Sara
—¿De qué querías hablar, Cris?
—No sé cómo preguntarte esto —dijo tímido—. Sonará extraño, pero… ¿sabes algo de Alex?
—No lo he visto hoy, tampoco sé si vino a la escuela, ¿por qué?
—N-no es nada, es que… necesitaba hablar con él.
—¿Por qué no vas a su casa? Si no vino a la escuela debe de estar allá, aunque no sé si quiera hablar con alguien.
—Quizás lo intente más tarde, gracias, Sara —comenzó a avanzar a paso apresurado.
—¿Estás bien? De pronto te pusiste pálido.
—N-no es nada. Gracias de todas formas, nos vemos luego.
Parece que corre de algo o alguien por lo veloz que va. ¿Será por mí? ¿Dije algo que no debía? Más que decepcionado se ve asustado.
—¿Lista para irnos? —preguntó Paola, me ayudó a salir de sus pensamientos.
—Sí… eso creo —asentí.
Camino a la salida, hablaba con Paola (igual que todos los días), cuando mis ojos detectaron una silueta familiar. ¡Es Alex! ¿Será que cuando te enamoras de alguien, eres capaz de detectar su presencia en donde sea? Porque si es así, ¡me fascina! Está en la entrada de la escuela y... habla con una chica. Nunca la había visto por aquí, pero parece que es muy cercana a él: le apretó los cachetes con ternura y se aferró a su cintura para abrazarlo con fuerza. Es más, lo estrujó. Los miré fijo por algunos segundos, después, Alex me vio desde lejos y no sé si su expresión fue de miedo o solo se sorprendió.
—¿Holaaaa? ¿Me escuchas? ¿Qué tanto miras? —de nuevo, Paola me sacó del trance. Qué mal tino tiene a veces.
—¡Mira, es Alex! —señalé eufórica.
—¿Dónde?
—Justo... ahí —¡han desaparecido! Corrí hasta la salida, pero para cuando llegué estaba desierto. ¿Acaso fue mi imaginación?
—Amiga mía —dejó caer su mano en mi hombro—, tienes un problema y muy grande. Lo peor del caso es que no sé cómo ayudarte.
—¡Te juro que lo acabo de ver! Estaba aquí con una chica pelirroja.
—¿Pelirroja? —rio—. No hay nadie con cabello rojo en esta cuidad, Sara. Esos genes son muy raros y verlos por aquí más.
—¡Te juro que es verdad!
—¿Sabes qué es verdad? Que estoy hambrienta. Vamos a comer algo —se enrolló en mi brazo y me jaló.
—Pero, él estaba aquí...
—Solo fue tu imaginación… El sol comienza afectarte. Anda, vamos.
No me queda más que resignarme. No puedo creer que lo haya imaginado… no, no puede ser. Estoy loca por Alex pero… digo, digo, estoy loca pero no a tal punto. Chispas, ¿qué me sucede?
Alex
Voy camino con los chicos hacia la salida, ellos van en frente y yo detrás con Josh a mi costado. A punto de llegar vimos un círculo de estudiantes que quería llegar hasta la acera, como un acumulamiento de hormigas ansiosas, aunque sin menos orden…
Gracias a tanto movimiento se hicieron varios huecos entre cabezas y fue entonces cuando pude distinguir un cabello rojizo, sobresalió del resto. ¡¿Abigail?! ¿Qué hace aquí? ¿Por qué no está en casa? ¡Le ordené que…! Bueno, la verdad es que no puedo ordenarle nada, no soy quién para hacerlo, ¡pero mi plan la mantendría dentro de la mansión! Estoy paranoico y eso que aún no llega la noche…
La noté al asecho, en busca de algo entre el mar de gente (sin dejar de pedir disculpas por no poder prestar atención a las múltiples preguntas y comentarios). Muy pronto supe qué era lo que quería encontrar con desesperación:
—¡Alex, por aquí! —llamó alegre al agitar la mano sin levantarla demasiado.
—¿Dijo.... Alex? —me preguntó Josh sin dejar de apreciar su entusiasmo—. ¿Te busca a ti?
—No, no lo creo —lo contradije nervioso sin pensarlo.
No calmé su obvio desconcierto ya que mi mente tiene mejores cosas por las qué preocuparse: es peligroso que ella esté aquí, por alguna razón relaciono este instituto con la mala suerte. Estúpida superstición. Tengo que llevarla lejos pronto, antes de que alguien la relacione conmigo.
—Chicos, si no es mucha molestia, necesito que me den permiso, por favor —pidió Abigail a punto del aturdimiento. Admiro cómo conserva su educación en momentos así, yo hubiera empujado a todos sin sentir remordimiento, detesto la impertinencia.
—¿Eres una princesa? —preguntó una chica con ilusión.
—Me temo que no…
—Qué hermoso cabello tienes —dijo otra—. ¿Tus ojos son de ese color en verdad?
—Sí, es mi genética familiar.
—Abran paso, esta chica necesita aire. ¿Quieres ayuda, primor? —el chico “coqueto” que pudo ser mi última esperanza en la humanidad durante los primeros segundos en los que abrió la boca, terminó por causarme náuseas. Más que un caballero parece un patán de primera. —No, gracias, estoy bien. O eso creo —más cansada que ahora no la imagino.
Habrá tratado con muchas personas, lidiado con miles de pensares, pero apuesto lo que sea a que es la primera vez que se topa con gente tan mal educada. No hablo de groserías o violencia, el simple descaro de no respetar el espacio personal de otro es más que suficiente para agitar la paciencia. Quiero creer que Abigail no es alguien que explote cuando llega a los límites, más bien… es aquella mujer que se debilita por los nervios y la ansia.
—Oigan, chicos —los llamé en cuanto se me ocurrió una idea para controlar la situación— creo que olvidé la cajetilla que me dieron allá atrás.
—¿Tú? ¿Olvidar algo? —mi descuidó extrañó a Thomas y luego a los demás. Siendo yo no es algo creíble, pero solo por esta vez me aprovecharé de su ingenuidad.
—Lo lamento…
—¡Una carrera a ver quién la encuentra primero! —corrió Carl de vuelta al edificio.
—¡Oye no te adelantes! —reclamó Frank.
Los cuatro salieron disparados, ahora solo me queda el alfa de la manada:
—¿Te dieron una cajetilla? —preguntó Josh confundido, aún no asimila lo de antes. Su radar de sospechas está encendido.
Con este hombre no puedo tirar una pedrada al aire sin detenerme a pensarlo, su modo de operación varía mucho en comparación al de los otros cuatro. Necesito enfocar su mente en algo importante, ¿preocupación tal vez?
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Editado: 26.07.2024