Alex
Jamás pensé que contratar a un detective implicaría hablar con tanta gente; olvidé lo agotador que era hacer papeleo. Suspiré tras llevarme una mano a la frente, por fin salí del despacho, estuve aquí metido más de tres horas.
—¿Se encuentra bien? —preguntó 22.
—Sí, estoy bien, solo estoy cansado.
—¿Quiere que llame al chofer?
—No, prefiero caminar, gracias.
Nuestros pasos se sincronizaron tan pronto empezamos a caminar. Me coloqué los lentes oscuros y también mis audífonos; no creo que a 22 le importe. Hasta ahora todo va de acuerdo al plan, solo queda esperar a que el detective haga su trabajo bien y en forma.
Fuera de la música no escucho nada a mi alrededor, cosa que siendo acompañado es un tanto extraña. Miré de reojo a 22, no hace ningún ruido, parece una sombra. Me pregunto si la teoría de Josh respecto a que tener a un guardaespaldas a tu servicio levanta sospechas y malos pensamientos es cierta. Aunque el rechazo no es algo con lo que no haya lidiado antes, tampoco es una situación con la que quiero enfrentarme ahora.
Mis teorías se vieron interrumpidas cuando choqué con una chica de lentes, cayó hacia atrás y los libros que traía en brazos fueron a dar al suelo, incluso sus lentes se desacomodaron.
—Lo siento, no veía por dónde caminaba, ¿estás bien? —lo que me faltaba, primera vez que salgo a la calle y ya perjudiqué a alguien. Me agaché para recoger los libros y sacudir el polvo que se les había pegado.
—Creo que sí… —sobó su cabeza y al verme con más detenimiento se sonrojó. ¿Por qué siento que ya viví esto?—. N-no te preocupes por eso, y-yo los recojo.
—Fue mi culpa, déjame ayudarte, por favor.
El color rojizo en su rostro se intensificó, pero aceptó la ayuda. La ayudé a ponerse pie y le di su libros ya limpios.
—¿Estás herida?
—No, estoy bien, gracias —recogió un mechón detrás de su oreja.
—Menos mal... —juro que esto ya lo viví. La sensación de déjà vu cada vez se hace más intensa.
Sacudió y acomodó sus ropas, dirigió su vista detrás de mí y su rostro mostró incomodidad y miedo. Quizás arrepentimiento.
—Tus lentes aún están desacomodados... —cuando los enderezó, su extraño actuar empezó.
—Lo siento, no quería molestarte. Discúlpame por hacerte perder el tiempo —agachó su cabeza, abrazó los libros contra su pecho y salió corriendo, ¿qué pasó? Hasta donde yo sé no fui grosero.
—¿Se encuentra bien? —22 habló después de haber estado todo este rato en silencio.
—Sí... gracias.
Tan pronto se aseguró de mi bienestar, volvió a su postura original. Tan estoico e… intimidante. ¿Acaso su imagen incomodó a la chica? Intuyo que al inicio solo vio mi silueta, luego esa mancha negra atrás de mi tomó sentido… ¿habrá pensado que soy alguien importante? Un civil no es acompañado por un guardia, no si realmente es solo un civil.
Ahora puedo confirmar que las palabras de Josh eran ciertas, este servicio solo me evidencia más. Igual y por eso Abigail mencionó ser intocable… estos tipos causan nervio cuando se muestran profesionales.
Consideraré volver a solicitar el servicio del chofer familiar. Si voy a pasar por esto cada vez que salga terminaré por hastiarme.
Después del largo día por fin llegamos a casa. Alfred tomó mi saco y fui recibido por Abigail. ¿Ya mencioné que saluda a todo mundo con dos besos por educación? Es como los franceses.
—¿Cómo te fue? —muere de intriga.
—El detective empieza a trabajar en tres días. Vendrá para hacernos unas preguntas respecto al tema. Si no estoy, ¿puedes atenderlo?
—Claro que sí. Te ayudaré en todo lo que pueda.
Terminadas las bienvenidas, se llevó a 22 para reunirlo con 24. Trata a estos dos grandulones como niño a peluche preferido…
—Joven, Alex, —llamó Alfred después de acomodar mi saco —una señorita de nombre Sara llamó y preguntó por usted. Me pidió que le informara de la llamada.
—Está bien, me comunicaré con ella después. ¿Algo más que deba saber?
—No, joven.
—De acuerdo, muchas gracias.
—Para servirle —hizo una reverencia y se fue para atender las peticiones de Abigail.
Quiero pensar que mi repentino dolor de cabeza se debe a estar mucho rato en lugares bochornosos, si no fue en la comisaria fue bajo el sol de la tarde. Qué fastidio... a veces pienso que mi mente se ha vuelto mañosa y por todo se siente mal. De todos modos no voy a jugar con esto, caer enfermo ahora es lo peor que podría pasarme.
—Voy a descansar un rato, Abigail. Cualquier cosa puedes ir y hablarme con confianza.
—De acuerdo, tómate todo el tiempo que necesites.
En otro lugar
Los chicos estaban entretenidos con los videojuegos en su casa. Thomas sacó algunas cervezas del refrigerador para hacer el ambiente aún mejor.
—Carl, te toca ir por las cervezas a la siguiente —protestó al dejar las botellas sobre la mesa para abrirlas, eran las últimas que quedaban en el refrigerador.
—¿Yo por qué? La señora de la tienda ya me ve feo y eso que solo he ido un par de veces… creo que me ve muy pequeño para andar bebiendo…
—¡Locos! —llamó Fred sin prestar atención a la conversación—. Tengo una nueva idea.
