Honest (editando)

Capítulo 62

El detective hacía su trabajo en el hospital, averiguaba más sobre el caso de Ana. Después de mucho hablar le facilitaron el expediente médico; lo analiza al lado del forense, quien se ve más que dispuesto a ayudar: 

—La bala que se extrajo de la paciente fue esta —mostró el objeto guardado en un bolsa de plástico, menos mal aún no la habían desechado. 
—CZ 75 —contestó el detective al verla con más detalle. 
—¿Perdón? 
—Es la pistola que usaron para cometer el asesinato. ¿Encontraron huellas dactilares en el cuerpo? —recibió un respuesta negativa. Devolvió la bala—. Por supuesto que no...  
—Tenía lesiones leves en el cuerpo, más graves en el rostro. Probablemente... 
—La golpearon y sometieron. Siendo una mujer mayor es un acto muy cobarde y bárbaro. ¿Hay algo más? 
—No, señor. Todo lo que sabemos está en ese expediente. 
—Bien —regresó los documentos—. Muchas gracias por su tiempo y atención, caballero. 

Salió del hospital y tan pronto subió a su coche su teléfono vibró, es un mensaje de Alex: «Vigile su domicilio, le doy mi consentimiento.» 

—Claro que sí —sonrió, encendió el coche y avanzó. 



Al otro día 

Sara 



No puedo dejar de pensar en lo que preguntó Alex. Se escuchaba cabizbajo y triste… él siempre es así. Digo, no es la persona más expresiva del mundo, pero es difícil saber su estado de ánimo con solo escuchar su voz y más cuando todo lo dice con el mismo tono. 

Otra cosa que me tiene de nervios es la invitación a su casa con el fin de conocer a "alguien". Ese día me hice la idea de que podía tratarse de sus padres, pero, ¿por qué haría él algo como eso? No tiene sentido. Sigo sin verlo en la escuela, supongo que debe estar ocupado con otros asuntos más importantes que la educación misma, solo espero que esté bien. Quizás hoy si asista, no pierdo la esperanza. 

Tal y como los otros días, los profesores nos reciben en la entrada. Es algo extraño, ¿por qué de la nada comenzaron a comportarse así? ¿Será por algo relacionado con la evaluación final? 

Fue un día común y corriente, hasta el momento. Por el altavoz citaron a Cris en la dirección, sus amigos le hicieron burla y después de hacer unas bromas salió del salón con el permiso del profesor. Paola me tocó el hombro: 

—Misterioso, ¿no? 
—Siempre mandan a llamar alumnos en la dirección. 
—¿No te interesa ni poquito? 
—No encuentro nada interesante en una llamada de tal estilo —el timbre sonó y autorizó nuestra salida—. ¿Cómo te fue con Josh? 
—Bien. 
—¿Bien? ¿Es todo lo que vas a decir? Y la aburrida soy yo... 
—Bueno... al final del día nos encontramos con Fred y los otros. No fue algo amistoso, esos chicos me odian, estoy segura. 
—Aquí vamos otra vez... 
—¡Es verdad! Quiero decir, no es que me importe, pero nada de eso hubiera pasado si no les hubieras metido la idea en la cabeza de que iba a tener un cita con Josh. 
—Era una cita. 
—Esa bola de animales no entiende la diferencia entre una cita de pareja y una cita de amigos. 
—Pero sigue siendo una cita, yo no dije mentiras. 

Rodó los ojos, tomó sus cosas y salió del aula por delante. No me pienso quedar sin mi chisme, así que la alcancé y me aferré a su brazo: 

—Entonces, ¿qué pasó? 
—Resulta que nos siguieron durante todo el día con el fin de espiarnos, al final los descubrimos. Dijeron que yo les quería quitar a Josh y no sé qué más. 
—Aww, qué bonito, se pelean por él. 
—Yo no pelee nada. 
—Vamos, di que lo quieres. Di: "Quiero a Josh porque me gusta". 
—¡No voy a decir eso! —logré sonrojarla. 
—¿Cuánto tiempo vas a resistir? 
—No me provoques, Sara... 
—¿Cuándo te enojas te sonrojas? Eso no lo sabía. 
—¡Ya basta! 



Cris 



—Ya estás aquí —insistió el director después de un largo silencio, —¿no vas decir nada? ¿Por qué tanta urgencia por hablar? 
—No sé cómo empezar —mi timidez me llevó a jugar con las manos. 

Un maestro entró por la puerta y llamó a mi padre sin importarle mi presencia, es como si no existiera. Solo le faltó barrerme con la mirada y darme un empujón del tipo que los brabucones dan. 

—Mientras te decides a hablar voy a arreglar unos asuntos —se puso de pie y salió de la habitación. Me quedé solo. 

