Honest (editando)

Capítulo 41

Después de que los encargados acomodaron toda la comida en su mesa correspondiente se fueron. Uno se quedó en la entrada con Josh y cuando terminaron de hablar, él entró a la casa:


—El coche del papá de Sara se acerca.
—Perfecto, justo a tiempo. ¡Ustedes! —gritó Paola para llamar a los chicos, quienes detuvieron su pelea y la miraron de forma cómica—. ¡Levántense del suelo, ahora!


Sin dudar, hicieron caso y se levantaron rápido para arreglarse y verse presentables. El coche se estacionó enfrente de la casa; se escuchó el sonido de las puertas que se cerraron y muy pronto percibimoss la voz de Sara que exclama lo emocionante que fue su viaje (no estoy enterado de a dónde fue o por qué estaba fuera de casa en primer lugar). Una vez fue dirigida al patio, la primera en darle la bienvenida a su fiesta de cumpleaños sorpresa fue Paola; mucha emoción para mi gusto, un poco chocante.


Sara empezó a dar brinquitos de emoción por ver todo decorado a su alrededor. ¿Será que todas las mujeres expresan su felicidad de la misma forma? Aún perdido en mis propios pensamientos logré escuchar un «No puede ser» proveniente de ella. Paola está a unos metros adelante de mí, Sara empezó a correr en su dirección con más emoción que antes, a lo cual extendió sus brazos para recibirla con dicha.

 

Creí que solo iba a presenciar un momento de amistad femenil más, hasta que el tiempo avanzó más rápido que de costumbre cuando en lugar de correr directo a los brazos de Paola, Sara se pasó derecho... y hacia a mí. Se lanzó a abrazarme tan pronto me tuvo cerca, reaccioné muy tarde y me tiró con ella; me siento atacado por una hiena juguetona.


—¡Sí viniste! —exclamó mientras me abraza con euforia—. Pensé que no lo harías, dijiste que no te gustan las fiestas.
—Bueno... —comprobé que mi cabeza estuviera bien— te lo debía.
—Oigan, ¿están bien? —preguntó Josh al acercarse.
—Creo que sí —respondí un poco adolorido, no estaba preparado para una caída de éstas.
—Ahora sí —sonrió Sara al tallar su cara con mi ropa (¿debo preocuparme?).
—Menudo golpe se han llevado contra el suelo —dijo Thomas como segundo auxiliar—. Vamos, arriba— nos ayudó a levantarnos.


Una vez pasada la conmoción, los padres de Sara se reunieron con nosotros y con su hija en brazos.


—Nosotros ya nos vamos —anunció el padre—. Les dejaremos la casa, no hagan tonterías, ¿quieren?
—Claro que no, señora, cuente con eso —respondió Paola con la promesa en la mirada de mantener el orden.


Sara se despidió de sus padres, el coche partió y entonces se pudo "dar inicio" a esta celebración.


—Bien, ahora, ¿qué quieres hacer primero, Sara? —preguntó Paola.
—¡Comer! Tengo mucha hambre y todo se ve delicioso.


No hizo falta recurrir a la democracia, todos quisimos probar los postres que la empresa culinaria de la familia de Josh había preparado para la ocasión. Dimos paso a la degustación en un tablón sobrepuesto y a mitad de todo, el timbre de la casa sonó.


—¡Oh, qué bien! —dijo Paola emocionada. No dijo nada más, corrió a la puerta y volvió con misterio en sus acciones—. ¡Segunda sorpresa! —se apartó y Cris apareció detrás de ella.
—¡Feliz cumpleaños! —exclamó él para unirse a la celebración. Sara fue a abrazarlo y él la correspondió sin estropear la bolsa de regalo que carga en su mano.
—No sabía que vendrías —dijo Sara sin poder creer su llegada.
—Yo tampoco lo esperaba, pero por fortuna pude hacer un espacio y venir. Lamento llegar tarde, ya sabes... responsabilidades académicas y en el hogar.
—No, no te preocupes, te entiendo. Ven, siéntate, debes tener hambre, la comida está deliciosa.


Cris dejó su regalo en la mesa junto con los demás y se sentó a comer con nosotros. Quizás es solo mi imaginación, pero noto que evita mi mirada a toda costa... tal vez no es nada. Se presentó con formalidad e inició una conversación que incluyó a todos; este sujeto sí que sabe socializar.


—Qué divertido —respondió entre risas a un comentario de Sara.
—¿Y tú quién eres o qué? —preguntó Fred sin mucho agrado, como si la presentación de antes no le hubiera importado o incluso no le hubiera prestado la más mínima atención atención.
—Soy amigo de Sara, vamos en la misma clase.
—¿Amigos muy cercanos? —preguntó Carl al abrir una cerveza.

 

Cris no supo cómo contestar de manera "correcta" (vi el nerviosismo a través de su lenguaje corporal), Sara lo hizo por él:


—Nos conocemos desde que empezó la preparatoria.
—Podrían ser más que amigos, pero no me hacen caso —añadió Paola como reclamo mientras come, cosa que hizo a ambos ponerse incómodos.
—Este tipo es un sabelotodo, lo he visto en la escuela —interrumpió Frank, Thomas se le unió con una afirmación de pocos amigos.
—Creo que «sabelotodo» no es la palabra que buscas... —contestó Cris apenado— soy solo un estudiante aplicado o al menos intento serlo.


Los chicos se miraron entre ellos sin ganas de querer dirigirle la palabra de nuevo, de poder ignorarlo lo harían; estoy seguro de que saben muy bien quién es Cris, no necesitan introducciones de personalidad hechas de último momento. Josh los conoce aún mejor que yo y gracias a eso fue que decidió intervenir (sus tratos con aquellos que no les simpatizan se pueden salir de control y más cuando estan juntos):


—Chicos, calma, hay que disfrutar este momento. Es el cumpleaños de Sara, hay que celebrarlo como debe de ser.
—Meh —exclamó Fred con su responsabilidad de líder para anunciar la tregua—. Es cierto, no vinimos a discutir —sacó otra cerveza y se desahogó en el sabor amargo de la bebida.
—¡Oigan!, ¿podemos abrir los regalos? —interrumpió Sara din dar mucha relevancia al recién incoveniente de palabras.
—Claro que sí —respondió Paola con un tono de voz que busca consentir, le gusta tener el cargo de organizadora.




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