Cris
Bajé rápido las escaleras para dirigirme a la cocina. Ignoro qué le sucede a Sara, nunca la había visto así. Estoy preocupado, pero no voy a cuestionarla. En estos casos es mejor esperar a que la persona se decida a querer compartir las palabras.
Pasé por las cocineras para llegar al refrigerador y saqué una paleta de chocolate. Me di la vuelta para ir de regreso a mi habitación, pero me topé con mi padre en el pasillo. Me perturbé un poco, pues creí que seguía en su oficina. Odia que gente venga a nuestra casa y de alguna forma tengo prohibido invitar a alguien, pero no iba a dejar a Sara en la calle.
—P-padre —comenté nervioso al verlo a la cara.
—Casi chocamos.
—Lo siento...
—¿Qué te sucede? ¿A dónde vas con tanta prisa?
—A mi habitación.
—¿Sigues estudiando?
—Sí. Solo vine por un poco de azúcar para poder continuar...
—Perfecto —me dio un par de palmadas en el hombro—, que bueno que a pesar de que se suspendieron las clases sigas con tus periodos de estudios —orgulloso, comenzó a caminar.
—¿Por qué pausaste el curso? —pregunté con seriedad sin verlo. Escuché que sus pasos se detuvieron, pero solo nos hablamos a las espaldas.
—Tuve que hacerlo. Había unos desperfectos en las instalaciones que debían ser reparados cuanto antes.
—¿Desperfectos? —me giré para encararlo.
—Sí —hizo lo mismo.
—¿Qué desperfectos?
Se acercó en silencio, por un momento pensé lo peor, pero solo puso sus manos en mis hombros:
—No te preocupes por eso, hijo. Continúa tus estudios, todo esto no afectará tus exámenes de admisión —sonrió simpático. Alejó sus manos y se fue por el pasillo.
No puedo pensar en esto ahora, debo ir con Sara.
Paola
Corrí a mi cuarto despavorida y me encerré. Marqué de nuevo a Sara y ahora ni siquiera suena, se va directo buzón. ¡No vuelvo a dejar que haga planes por su cuenta! Es muy descuidada cuando se trata de cosas delicadas. Lo intentaré de nuevo hasta que me conteste.
Josh
Mantuve la vista en la puerta por unos segundos después de que Paola me la azotara en la cara. ¿Por qué tengo un mal presentimiento? Igual y es solo es mi imaginación, deben estar ocupadas con algún asunto suyo. Mejor no insisto más.
Me di la vuelta para regresar a mi moto e irme. Estuve a nada de tomar mi casco, cuando alguien abrió la puerta y me llamó por mi nombre: es el padre de Paola.
—Buenas tardes, señor, no esperaba verlo hoy —saludé alegre.
—¿A dónde vas? —corrió para acanzarme—. No te desanimes, solo está nerviosa.
—¿Disculpe?
Me dio palmadas en la espalda para hacerme avanzar con él de regreso a la casa.
—No por esto tienes que irte, que una puerta azotada en la cara no te detenga, hijo.
—No me voy por eso —sonreí divertido, qué ocurrencias las de este señor—, me parece que está ocupada. No quiero interrumpir.
—Qué va, entra.
Paola
¡Demonios! ¡Voy a matarla lo juro! Me llamaron con exigencia desde abajo, así que tuve que correr.
—¡Papá! —dije sorprendida, nunca me ha levantado la voz al llamarme. Ver a Josh sentado en el sofá atrás de él no me da buena espina.
—Jovencita, ¿estos son los modales que te he enseñado? ¿Qué manera de tratar a nuestros invitados es cerrarles la puerta en la cara?
Josh prefirió apartar la mirada de nosotros por lo incómodo que se siente; ya somos dos.
Por la mirada de mi papá puedo deducir que me ordena a disculparme por mi mal comportamiento y en casos como este no me puedo oponer a él, por más que quiera. Se fue por el pasillo disgustado y me dejó sola con Josh.
—¡Argh! —exclamé fastidiada—. Ok, ok, perdón por azotarte la puerta en la cara —suspiré y crucé los brazos.
—No te preocupes... todos tenemos malos días.
No podré cubrir a Sara por mucho tiempo más, al menos no con Josh y no importa cuanto actúe, lo va descubrir. Si fuera cualquier otra persona podría manejarlo bien, soy buena para mentir y manipular (no me enorgullezco), pero Josh no es nada tonto. Estoy segura que ya sospecha algo y si soy sincera estoy preocupada.
—No es necesario que me recibas por obligación —se puso de pie—. Si estás ocupada...
—Espera, hay algo que tengo que decirte.
