Honest (editando)

Capítulo 64

Abigail se enteró muy pronto sobre el asunto de Roberto, tuve que explicar el producto de mi malestar hace pocas horas También vino incluida la poca pero útil información que Sara me dio. 

—No sé qué pensar... el estrés de ayer me volvió un completo pesimista. Por alguna razón me convertí en alguien capaz de sentir las malas noticias o eventos desafortunados en carne propia. 
—No podemos prestarnos a suposiciones. Tendremos que averiguar que sucedió en realidad —camina a mi lado por el pasillo sin perder ritmo—. Hay que ir al hospital, si los comentarios hechos tienen un poco de realismo, él debe estar ahí.  
—Si es que aun esta con vida  —la mirada juzgante me cayó de inmediato por ser pesimista, pero no me voy a disculpar por esta horrible corazonada. 

Llegamos al hospital en breve. 22 y 24 se mantienen cerca de nosotros mientras nos acercamos a recepción. Esa sensación de miedo y ansiedad que experimenté en este mismo lugar volvió, recordé el día en la morgue y el sudor frío comenzó a sentirse. Estaba a un paso de preguntar, pero mi cuerpo se negó y di un paso atrás. 

—No puedo hacerlo... —fue lo que contesté cuando Abigail volteó a verme confundida—. No quiero pasar por esto de nuevo —estuve a nada de huir, pero ella me detuvo para darme fuerza. 
—Esté bien, no tienes que tener la palabra. Deja que yo me encargue. 

Pasaron varios minutos, estar de pie e ir de un lado a otro no me ayudaba, así que decidí sentarme. Abigail habla con la enfermera, sus gestos de negación y afirmación, solo me ponen más nervioso. Igual a padre primerizo, me levanté de inmediato en cuanto la vi caminar hacia mí: 

—¿Qué pasó? 
—Está vivo, está aquí. 
—¿Pero? —es obvio que no puedo tener tanta suerte. 
—Está en coma —el estómago me dio una vuelta completa—. La enfermera mencionó que sufrió un infarto. Lograron salvarle la vida, pero no ha despertado desde entonces. Está estable y dijeron que puedes verlo si quieres. Es tu decisión. 

Bien pude pensarlo dos veces, pero para cuando reaccioné, ya caminaba detrás de una enfermera con rumbo hacia nuestro destino. Por un laso está bien, mi lado racional hubiera huido como un cobarde. Es curioso, es la primera vez que estoy en el hospital con el fin de visitar a alguien, “normalmente” no llego a tener la opción de esto. Por otro lado, no le veo mucho sentido a esta visita, ¿qué puedo hacer yo? Solo mirar a un amigo en un estado que nadie querría experimentar. 

Mi escolte terminó. Una vez adentro cerraron la puerta detrás de mí; el monitor de signos vitales marca unos latidos del corazón saludables, es lo único que hace ruido con un pequeño eco en la habitación. Tomé asiento al lado de la camilla, solo para vivir la verdadera impotencia de este momento; su pecho sube y baja con cada respiración. Creer que puede despertar en cualquier instante y ser testigo de cómo sus ojos se abren de nuevo sería una vivencia increíble, pero solo me engaño a mí mismo al pensar algo así. 

El vacío de añoranza que mi pecho conoce volvió a hacerse presente; la última vez que lo vi de pie fue tan amable como siempre. Ahora solo lo veo dormir y respirar con una máscara de oxígeno, jamás imaginé verlo en tal estado. Los pensamientos llenos de coraje tuvieron su gran aparición: “¿Todo fue casualidad?” “¿Te hicieron algo?” Odio no entender las cosas, pero mis manos están atadas. Nadie me va a dar respuesta. 

