ponerlas en mi espalda—. ¿Qué... qué hace? ¡Quíteme esto! —forcé la atadura.
—Tú vienes con nosotros —dijo un docente líder al comenzó a caminar.


Varios de ellos me forzaron a avanzar puesto que no quise hacer caso a la primera. Parezco un delincuente juvenil, ¿qué diablos sucede? Estoy seguro de que tiene que ver con lo ocurrido ayer, pero esto es demasiado.


Como era de esperarse, me llevaron de nuevo a la habitación de reuniones. Puedo notar el ambiente más tenso que antes: la brusquedad es visible, ya no son rostros tímidos lo que veo, solo ceños fruncidos y fosas nasales que quieren resoplar como las de un toro. Me sentaron en una silla sin dejar de sujetar mis hombros; puedo escuchar a un par de profesores hablar detrás de mí:


—¡No me importa! Suspende las clases, inventa cualquier excusa, a los estudiantes no les va a interesar. Necesitamos todo el apoyo posible. Adelante, director. Tome asiento


¿Director? ¿Va a dar la cara? No acostumbra a pasearse por los pasillos, es un hombre reservado que solo anda cuando nadie está cerca... algo parecido a mí. No soy capaz de distinguirlo entre un gran grupo de personas puesto que han sido muy pocas las veces en las que he visto su cara, sin embargo, puedo decir que a comparación de cualquier otro alumno aquí, soy el único que tiene una "relación cercana" con él.


Vi su sombra pasar por mi lado y muy pronto se sentó cerca de mí en esta gran mesa. Pude ver su cara perfectamente sin necesitar más luces en la habitación.


—Buenos días, Alex —me saludó cordial—. Quiero pensar que no necesito presentarme, ¿verdad? 
—No... no hace falta.
—Me alegro, así nos ahorraremos tiempo a ambos —retiró sus guantes negro de cuero.


Puedo sentirlo, la vibra que este hombre emana opaca cualquier emoción negativa de los docentes presentes. No es como cualquier persona que busca verse imponente con un tono grave de voz y una postura recta, la seriedad en él viene de lo más profundo, sin actos ni esfuerzos. 


—Te estarás preguntando qué haces aquí...
—No del todo.
—Chico inteligente, me agrada —hizo una pequeña pausa—. No quiero que te sientas mal, sé que no te gustan los lugares con mucha gente, pero me temo que no hay otra opción por el momento. Quiero que te sientas lo más cómodo posible.
—Me sentiría mejor si no me inmovilizaran.
—Suéltenlo —ordenó sin dejar de verme a los ojos.


El profesor que está detrás de mí acató la orden y me dejó libre, pero no desaprovechó la oportunidad de expresar su desprecio hacia mí con un leve empujón. Dios, no puedo sentir los brazos, las esposas calan.


—¿Mejor?
—¿Esto es necesario? —intenté mostrar mi atadura.
—Se me comunicó que la última vez golpeaste a un docente... 


No puede ser. No sé si esta gente lo hace a propósito o si de verdad no se dieron cuenta de que yo no fui el responsable. Entonces así va a ser el juego... bien, podemos jugar los dos.


—Entonces golpee a un docente —contesté burlón—. Está consciente de que si quisiera hacerle daño a alguien estas esposas no me detendrían ¿verdad?
—Lo sé, —dijo con una sonrisa en el rostro— pero te diré algo, Alex, apostaría a que tú no heriste a nadie.
—¿Por qué está tan seguro?
—He oído lo suficiente sobre ti como para saber que no eres un chico violento. Te gustan las palabras y las usas siempre que puedes —¿se supone que debo tomar eso como un cumplido?—. Quítenle las esposas.
—P-pero, señor... —reclamó el profesor poseedor de las llaves.


El director le dirigió una mirada atemorizante que lo hizo obedecer sin chistar, de haber sido para mí, podría compararla con la picadura de un escorpión.


—¿Qué tal ahora?
—Mejor, gracias —respondí al masajear mis muñecas. Ya puedo ver los hematomas que este chiste me van a causar, como si necesitara un dolor con marca más.
—Ahora que todos estamos felices, hablemos del por qué de tu presencia aquí. El día de ayer les pedí a dos caballeros que te hablaran acerca de la propuesta que preparé para ti, sin embargo, me dijeron que la rechazaste sin siquiera pensarlo. Mi intención no es que seamos enemigos, Alex. Eres un chico muy inteligente y me gustaría mucho tenerte en mi equipo de colaboradores, pero ya habías rechazado esa oferta. Creí que si te daba tu espacio y te quitaba las cargas innecesarias aceptarías... al parecer me equivoqué. Por eso pedí que te trajeran, para poder hablar contigo del asunto.
—¿Y qué le hace pensar que cambiaré de opinión?
—Porque soy yo quien habla ahora. Te doy la cara y soy directo contigo, eso debe agradarte más que tratar con inútiles escudos oxidados, ¿no?


Ahí está de nuevo esa mirada. Retiro lo dicho, no se siente como una picadura de escorpión. En comparación a otros dolores, solo la siento como un intento de rivalidad que no le es fácil tomar lugar.




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