Cris
Entré en mi habitación y cerré la puerta. Sara se había recostado en la cama, me senté a su lado.
—Toma, el chocolate te ayudará.
—Gracias, Cris... —tomó la paleta. Se incorporó, le quitó la envoltura y comenzó a comerla—. ¿Cómo me encontraste?
—¿Encontrarte?
—Estabas ahí... llegaste a tiempo.
—Oh. te refieres al jardín… supongo que fue una casualidad —alcé lo hombros y sonreí.
—¿Tú crees?
—Sí y aunque no haya sido eso, que bueno que te encontré.
—¿Qué hacías ahí?
—A veces salgo a caminar para despejar la mente, segregas endorfinas y al mismo tiempo reduces el estrés.
—Supongo que tus cursos te tienen muy estresado.
Ojalá fuera solo por eso...
—Sí, ya sabes, trabajo y trabajo. ¿Tú que hacías ahí? Ese lugar está muy lejos de tu casa. ¿Te perdiste?
—No —se limpió un ojo—, no es eso. Sólo... corrí y no me fijé a dónde iba.
—Suele pasar. Igual es una buena manera de explorar y descubrir cosas. No es malo de vez en cuando avanzar sin tener idea de a dónde vas, así se descubren las mejores cosas de la vida... sin saberlo. Si planeas todo, la vida se vuelve aburrida.
—Supongo que sí —sonrió e hice lo mismo.
Después de algunos minutos y cuando se sintió cómoda, me platicó lo que había pasado.
Christopher se acercó a la puerta de la habitación para pedir permiso para entrar.
—Entonces fuiste a visitar a Alex, todo iba bien y la situación se puso tensa —escuchó decir a su hijo.
Detuvo en seco sus nudillos al escuchar el nombre de Alex. La voz de Sara (sin saber quién era ella) le contó indirectamente la historia. Una sonrisa malvada se formó en su rostro; permaneció al lado de la puerta a escuchar.
—Me gritó que me fuera de ahí y eso hice —explicó Sara—. Salí corriendo y te encontré en el jardín. No sé qué pasó... «no quiero volver a tenerte cerca de mí», esas fueron sus palabras. No sé qué hice mal —suspiró triste.
—¿Y por qué crees que fue tu culpa? Digo… quizás no hiciste nada malo, eso es lo que concluyo de tu historia, a menos que creas que un presente sea algo malo.
—Entonces, ¿por qué dijo eso?
—No lo conozco lo suficiente como para opinar o juzgar sus acciones, pero lo que es seguro es que tiene sus razones para hacerlo.
—¿Cuáles podrían ser?
—La gente se aleja por desprecio, necesidad, por miedo al compromiso o a veces por motivos infantiles y sin sentido… pero también por aprecio y cariño hacia alguien.
—¿Cómo podría ser eso?
—Cuando quieres, quieres lo mejor para ese alguien, buscas su bienestar. No necesariamente son palabras bonitas lo que demuestran el cariño que se siente.
—Podría ser... algo muy loco, pero puede tener sentido.
—Quizás solo quiere protegerte de algo... de él quizás.
Su cara de sorpresa me tomó desprevenido.
—¿Por qué haría algo así?
—Temo que no lo sé...
—¿Tú qué piensas?
—Quizás solo necesite espacio, pero no tengo nada claro y opinar al respecto sin saber no es correcto. Solo puedo decirte que no te angusties, seguro las explicaciones llegarán cuando menos te lo esperes.
—Ojalá así sea... Gracias, Cris, ya me siento un poco mejor —sonrió.
—Me alegro de haber podido ayudar.
Su teléfono hizo ruido estando dentro de su bolso. Lo sacó despreocupada, pero su expresión cambió totalmente cuando vio la pantalla con los ojos como platos:
—Ay no...
—¿Todo está bien?
—¡Paola va a matarme! Debo irme —se levantó y fue directo a la puerta.
—Oh, espera —logré detenerla al tomarla del brazo.
—Tengo que llegar rápido con ella.
—No es buena idea salir por aquí.
Sara
—¿Por qué no? Las puertas sirven para eso.
—Después te lo explico, ven —me llevó hasta la ventana y la abrió.
—¿Quieres que salgamos por ahí?
—Yo no, tú lo harás.
—¡¿Qué?!
—No te preocupes, es fácil.
—¿Por qué tu no vienes?
—Se supone que estoy estudiando... Mi padre es muy estricto en algunos aspectos.
—¿No te deja tener invitados?
—No deja entrar a cualquiera, pero no te iba a dejar ahí sola.
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Editado: 26.07.2024