Faltan dos horas para irme, pero los nervios me comen viva. Mi mamá está en casa, por lo tanto, pude comer como Dios manda.
—¿A qué hora es tu cita, hija?
—Dentro de dos horas.
—¿Ya tienes novio, Sara? —preguntó mi hermana tras subir a la silla que da acceso a la barra de la cocina.
—N-no, vamos a salir para conocernos mejor.
—¿Cómo dijiste que se llama ese muchacho? —cuestionó mamá sin dejar de prestar atención a la comida.
—Alex.
—¡A Sara le gusta Alex, a Sara le gusta Alex! —gritó mi hermana burlona.
—No voy a negar que es atractivo —reí.
—Una convención de libros, ¿eh? —mencionó mi madre—. A ti no gustan los libros, Sara.
—No voy a fijarme en los libros mamá, mis ojos van a estar puestos en otro lado.
—Es la primera vez que te veo tan emocionada por alguien... pero no quiero que por andar detrás de ese chico tus calificaciones bajen, ¿oíste? Tú futuro es muy importante y no quiero que te distraigas.
—Sí, mamá, no voy a descuidar eso.
La cita de Paola había empezado antes que la mía y eso me hizo recordar que Josh no me comentó nada respecto a lo que tenía planeado hacer. Aún así, voy cumplir con sus indicaciones.
Me despedí de mi mamá y fui directo al centro. Salgo con veinte minutos antes de la hora para que no haya ningún problema; estoy nerviosa, siento la típica sensación de "mariposas en el estómago", pero estoy feliz.
A una calle de llegar, vi a Alex recargado en una pared cerca de la convención: escucha música con sus audífonos mientras fuma; entonces a él también le gusta llegar antes de la hora, qué precavido. Revisé que todo esté bien con mi apariencia mientras repito las mismas palabras en mi mente: "no lo arruines, Sara". Corrí hacía él y lo saludé con la mano en pleno movimiento:
—¡Hola! —llamé su atención y por fin lo alcancé—. No esperaba verte aquí tan temprano, creí que sería la primera en llegar.
—¿De qué hablas?
—Ya sabes, aún faltan veinte minutos para la hora que me indicaste.
—¿Faltan? Llegas diez minutos tarde —me enseñó su reloj.
—Pero... aún es temprano —le enseñé el mío.
—¿Ves la hora en un reloj que ni siquiera mueve sus manecillas? Qué talento...
Miré mi reloj y en efecto, no trabaja como debe de. ¡Cochino reloj! ¡Se le acabó la pila! No es posible. Ya decía yo que el tiempo pasaba muy lento. Lo maldije en bajo mientras me lo quito y lo agito con la mano enojada.
—Vamos, no quiero perder más tiempo —empezó a caminar.
—Sí... ya voy —genial, Sara, ya lo hiciste enojar. Qué gran forma de empezar esta cita, tengo ganas de aventar el reloj muy lejos, por desgracia no puedo hacerlo.
—¿Por qué caminas detrás de mí? No estoy enojado —dijo después de captar mi vergüenza. Es como si me hubiera leído la mente.
—¿En serio?
—No tolero la impuntualidad, pero lo dejaré pasar por esta vez. Pasemos un buen rato, ¿sí?
—¡Está bien! —me lancé a abrazarlo y seguimos caminando sin darle mucha importancia a su sorpresa. Esta vez, aunque me lo pida no lo voy a soltar por ningún motivo, me hace sentir muy feliz el hecho de que sea amable conmigo. Se resignó a tenerme pegada como ventosa.
No hay mucha gente en la convención, así que es fácil moverse por los pasillos. A mí me interesan los libros para adolescentes, como las novelas de drama o fantasía, pero Alex no se movió de la zona a la que yo denomino: aburrida. No lo digo por ser mala, pero son libros de temas muy complicados y que no entiendo; es muy raro ver a un adolescente leer ese tipo de cosas, pero creo que es lo que le agrada. En dos ocasiones le enseñé libros de novelas que me gustan y mostró poco interés al decir cosas como: «Eso no te enseña nada» o «Nada de eso es real». No le gustan los libros de fantasía y cosas relacionadas... primer choque de gustos.
—¡Hola, Sara! —saludó Cris mientras se acerca para saludar.
—¡Oh, hola! ¿Qué haces por aquí? —dije sorprendida, no esperaba verlo en este lugar.
—Vine a buscar algo interesante para leer, ¿y tú? No sabía que te gustaban tanto los libros, de lo contrario, te hubiera invitado a venir.
—De hecho, vine con alguien —dije alegre, no puedo evitar sonreír.
—¿Paola?
—No. ¿Recuerdas el chico del que te hablé?
—¿El chico con heterocromía? ¿Lo encontraste?
—¡Sí! ¿Quieres conocerlo?
—Si quieres presentármelo está bien por mí. Me gustaría ver si es cierto lo de sus ojos, tengo curiosidad.
—Es hermoso, ya lo verás. ¡Ven, sígueme!
Alex
Sara y yo nos separamos, después de todo, las clasificaciones de los libros que nos interesan están en lugares distintos. Seguí en busca de ejemplares que parezcan prometedores, hay muchos que llaman mi atención, pero no me decido por cuáles llevar.
—¿Estás perdido, chico? —el llamado de atención me hizo girar la cabeza para ver quién me habla. Un señor de aproximadamente treinta años, con bastón y de lentes se me acercó—. Creo que la zona que buscas es la de allá —señaló la que es destinada para adolecentes.
—No, estoy en la zona correcta, gracias.
—¿En serio? —dio un vistazo a los libros que he seleccionado—. Lamento entrometerme en lo que no me importa, pero, ¿por qué un jovencito como tú está interesado en libros como estos?
—Los demás tipos de literatura me aburren.
—Vaya, qué interesante muchacho —dijo y regresó la mirada a los libros—. Todos los que tienes aquí son muy buenas opciones.
—Lo sé, pero no me decido por cuáles llevar.
—Estos de aquí son de literatura culta, estos otros son libros informativos de tipo ensayo, estos son complementarios y estos son científicos —explicó mientras los apilaba en grupos. Parece que este señor sabe mucho del tema—. Si me permites darte mi opinión, estos cinco son los mejores y los que personalmente te recomiendo —los acercó a mí.
—Muchas gracias.
—Un gusto poder ayudarte, jovencito, me alegra saber que aún hay chicos como tú disfrutando de este tipo de libros, hay mucho que aprender. ¿Con quién tuve el gusto?
—Alex Blake —contesté y estrechó mi mano.
—Que tengas un buen día, Alex, fue un gusto conocerte.
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Editado: 26.07.2024