Honest (editando)

Capítulo 37

Paola


La fiesta de Sara tiene que ser inolvidable, al menos para ella; no todos los días se cumplen dieciocho años. Le pedí permiso a sus padres para hacer la fiesta en su casa, a ellos los invité a quedarse en una cabaña que es propiedad de mi familia junto con la pequeña, así ellos podrán descansar de las tensiones y nosotros tendremos la casa completa para hacer y deshacer, obvio no me refiero a disturbios.


Ahora debo comprar las cosas que necesito. En cuanto agarré mis llaves y mi bolsa, mi mamá preguntó por el motivo de mi salida, típico de ella.


—Voy a comprar lo que me falta para organizar la fiesta de Sara, algunos objetos de decoración. Respecto al espacio, ya me arreglé con sus padres, nos dejarán la casa para la celebración.
—Esa es mi hija, apta para el liderazgo —exclamó mi papá al acercarse y acariciar mi cabeza—. Me llenas de orgullo. ¿Qué van a dar de comer?
—No lo sé, aún no lo he pensado, pero tengo el resto del día para decidirme.
—Podrías pedirle ayuda al muchachito encantador que vino el otro día —dijo mi madre emocionada al agitar la mano. Ay no... ella también se unió a la locura.
—Oye, es cierto, él podría ayudar con la comida y el pastel —contestó mi papá convencido—. Es más, le llamaré en este momento.


¡¿Qué?! ¿En qué momento obtuvo su número? ¡¿Por qué él y no alguien más?!


—No papá, no es necesario —lo detuve antes de que alcanzara el teléfono.
—¿Cómo qué no es necesario? No hay nadie mejor que él para que se encargue de la comida; su familia se especializa en el área y es una ocasión especial...
—¡Está bien, está bien! —exclamé al no querer escuchar más—. Le comentaré la situación más tarde.
—No olvides decirme si necesitas algo más.
—Sí, sí, ya me voy.
—Con cuidado, hija —se despidió mi mamá para después iniciar una conversación con mi papá sobre la recién charla.


Fui directo al centro para concentrarme en mi misión del día. A Sara le gustan las cosas coloridas como globos y serpentinas, me llevé unas dos horas en la tienda por no poder decidir cuáles llevar. Una vez en la calle, hice una pequeña parada en un puesto ubicado sobre la acera de chucherías curiosas y entonces, escuché a un grupo de chicas pasar por detrás de mí:


—¿Es él? —preguntó una de ellas.
—¡Sí, es él? —afirmó su amiga con risitas tontas.
—Qué guapo es... dicen que es muy inteligente —señaló otra.


Volteé con disimulo para saber de quién rayos hablan. ¡No puede ser! ¡¿Qué demonios hace él aquí?! Josh camina por la otra acera tranquilamente y mientras avanza, algunas chicas que deja por detrás lo ven sin poder evitarlo. Murmuran cosas relacionadas a su "impecable apariencia" y se ríen simpáticas.


—No cabe duda que la adolescencia es la etapa más vergonzosa del ser humano. Unas cuántas hormonas y ya babean por un cualquiera —exclamé fastidiada—. La popularidad es decepcionante y engorrosa.


Traté de concentrarme en mis cosas, pero el escándalo que hacen esas chamacas es mucho. Miré de nuevo y ahora Josh habla con un grupo de chicas. ¿Por qué me sorprende? Es un mujeriego que anda de flor en flor; siempre apela a su vanidad.


—¿Eres hijo de la dueña de esa cadena tan popular de restaurantes cinco estrellas? —preguntó una chica fascinada, como si tuviera la octava maravilla frente a ella.
—Sí, ella es mi madre —afirmó él con orgullo.
—Yo he ido muchas veces a los restaurantes de tu familia y nunca me canso —explicó otra sin que nadie le hubiera preguntado—. Tienen un excelente servicio y las comida es deliciosa.
—Agradezco su preferencia y sus buenas críticas. Siempre buscamos ofrecer lo mejor a nuestros comensales —respondió.
—A veces cuando voy, te veo comer ahí —comentó otra chica, se nota que es una loca acosadora, una  obsesionada.
—Sí, a veces voy a desayunar cuando tengo tiempo —sonrió simpático.


De acuerdo, me equivoqué al decir que él era una abeja, ¡es una maldita flor! Y todas esas niñas son las abejas que revolotean a su alrededor en busca de la más mínima atención que no reciben en sus casas; es patético. Mientras unas se mantienen en la zona de la decencia, otras se le insinúan muy coquetas las hijas de... ¡y él no hace nada! Solo las ve y contesta sus estúpidas preguntas con la mejor amabilidad que encuentra. No sé por qué, pero me molesté y cuando reaccioné, ya estaba en la misma acera que él.


Durante mi movimiento, una chica que sobresale de las otras por su apariencia llegó para quedarse en ese molesto grupito. Por lo poco que escuché, ambos ya se conocen o al menos se habían visto por ahí más de una vez; no son unos completos extraños. Estuve apunto de hacerme paso entre tantas moscas que buscan la pocedumbre y darle un bolsazo en la cabezota al "magnánimo hombre de negocios". Un par de cosas estuvieron a nada de salir de mi boca con enojo, pero me detuve en seco cuando esta chica "popular" hizo su comentario:


—¿Cuánto más me vas a hacer esperar una respuesta, Josh? No sabía que ser mi pareja fuera algo que deba pensar demasiado.


Me quedé paralizada y más porque él no contestó de inmediato. ¡¿Por qué no habla?! Las chicas en el círculo empezaron a reír nerviosas y como guacamayas en plena pubertad por su reacción de supuesta pena, ansiosas por conocer el desenlace.


—¿Debo tomar tu ausencia verbal como un sí? —rio coqueta—. Ignoraba que fueras tan tímido con las chicas que te gustan —acercó su mano a la cara de Josh, pero él la detuvo al tomarla de la muñeca antes de que lo alcanzara.
—No me molesta refrescar tu memoria... ya te había dicho que no estoy interesado en ti, por todos los medios de comunicación a los que has recurrido. Y el hecho de que ocupes la presión social como arma conmigo, no va a funcionar —dijo con una sonrisa en el rostro—. Te rechacé antes y lo volveré a hacer ahora, no quiero una realción contigo.




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