Honest (editando)

Capítulo 31

Mis padres llegaron temprano del trabajo, así que cenamos en familia. Es el momento perfecto para pedirle permiso a mi mamá.


—¿Qué tal la escuela, Sara? —preguntó mi papá al cortar su porción de carne.
—Bien. Los exámenes se acercan —dije nerviosa.
—Estudia mucho y verás que aprobarás, es lo único que necesitas.
—Sí papá, lo sé, de hecho... sobre eso quería hablar. Mamá, hay algunas cosas que aún no me quedan claras del todo y quería pedirte permiso para que me dejaras estudiar con un amigo.
—Estás castigada, ¿ya lo olvidaste?
—Sí, lo sé, por eso te pido permiso.
—Si tienes dudas, ¿por qué no le preguntas a tus profesores? Ellos te pueden asesorar mejor que un amigo —mi papá apoyó su opinión con un movimiento de cabeza.
—No les caigo muy bien, tengo mala fama entre ellos por mi retrasos. Además, últimamente varios han estado ocupados con un asunto y nadie sabe qué es.


Mi mamá permaneció pensativa sin dejar de mirar su plato con comida, no va a ser fácil convencerla. Papá notó su desinterés por aceptar, así que intentó hacer más amena la conversación:


—¿Y con quién quieres estudiar? ¿Con Paola?
—No, la última vez que lo intenté me fue mal porque me distraje demasiado. Pensaba es un amigo.
—¿Cris? —preguntó mi mamá con algo de entusiasmo—. Ese muchacho es muy aplicado.


A mi mamá siempre le cayó bien Cris. Desde el día en que lo conoció coincidió muy bien con él, el hecho de que sea el hijo del director y tenga muy buenas calificaciones le da muchos puntos con mamá. Cada que lo menciono, aunque sea de pasada, ella se encarga de hacer ver su aprobación por él. ¿Por qué tanto el interés? Ni idea.


—No, él... está muy ocupado. Ya sabes, sus cursos y clases intensivas, no creo que tenga tiempo para ayudarme —odio mentir, pero juro que esta será la última vez, es por una buena causa.
—Entonces, ¿quién? —ni confesión no ayudó a mejorar su humor.
—¿Recuerdas el chico que me vino a dejar el otro día? Es él.


Frunció el ceño tan pronto terminé de hablar, estuvo apunto de decir algo, pero mi papá la interrumpió sin intención:


—Oh sí, Alex, si no mal recuerdo. Da la impresión de ser un buen chico, ignoraba que es alguien aplicado en el instituto.
—A mí no me da buena espina ese muchacho —añadió mamá.
—P-pero... —diablos, ¿qué digo?— es muy bueno en la escuela y sus calificaciones son buenas también —ok, ahora sí es la última vez que miento—. Por favor, te juro que sacaré buenas calificaciones —le imploré a mamá al juntar las manos.
—Y supongo que quieres ir a su casa, ¿no? ¿Para qué? ¿Para hagas lo mismo de la otra vez?
—Vamos, amor, —rio papá, verla a la defensiva a veces le saca una sonrisa de ilusión— solo van a estudiar. Es por la escuela. Si sus profesores no la apoyan no está mal buscar ayuda con algún amigo y si dice que es buen estudiante, qué mejor.


Intentó ayudarme, más no la veo muy convencida. Solo es un sí, ¿qué tan difícil es decir sí? Todo depende de mí ahora:


—¿Entonces? —pregunté con timidez.
—Está bien... —accedió mamá, mi alegría brotó por mi rostro —pero primero, quiero hablar con sus padres.


Dejé en pausa la sonrisa y parpadeé repetidamente sin saber qué decir. ¿Ahora qué? Yo no sé nada de los padres de Alex, ni siquiera los he visto. ¿Cómo voy a hacer que hablen con ella?


—¿Qué pasa? —preguntó mamá con las ganas de que dijera algo negativo para revocar mi permiso.
—Es que... sus padres están de viaje de negocios —¡juro que ahora sí es la última mentira!
—¿En serio? No me digas...
—Sí. Lo cuida su nana o mucama, ella es la que está a cargo de él en estos momentos —no se lo está creyendo, ¡pero eso último sí es verdad!—. Puedo pedir el número de su casa, así estás en contacto con ella y puedes llamar si necesitas algo.
—Eso me parece bien, así puedes estar más tranquila —añadió papá como remate antes de probar otro bocado.
—Está bien —dijo ella al no encontrar más modos—, pero quiero número y dirección. Espero que llegues temprano, jovencita, no toleraré más faltas a mi autoridad.
—Lo prometo —necesito contener la alegría.
—Dime qué día va a ser para tenerlo en cuenta.
—Aún no lo sé, pero le diré a Alex tan pronto lo vea para decirte. ¡Gracias, mamá!
—¿Qué te parece si lavas los platos?


Ya decía yo, no debí desbordarme tan pronto. No sé si solo lo pienso yo, pero creo que mi mamá es muy rencorosa cuando de "perder" batallas se trata.


Terminé mis deberes y fui a la cama. Ya tengo el consentimiento de mi mamá, ahora sólo falta la respuesta de Alex. Es el último paso, ¿qué tan difícil puede ser?


Al otro día


—¿Quieres que haga qué? —preguntó Alex.
—Quiero que me ayudes a estudiar, que seas mi tutor temporal —respondí emocionada.
—Asistes a clases, ¿eso no es suficiente?
—Hay cosas que no entiendo, por eso recurro a tu mente inteligente.
—¿Y por qué te ayudaría?
—Porque eres buena persona —sonreí.


Me miró con indiferencia a punto de decir, «¿En serio, Sara? ¿No se te ocurrió algo mejor?».


—Mira, no te pediría esto si pudiera aclarar mis dudas con los profesores, pero aparte de que no tengo una buena relación con ellos, están ocupados en algo misterioso y es muy rara la vez que te pueden asesorar después de clases —terminé de explicar y su expresión cambió a seriedad—. Por favor, no te pediré nada más, necesito buenas calificaciones.
—¿Y qué te hace pensar que yo te puedo ayudar con asesorías? Yo no entro a clases, ¿recuerdas?
—Josh me dijo que eras muy buen alumno, uno muy listo, bueno... eres —reí—. Incluso me dijo que podrías estar en el primer lugar de la lista de los mejores alumnos, eso ya habla mucho de ti.
—¿Por qué no le pides ayuda a tu amigo Cris? Él es uno de los mejores promedios.
—¡¿Por qué todos dicen lo mismo?!




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