Esta habitación me hace sentir incómodo, es muy lúgubre. Ni siquiera la gran ventana que hay detrás del escritorio puede alterar ese hecho, me parece que no es solo por la iluminación que me siento así. A veces me parece ver rostros o sombras andar por las esquinas; no quiero sonar a protagonista de película de horror paranormal, pero siempre que me quedo a solas aquí… sé que en realdad no lo estoy. Ojalá me sintiera así solo por el cargo de mi conciencia. 

Me acerqué al escritorio y me senté en la silla situada frente de él. Vi el gafete con el nombre de mi padre, es lo que más resalta: 



|Christopher Andrey Snyder| 



La puerta y los pasos de mi padre por detrás me causaron un horrible escalofrío en la espalda. Mi subconsciente comenzó a aterrorizarse por lo que pudiera pasar, luego solo vi un vaso con agua en frente mía sobre el escritorio.  

—¿Desayunaste, hijo? Estás muy pálido. 
—Sí... no creo que sea nada importante —no tuve el valor de verlo a la cara, siento que de hacerlo me encontraré con un gesto horrible e intimidante. 
—Vamos —insistió amistoso—, ¿hay algo que te incómoda? Dímelo. Soy tu padre, puedes contarme lo que quieras. 

Dicho y hecho, levanté la vista y me encontré con esa mirada que te hace sentir inquieto, una muy perturbadora. ¿Es normal incomodarte con la mirada de tu padre? Su voz y acciones no combinan nada bien con su gesto. De no hablar, siento que me va a torturar para hacerlo. 

—C-cuando salí de casa, me encontré con un hombre de traje recargado en su coche. 
—¿Le tienes miedo al chofer, Cris? —rio. 
—No era el chofer, era un detective. 
—¿Y por eso te preocupas? —alzó la ceja. 
—Nos vigilan. 
—Hay gente muy morbosa en el mundo, hijo, creí que ya sabías eso... 
—Me hizo varias preguntas respecto a la escuela... respecto a ti. 
—Es normal que la gente quiera saber sobre tu padre, mira la posición que tengo. 
—No sé si me estás evitando o de verdad no entiendes lo que trato de decirte. 
—Es de las pocas veces que me hablas con seriedad —sonrió con orgullo—. ¿Qué le dijiste? 

Sentí su pregunta con un tono de amenaza, aunque su mirada no ha cambiado. Estoy frente a un desfibrilador, pero uno que no busca mi bien. 

—Nada. Puse la excusa de que podía llegar tarde a la escuela. 
—Entonces, ¿cuál es el problema? 
—Son las preguntas que hizo, seguro sabes de qué hablo. 
—¿Quién crees que es tu padre Cris ¿Un maestro de segunda? No tienes nada qué temer. 
—Pero es probable que siga ahí para cuando regrese a casa. 
—Puede esperar ahí los días que quiera, hacer las fotos y las entrevistas que le plazca, no va a encontrar nada en nosotros. ¿Ya lo olvidaste? 

Resignado y con más cargo de conciencia que antes, me encogí de hombros. No tengo apoyo aquí, no sé por qué aún lo intento. 

—Ese detective no puede hacer nada contra mí. Actúa como siempre, sí quiere interrogarte, no te niegues. Accede y finge que no sabes nada. 
—Sí, padre... 
—Ese es mi hijo. Mira la hora que es, ve a clases, no quiero que llegues tarde. 

Fui torpe al tomar mi mochila, varias cosas se regaron cuando quise recogerla. Mi padre rio entretenido, se levantó y me ayudó a recoger mi desorden, acomodó los tirantes en mis brazos y me despidió con una palmada en mi espalda. Creí que hablar con él me haría sentir mejor, pero solo empeoró las cosas. Estos actos de simpatía los siento como tomar un dulce envenenado de las manos equivocadas. 

Tras salir Cris, el director volvió a su silla. Se recargó en el respaldo relajado y luego, el demonio emergió en forma de una sonrisa maliciosa: 

—Creí que eras más listo, Alex —rodó una moneda por sus dedos con habilidad—. Sabía que no te quedarías de brazos cruzados... pero no sabes disimular ni un poco— la lanzó al aire y la atrapó—. ¿Acaso la muerte de tu nana te afectó tanto? Pobre de ti... 

Admiró el brillo del metal, mismo que refleja su futuro lleno de esplendor. Uno no muy lejano según sus planes. 

—Lástima —volvió a lanzar la moneda—, quería jugar un rato más contigo... 

Esa última atrapada significó todo. Descubrir la cruz en la moneda fue lo que detonó la maldad en este frívolo ser. La habitación se ahogó en memorias de caos y lamentos inocentes imperceptibles para cualquiera, donde la traición y la ambición fueron las que llevaban en sus manos las riendas del destino. Bien dicen que una vez en el infierno solo el diablo te podrá ayudar… la cuestión es, ¿cómo saber quién es el verdadero demonio en esta sociedad? 

—Fin del juego, Alex Blake. 
 




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