Gracias a lo que había hecho Josh, pude salir de la vista de mis captores. La ruta más rápida para llegar a la salida son las escaleras del segundo edificio y como todos los estudiantes tienen bloqueado el paso desde la dirección, no debo de tener problema para llegar. Aún así, me iré por la parte trasera del edificio, solo por precaución.
Me siento con ganas de nuevo, con energía para dar batalla, después de ver al director y conocer qué clase de gente es, ya nada me asusta. Si él es el oponente más fuerte, salir de mi suplicio no será nada complicado, podré resolver este problema que no me deja de perseguir a donde sea que vaya.
—¡Oye! —escuché gritar a alguien detrás de mí. Diablos, ¿cómo me alcanzaron?
—¿Hasta dónde piensan seguirme? ¿No se cansan de molestar? —me di la vuelta, ni modo, tendré que dar un último esfuerzo hoy... un momento, no puedo creerlo—. ¿Tú otra vez? —¿qué hace esta chica aquí? ¿Por qué no está con los otros?
—¿Me recuerdas? —vi una ligera emoción en su rostro.
—Creí que teníamos un trato.
—Yo nunca contesté tu pregunta, que tú tomaras mi silencio como respuesta es otra cosa.
Vaya, es la primera vez que dice algo que logra sorprenderme. Tiene razón en lo que dice, pero eso no importaba.
—Déjame en paz —di la vuelta para así poder llegar a la salida.
—¡Oye!
—¿Y ahora qué quieres?
—Quiero darte esto —me mostró mi libro tras sacarlo de su mochila. Qué persistente, ¿por qué llega tan lejos por un objeto? Supongo que debo darle puntos, ahora sí lo trajo.
—Te dije que te lo quedaras...
—¡Si no aceptas el libro ahora le diré a los profesores dónde estás!
Y ahora me amenaza, ¿será que sabe lo que está pasando? ¿Está relacionada con el director? Eso no sería nada bueno...
—No intentes chantajearme, niña.
—¡No me llames niña!
—Y entonces, ¿cómo te digo? ¿Tomate? Vete de aquí— siempre que veo a esta chica se sonroja sin razón aparente. No sé si es por vergüenza o enojo, pero no me voy a quedar para averiguarlo.
—Mi nombre es Sara.
—No quería saberlo.
—¡Vamos! Sólo acepta el libro.
Quizás sea una buena oportunidad para probar cuánto puedo intimidar a alguien. Aunque esta chica no es un reto realmente, no pierdo nada con intentar.
—¿Para qué? —me acerqué rápido y la acorralé contra la pared sin usar los brazos—. ¿Para qué me vengas a buscar con otra estúpida excusa? Te dije que me dejaras en paz, te di el libro para que te alejaras y aún así estás aquí fastidiándome.
—S-si eres tímido no tienes que hablarle así a los demás —¿de qué diablos habla esta chica? ¿Eso qué tiene que ver?
—¿Tímido? ¿Te parece que soy tímido? —apoyé las manos a los costados de su cabeza para tensarla más.
—L-la gente que es tímida suele tratar mal a los que intentan relacionarse con ellos.
Si supiera que trato así todo el mundo...
—¿Te estoy tratando mal, Sara? —vi cómo empezó a temblar, parece que aún tengo el toque y cabe destacar que no estoy usando mi mirada—. Dímelo, ¿te estoy tratando mal?
—Eres cortante y frío.
—No todos son amistosos en el mundo, Sara, sal de tu patética burbuja infantil y deja de meterte en la vida de los demás.
Le quité el libro de las manos y comencé a hojearlo, tengo que cerciorarme de que el teléfono que me había dado Roberto sigue aquí para deshacerme de él. Si alguien lo encuentra, puede involucrar a alguien inocente en todo este problema. Busqué entre todas las páginas, pero sólo encontré una adhesiva rosada con forma de corazón que también tiene un número. Vaya... esto explica la situación, parece que Josh tenía razón después de todo.
—Era de esperarse —retiré la nota del libro y la expuse—. Y en un papel rosa y con forma de corazón. ¿En serio? Qué detalle, no te hubieras molestado —dije sarcástico—. ¿Con quién crees que tratas?
—¡Con un chico muy mal educado!
—Ah, creí que el gato te había comido la lengua. Por fin tus piernas dejaron de temblar. ¿Es esto por lo que tanto me seguías?
—Es que... encontré este papel con un número dentro del libro y pensé que eras muy tímido para dármelo directamente —sacó la nota que me había dado Roberto.
—Oh, vaya. Las chicas tienen tanta imaginación… ¿por qué yo te daría mi número?
—Pues... no lo sé. Creí...
—¿Qué estaba interesado en ti? —interrumpí—. ¿Por qué no lo dijiste antes?
—Pues...
—Para dejarte bien claro que no tengo el más mínimo interés de relacionarme contigo o cualquier persona de esta escuela —arrugué sin compasión el papel rosado en mi mano.
Bajó la cabeza y desvió la mirada, lo he logrado. Le regresé el papel rosado y le quité el otro de la mano, saqué mi encendedor y lo quemé, dejé que se consumiera por completo. Listo, Roberto, ahora estás libre.
—Bien, ahora que todo malentendido está arreglado te voy a decir dos cosas: primero, si te atreves a ir con los profesores para decirles algo sobre mí o lo sucedido aquí, me voy a enterar y te va a ir mal; segundo, si sigues poniendo a prueba mi paciencia para molestarme, no me voy a contener y te voy a poner en tu lugar, donde sea y como sea. ¿Está claro?
Se quedó en silencio mirando el piso, pero no, no caeré de nuevo en su juego:
—¿Está claro? —insistí con más fuerza.
—S-sí.
—Bien.
Encendí mi cigarro y la abandoné justo en donde se quedó de pie; no me es difícil lidiar con gente de mi edad, al menos esta chica ya no será un problema. Ahora puedo concentrarme en pensar qué hacer con el director y los molestos profesores. Las posibilidades de que vuelvan a mi casa son altas y Ana puede salir perjudicada. Tengo que pensar...
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Editado: 26.07.2024