Alex
Los profesores se calmaron después de lo sucedido ese día y no volvieron a llamarme la atención. Hablaba con los chicos cuando gritaron mi nombre desde lejos:
—¡Alex! —llamó Sara. Volteé la cabeza y la observé acercarse a toda velocidad—. ¡Mira! ¡Mira! —corre con un papel en la mano y Paola viene detrás de ella—. ¡Mis calificaciones, tengo ocho excelentes! —puso el papel frente a mi cara. Lo tomé con una mano y comprobé lo que dijo.
—Muy bien —la felicité sin mucha efusión, como es mi estilo.
—Y todo gracias a ti —me abrazó feliz—. ¡Mira, Josh! —pidió sin separarse de mí, recibió una felicitación muy pronto—. Claro que a Paola le fue mejor.
—¿En serio? —preguntó Josh escéptico.
—Sí, diez excelentes, observa —dijo Paola orgullosa al llegar con nosotros.
—Nada mal...
—¡Ja! Supera eso, Joshito querido.
—Ya lo hice.
—¿Qué?
Josh sacó su boleta de la mochila, se la mostró a Paola y la miró con los ojos abiertos como platos:
—¡¿Doce excelentes?! Esto no es posible —reclamó ella—, este papel tiene que ser falso.
—No, ahí está la firma y sello de la escuela —señaló orgulloso mientras ve a Paola revisar todo, letra por letra.
—¿Cómo sacaste buenas calificaciones? Tú no entras a clases.
—¿Quién te dijo que no lo hago?
—¡Siempre estás afuera!
—Cuando no tengo clases.
—Solo juegas conmigo. Yo no me creo este cuento —le regresó la boleta con molestia.
—¿Cómo les fue a ellos? —preguntó Sara y señaló a los chicos.
Justo a tiempo, un avión de papel voló por encima de nosotros y Josh lo atrapó:
—No muy bien —deshizo la figura y mostró las calificaciones.
—¡Oye, regrésame mi avión! —reclamó Fred al ver que su obra de arte no regresó.
—Está bien, está bien, ya voy —le dio forma y lo lanzó por donde vino.
—¿Hicieron aviones de papel con sus boletas?¿Cómo es que siguen en la escuela?
—Es un misterio... —explicó Josh con una sonrisa al verlos actuar tan despreocupados—. ¿Qué les parece si los invito a comer? Nunca viene mal un buen platillo después de mucho esfuerzo.
Ambas chicas aceptaron la invitación sin pensarlo demasiado y los chicos se unieron a la invitación tan pronto escucharon la palabra "comer". Fred fue el que más se entusiasmó, suele ser el más glotón de los cuatro.
—¿Te animas, Alex? —me preguntó Josh tras ver a rodos los presentes dispuestos.
—Tendría que llamar a Ana para...
—Yo te presto mi teléfono —me interrumpió Sara con una gran sonrisa y con su celular frente a mi cara.
—Tengo mi teléfono, gracias.
—Bueno, entonces todos al restaurante —anunció Josh con aires de líder—. Alcánzanos cuando estés listo, Alex.
Paola tomó a Sara, la separó de mí y caminó en el frente. Los chicos junto con Josh se adelantaron y yo permanecí en mi lugar para poder marcarle a Ana. No tardó en tomar la llamada:
—Residencia Blake. ¿En qué puedo ayudarle?
—Soy yo, Ana.
—Buenas tardes, señor Alex —noté sin problemas su emoción por escucharme en la línea—. Dígame, ¿a qué se debe su llamada?
—Voy a pasar a comer con los chicos en el restaurante de la familia de Josh, así que... puedes tomarte el resto del día libre.
—Oh, excelente. Eso me da la oportunidad de ir a comprar lo que necesito para rellenar los estantes de la cocina.
—Pero dije que te tomes el día...
—Esto no lo puedo hacer dentro de un horario laboral. No me gusta la verdura que traen a la mansión, está muy maltratada debido a su transporte y estoy segura de que hay más frescura en productos locales. Si me lo permite, me gustaría ir a comprarla yo misma.
—Bueno, es tu día libre, puedes hacer lo que quieras —sonreí.
—¡Muchas gracias señor! Saldré de inmediato para aprovechar mi descanso.
—Está bien. Llama al chofer para que te lleve... o haz lo que prefieras, solo ve con cuidado y no te expongas demasiado al clima caluroso.
—De acuerdo. Que pase un excelente día señor, hasta luego.
Una vez colgó el teléfono, volví a sonreír. No importa cuántas veces le diga que descanse o que se tome unas vacaciones, se niega a salir de la mansión y a abandonar sus responsabilidades conmigo y el hogar; es tan acomedida.
Desde que tengo memoria, ella ha estado conmigo para brindarme apoyo y seguridad. Es una de las muchas razones por las que le tengo mucho cariño, es como una segunda madre para mí, no sé qué haría sin ella.
Cris
Salí a caminar por ahí cuando mis cursos después de clases concluyeron; necesito despejar mi mente después de lo sucedido con mi padre. Estoy totalmente en desacuerdo con lo que me pidió, no puedo decirle que no, pero tampoco quiero acosar a Alex, no es correcto. Suspiré agobiado por no poder superar este conflicto que tengo conmigo mismo.
Mientras camino y miro al piso, un tomate chocó contra mi zapato. Me detuve para agacharlo y recogerlo. Levanté la mirada y encontré a su propietaria: una señora que recoge y mete en su bolsa de tela unos cuántos tomates más que ruedan por el suelo.
—Vengan aquí, tomates traviesos —exclamó ella al intentar alcanzarlos a todos.
—Disculpe, creo que esto es suyo —me acerqué para extenderle al fugitivo.
—Oh, muchas gracias, jovencito —se incorporó para tomarlo de mi mano, entonces su bolsa se rasgó y los tomates ya capturados cayeron de nuevo al suelo para rodar sin control—. Oh oh...
Me agaché rápido para tomar todos los que pude entre mis brazos y evitar que se ensuciaran más. Me acerqué a un vendedor, compré una bolsa de tela nueva y metí los tomates que logré atrapar junto con unos más que aún ruedan por el suelo.
—Muchas gracias, eres muy amable. Creo que mi bolsa estaba defectuosa —dijo la mujer con suma confusión al analizar el imperfecto. Se ve tan inocente y adorable.
—No se preocupe, a cualquiera le puede pasar —sonreí amable.
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Editado: 26.07.2024