El detective llegó en cuestión de minutos a su destino, estacionó el automóvil cerca de la entrada y encaró con formalidad la ventanilla del policía que se hallaba abierta:
—Buenos días, caballero—tomó por sorpresa al guardia, más no se burló de su graciosa reacción—. Solicito la entrada para compartir palabras con su apreciado director, por favor. ¿Debo registrarme?
La cordialidad no fue tan bien recibida; la manera de actuar del hombre solo causó desagrado en el policía, quién no se limitó a una simple mirada de ceja levantada para expresar su desagrado:
—Esto no es un hospital, señor, si no es un estudiante o docente no puedo permitirle el acceso.
—¿Podría llamar a su superior? Necesito...
—Escuché, no me haga perder el tiempo. Solo tengo permitido dar la entrada a profesores y estudiantes, y usted... no es ninguno de esos dos.
—Creo que no me entiende, caballero —sacó su identificación para ser breve. La altanería del guardia desapareció en un dos por tres para mostrar cierto arrepentimiento—. Mi intensión no es hacerlo perder su tiempo, tampoco vine en busca de problemas, como ya le mencioné, necesito hablar con el director de esta institución. ¿Sería tan amable de dejarme pasar?
El joven guardia no quería admitir su error al tratar de manera despectiva al profesional, más no tuvo otra elección que resignarse. Terminó por abrir la puerta y dio paso a un proceso de seguridad:
—Necesito registrarlo —explicó el policía con el temor de enfrentar un alboroto, sin embargo, dicha inspección no era nada extraña para el detective. Estiró los brazos y se dejó palpar—. ¿Lleva algún arma consigo?
—Así es. Puedo mostrarle mi permiso si así lo desea.
De nuevo, la amabilidad solo fue tomada como una burla. Una breve conversación por radio anunció la inesperada visita del detective. Un poco de paciencia fue suficiente para encarar al segundo pilar de la institución: el subdirector.
—Buenos días —saludó cordial como si tratara a un docente más, se le veía un tanto apresurado—, ¿en qué puedo ayudarle?
—Lamento molestarlo durante sus arduas labores académicas, seré breve: necesito hablar con su superior de inmediato.
—¿Y usted es…? —la pregunta se contestó con la placa oficial—. ¿Qué hace usted aquí? — la cordialidad se convirtió en frialdad.
—Como ya le mencioné necesito hablar con su superior. No me tomará mucho tiempo, prometo no causar molestias.
Al igual que el guardia y al no haber un motivo justificable para negarse, la visita tuvo que ser procesada al momento. Mientras el subdirector guía al “infiltrado”, trató con su último recurso disponible:
—No le puedo asegurar que lo reciban, el director es un hombre ocupado.
—Me imagino, pero sospecho que corro con algo de suerte. No tendré que volver después de hoy —la gran confianza de este hombre es muy útil para lo que está a punto de enfrentar.
De nuevo, la espera se hizo llegar mientras se notificaba de manera directa al manda más sobre el incidente actual. Por sorpresa, el director no quiso postergar la visita, un punto que hace sospechar a nuestra mente maestra en los actos criminales.
No le dieron tiempo ni de cerrar la puerta por cuenta propia, es como si lo hubieran metido en la jaula de un feroz tigre. La silla principal ve hacia a la ventana, se distingue a alguien sentado con unos papeles en mano. Para el detective esto iba a ser un interrogatorio más como los tantos que ya ha llevado a cabo, lo que no sabe es que se va a convertir en un nuevo títere de la colección perteneciente a esta mente despiadada. Será víctima de todos los rasgos pertenecientes a un controlador sin saberlo o siquiera notarlo.
El hombre se aclaró la garganta para llamar la atención, la silla giró y se encontró con el semblante amenazante de su principal sospechoso, el cual, logró incomodarlo a los pocos segundos. Bien podría interpretarse como el gesto de alguien con una genética gruñona o bien, como el rostro de alguien que detecta de inmediato cuando un ser representa o no un reto.
—Buenos días —el director tuvo la iniciativa al no escuchar nada venir de su visitante.
—Saludos —contestó con un escalofrío inesperado en su espalda, supo disimularlo bien.
—Usted es el hombre que quiere verme, ¿no es así? Por favor, tome asiento —señaló la silla frente a su escritorio y dejó los papeles sobre la superficie para continuar con ellos después.
Encarar al director fue tarea que cada vez se volvía complicada, mientras más se acercaba a él más penetrante e intensa se volvía su mirada.
—Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?
—Me gustaría hacerle unas preguntas, soy detective —enseñó su identificación.
—Por favor, —sonrió con una risa corta— no me llame así. Llámeme Christopher. ¿De qué se trata todo esto?
Una foto fue dejada sobre su escritorio con el fin de que la analizara. El detective buscó algún tipo de reacción en su rostro o lenguaje corporal, pero Christopher solo miró la imagen como si se trata de una revista. No se detectó nada fuera de lo normal
—¿Conoce a esta mujer? —insistió en hallar algo.
—Me parece que no. Veo muchos rostros por aquí más nunca olvido alguno; el suyo no me es familiar.
—La mujer fue victima de asesinato hace poco tiempo, su nombre era Ana y trabajaba para la familia Blake.
—¿En serio? Es una pena.
—¿No la reconoce?
—Ahora que menciona esa familia... —llevó su mano a la barbilla— quizás sé algo sobre ella, pero… debo ponerlo en contexto para que entienda de lo que le voy a hablar, si es que le interesa.
Esa fue una respuesta inesperada. ¿Primero no y luego sí? ¿Fingir ignorancia? El juego del manipulador apenas va a comenzar.
—No la reconozco a ella, pero sí conozco a la familia Blake. Darrell Blake, era el padre de esa familia, un gran hombre, un gran compañero y líder pasado… hasta que lo perdimos. Fue una tragedia. Tiene un hijo, Alex Blake, asiste a esta escuela, lo conozco. Supongo que ella era la persona que velaba ese día...
—¿Perdón?
—Yo le explico. Conocí de muchos años a Darrell y fue algo muy doloroso perderlo. Tuve que tomar su lugar en el instituto con el fin de que no hubiera problemas administrativos, pero lo que más me dolió, y duele, es ver a su hijo en tal estado depresivo.
¿Cómo de la foto de una difunta se pasó a un tema familiar? Es un juego de interés que los controladores usan; ellos no te dicen lo que quieres oír, te dicen lo que ellos quieren que escuches. Abrirse de manera repentina pone al sujeto de prueba en una zona confusa, donde la mente más astuta toma el control. El detective desconcertado por el cambio de humor solo pudo atenerse a la nueva información. Se le advirtió sobre un ser horrible, ¿acaso Alex se había equivocado?
—Como ya le dije, él asiste aquí. No estoy muy relacionado con él, no trato mucho con los estudiantes, pero no puedo evitar sentir lástima y empatía por lo que le pasó.
—¿Sabe lo que sucedió?
—Así es. Después de perder a Darrell muchas cosas se salieron de control, pero la escuela debía de seguir, con la intención de no afectar a los demás estudiantes. Obvio Alex no entraba en ese tipo de solución, tampoco era correcto exigirle en su etapa de duelo. Todo lo que pasó debió ser muy duro para él. Es un chico muy inteligente, pero también muy renegado. En varias ocasiones traté de ayudarlo, no obstante, en todas se negó. Dio rienda suelta a su rebeldía en las instalaciones y rechazó toda la ayuda que se le brindó.
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Editado: 26.07.2024