No tuvieron más remedio que dejar de lado el tema del alcohol y atender el llamado de su líder. Como típicos mafiosos cuando elaboran un plan, tomaron asiento en la mesa redonda y cada uno agarró su respectiva botella.
—Ya sé cómo averiguar cuándo es la cita de Josh.
—¿Otra vez con eso? Él dijo que no estaba ocupado —insistió Thomas—, ¿por qué no confiar en sus palabras? Todo esto debe ser obra de Paola.
—Josh será el dueño de nuestros cuerpos e instintos, lo obedeceremos ciegamente como viles esclavos que lo veneran, pero eso no quiere decir que no pueda mentirnos por mera conveniencia. Si me hubieran dejado terminar con mi plan de someterlo ya tendríamos la información…
—¿Por qué no solo le preguntamos a Sara? —sugirió Carl—. Ella nos podría decir los detalles y Josh no tiene que enterarse —la idea sonó muy práctica para todos. ¿Qué tiene que decir Fred?
—Iba a proponer que hackeáramos las conversaciones de su celular... ¡pero esa es una muy buena idea!
—Yo la llamo —dijo Thomas al sacar su teléfono.
—¡No, yo! —reclamó Frank en un arrebato.
—¡Yo soy el que tiene su número! —replicó Carl al entrometer entre ambos como el chico de baja estatura que es.
—¡Yo soy el líder! —exclamó Fred y agregó un agarre a ese pobre celular.
Tanto forcejeo de pie no ayudó en nada para tomar una decisión, lo que lo hizo fue el timbre del mismo celular. Alguien trata de comunicarse con los chicos.
—¡Contesten ustedes! Les presto mi celular —Thomas soltó el teléfono para huir.
—Seré amable y les dejaré aprovechar la tan grandiosa oportunidad —Carl fue el segundo en librarse, ahora solo queda Frank y Fred.
—¿Yo no soy apto para abordar tal misión? Que lo haga el líder —dejó el teléfono en manos de Fred.
—Ahora sí soy el líder, ¿no? Malditos…
—¡Contesta, rápido! Se perderá la llamada —ordenó Thomas
—¿Sí ? —atendió Fred con voz esplendorosa, ojos pizpiretos y una sonrisa.
Los demás se limitaron a mirarlo atentos y en silencio. Parece que están en un momento clave donde no tienen que hacer ni un solo ruido.
—¡¿Qué?! ¿Cómo que va a tardar otros treinta minutos? —los nuevos cachorros parpadearon intercaladamente curiosos—. Usted me dijo... bueno, le dijo a mi amigo, porque yo no la pedí, ¡qué iban a ser diez minutos! —dieron un sobresalto al escuchar el último grito, casi caen de espaldas— Pues eso espero —colgó molesto.
—¿Quién era? —Thomas fue el que se animó a ser el primero en hablar, de enfrentar al monstruo.
—Los de la pizza. Van a tardar otros treinta minutos…
—No inventes —reclamó Frank triste—, muero de hambre.
—Todo es culpa de Thomas. No comimos hamburguesas por su estúpido: "la chica que entrega está guapa" —imitó con voz de tonto.
—Primero, se llama Cassandra y segundo, ¿me lo vas a negar?
—Baboso. No volvemos a pedir comida ahí, he dicho.
—¡Pero Cassandra...! Digo, la pizza está buena.
—¡Me importa poco! Ya van dos veces que nos quedan mal. A la otra pedimos hamburguesas. Punto final.
Al no tener apoyo de sus compañeros, Thomas se cruzó de brazos, resignado a aceptar la decisión.
—Bueno, volviendo al tema que nos reunió aquí en un principio —retomó Fred al sentarse—, Carl, marca el número de Sara y activa el altavoz —extendió el celular.
La indicaciones fueron acatadas y mientras la llamada tomaba lugar, surgieron nuevas dudas sobre cómo comenzar a abordar el tema. No se quebraron la cabeza como lo hicieron con Josh y decidieron ir directo al grano. Además, el sujeto es diferente, uno con quien ya hay confianza para ser uno mismo:
—¡¿Cuándo es la cita de Josh?! —gritó Fred tan pronto escuchó la voz de Sara en el otro lado. Todos mostraron su evidente decepción en sus rostros.
—Hola, chicos —rio Sara.
—Hola, Sara, —saludó Carl con la intención de empezar de nuevo. Ser civilizados —. Queríamos preguntarte algo.
—Me pareció escuchar la pregunta al inicio —¿quién no lo habría hecho?
—No queremos quitarte mucho tiempo, —dijo Thomas al unirse— si nos haces ese favor nos ayudarías bastante.
—Pues, es mañana.
Fred puso los ojos en blanco. Cayó al suelo desmayado y azotó como tronco. La preocupación de Thomas no fue suficiente para hacerlo reaccionar.
—Eso fue lo que me dijo Paola, va a ser después de la escuela —prosiguió la fuente de información.
—¿Sabes de casualidad a dónde van a ir? —preguntó Carl.
—No. Comentó que iban a ir a diferentes lugares, pero no fue concreta con ninguno.
—Entendido, gracias por el apoyo —Frank se despidió por todos.
Al menos el primer problema ya había sido resuelto, ahora… a resolver los otros dos.
—Diablos, tenemos que pensar en algo —prosiguió Frank—. No tenemos mucho tiempo. A buena hora se le ocurre desmayarse a este estúpido —se agachó, hizo a un lado a Thomas y cacheteó a Fred sin herirlo, eso hasta ver que su pacífico método es inútil—. ¡Despierta!
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Editado: 26.07.2024