—He leído testimonios de gente que ha estado en coma —dije sin esperar una contestación—. Algunos dicen ser capaces de oír a la gente que hay a su alrededor, aunque no puedan decir nada. No sé si me escuchas, pero si lo haces... quiero que sepas que estoy agradecido por todo lo que has hecho. Siempre me ofreciste tu ayuda y me demostraste tu amabilidad, me encantaría saldar mi deuda —agaché la mirada producto de las ganas de llorar—. No sabes lo mucho que me duele verte así. No sé qué sucedió en verdad, no me gustaría pensar que esto ocurrió por relacionarte conmigo… pero sí fue así, te pido perdón. Nunca quise que alguien saliera herido por mi culpa... 

Apreté los puños contra mis rodillas lleno de aflicción. Todo el peso que llevo en los hombros durante los últimos meses se volvió más evidente que nunca; llevó conmigo el dolor de mis seres queridos, es una carga que no le deseo a nadie. 

—No sé qué hacer ahora, no quiero perder a nadie más. Ojalá pudieras darme un consejo… 
—Es muy importante nunca dejar de intentar. 

Levanté la vista de inmediato al escuchar su voz, pero su estado no ha cambiado. Sigue dormido, ¿cómo es que lo escuché hablar? ¿Por qué siempre que recurro a este tipo de acciones experimento cosas que no parecen tener sentido?  

—Excelente, me estoy volviendo loco. Escucho voces y ahora creo que alguien en coma me habla. Muy bien, Alex... —me cubrí los ojos para analizar el suceso con calma—. Haya sido una alucinación o no, hay algo de cierto en esas palabras, suena exactamente como algo que dirías tú… De acuerdo, seguiré intentando. 

A pesar de ser un día que aparenta estar lleno de decepciones hace un calor increíble. Durante el viaje en al auto Abigail terminó por dormirse en mi hombro. También entré en un estado de somnolencia, entonces mi celular recibió una llamada. Mi yo adormitado contestó: 

—¿Sí?  
—Soy yo, Blake —saludó el detective, quien obvio está más despierto que yo. 
—¿Alguna novedad? —me tallé los ojos para intentar despejarme. 
—Tengo información que puede sernos de utilidad. Reconozco el modelo de la pistola con la que asesinaron a su nana, también fui al lugar de lo hechos y resulta que no hay algo especial en él. La zona es transitada, no es un sitio solitario que beneficie la situación. 

Esperé a que agregara algo más, sin embargo, su silencio buscaba una respuesta de mi parte. Lástima, porque no entendí esa idea brillante que quiere transmitirme. 

—Lo siento, no comprendo —¡despierta, Alex! 
—Lo que quiero decir es que la persona responsable sabía lo que iba a hacer y no dudó en ningún momento. Creí por un momento que puede tratarse de un profesional. 
—¿Un asesino a sueldo? 
—Quizás alguien con esa mentalidad… el arma que usaron fue una CZ 75. ¿Tiene algún conocimiento sobre esta clase de arma, Blake? 
—Me temo que no. 
—No es un modelo que usen los profesionales, es más bien adquirida como un bien material. 

Apreté los ojos mientras presiono ligeramente el puente de mi nariz para poder asimilar la información que comenzó a darme, siento que va muy rápido (en definitiva aún no estoy del todo atento): 

—Tengo dos teorías: la primera, la mente maestra que ordenó el asesinato de la señorita Ana exigió que se ejecutara con dicha arma, la segunda, que la persona que planeó el atroz acto y el verdugo sean uno mismo. 
—No lo sé... no creo que al sospechoso le sea posible llevar a cabo el acto. Lo digo por razones de organización. 
—¿Tiene algún argumento que me contradiga? 
—Conozco la rutina de su puesto como director del instituto, es muy demandante —sin mencionar que es muy seguro que odie mancharse las manos. 
—Por lo que tengo entendido todo esto pasó cuando el curso escolar estaba en pausa, ¿no es así? 
—Las clases se pausaron y dieron inicio a las vacaciones, los docentes y el director laboran durante ese periodo de tiempo. 
—¿Cómo sabe eso? 
—Ya se lo dije antes… mi padre era director del instituto antes de fallecer. 

Qué difícil fue volver a repetir eso. Extraño esos días con el llevando dicho cargo.  


—Tiene razón. Eso argumenta su teoría, gracias por refrescarme la memoria. Planeo dirigirme al instituto para hablar con su testigo, ¿esta hora es prudente? 
—Respecto a eso, hubo un percance, está hospitalizado.  
—Entonces, ¿cambio de ruta?  
—Está en coma. Me enteré recién, tendré que pensar en algo más... 

No me gusta ver las cosas de esta forma, pero la ausencia de Roberto va a perjudicar mucho los planes. Decir que pensaré en algo más es mucho hasta para mí; no puedo reemplazar ese testimonio. Mi primer y más fuerte arma se desvaneció de un día para otro. 

—¿Relaciona al sospechoso con todo esto, Blake?. 
—No me gustaría hacerlo. Además, no puedo sacar conclusiones claras sin tener suficiente información al respecto. En una situación perfectamente justificable con otros motivos.  
—Bien —suspiró con insatisfacción—, entonces iremos directo al grano. El sospechoso se encuentra a cargo de su puesto, ¿cierto? 
—Es probable —contesté después de mirar la hora en mi reloj. 
—De acuerdo, entonces iré ahora mismo. ¿Está de acuerdo? 
—Haga lo que tenga que hacer. 
—Llevaré a cabo un interrogatorio persuasivo, ¿desea agregar algo más? 

Sería bueno que el hombre se dé cuenta con sus propios ojos de lo que una mente enviciada y avariciosa es capaz de hacer (si es que aún no lo sabe), no obstante, vi necesario darle un pequeño adelanto sobre el tipo de persona que es. 

—Debo decirle algo sobre él: ignoro con qué tipo de gente ha tratado en su trabajo, pero él no es como cualquiera. 
—¿A qué se refiere exactamente? 
—Es un controlador, un manipulador. Maneja las masas a su antojo, todos los docentes dentro de esa institución lo siguen y obedecen sin cuestionarle nada. Tiene una personalidad intimidante, no se deje llevar por las apariencias. Solo... tenga cuidado, sabrá a lo que me refiero en cuanto lo trate. 
—Lo tendré en cuenta. Hasta luego. Blake. 

Espero que eso haya sido suficiente advertencia; una mente débil aún aconsejada es capaz de caer y ser sometida ante los mejores. Ese hombre es de lo peor, su puesto lo ha llevado a ser el mejor en lo que hace y no ve a nadie como una competencia. Tiene un ego inmenso… además de todos los rasgos que lo catalogan como un controlador. He sido testigo de cada uno de ellos: ambición desmedida, victimización, falta de empatía, moldea la confianza a su antojo, usa la culpa con el favor de su lado… desde que los noté supe que debía andarme con cuidado.  

Me recargué en la cabeza de Abigail mientras pienso en todo de nuevo; había olvidado que Roberto iba a ser mi testigo. Desde que supe de su decaída dejó de importarme por un momento su papel en mi juego, debí pensar en un plan B para esto. Lo último que deseaba era pensar en un futuro desafortunado para él, aunque de haber visto más a haya de lo ordinario, tendría un respaldo suyo conmigo. Odio enterarme de que pude ser precavido. Por ahora lo único que quiero es saber que sigue con vida y que se repondrá pronto. No por mí y esto, sino por su bienestar. 

¿Debería contratar un guardia para su habitación? O será demasiada prevención. Basta, Alex… no me hago nada de bien al pensar en esto. La seguridad del hospital es más que suficiente. 

Espero que todo salga bien con el detective, se ve que es listo y serio con su trabajo. No creo que se deje manipular tan fácil. Quizás ahora pueda dormir un poco... en este auto, pero en paz. 
 




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