Alex
Después de hablar con Abigail, partió con Alfred en su coche. Me dispuse a planear mi siguiente movimiento del plan, cuando tocaron la puerta. Lo primero que pensé fue que Abigail había olvidado algo y no dudé en ir a abrir. Estuve a punto de quitar el pasador, cuando el ruido proveniente de la puerta trasera me alertó, alguien entró por ahí. Antes de poder alarmarme vi a Josh, fatigado por no sé qué motivo.
—¡Josh! ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? —lo ayudé a incorporarse pues de la prisa terminó hincado en el suelo. Tocaron de nuevo la puerta principal—. Espera aquí, debo...
—No abras —contestó agitado—. Son ellos.
—¿Qué? —insistieron del otro lado en obtener una respuesta.
—Tenemos que salir de aquí
—Pero, ¿cómo sabes que...
—Los vi llegar. Afortunadamente llegué antes que ellos, tuve que planear algo rápido.
—¡Abran la puerta! ¡Es la policía! —gritaron tras casi tumbar la madera.
—¿Qué vamos hacer? —comencé a preocuparme.
—Tranquilo, tenemos todo bajo control.
—¿Tenemos?
—Confía en mí.
Fuera de la casa
Una pareja de policías era quien tocaba la puerta sin ser amable y al no obtener respuesta, optaron por usar la fuerza. Uno de ellos sacó su pistola y voló la cerradura de un disparo. Se hicieron paso con un patada y buscaron al inquilino con la mirada.
—Registra las habitaciones —ordenó uno de ellos al no detectar movimiento.
Mientras todo sucedía adentro, dos personas se acercaron a la puerta mientras platicaban. Ver el ultraje los alarmó, abrieron lo que quedaba de la puerta con angustia y casi de inmediato se escuchó un grito agudo. Thomas y Carl eran los nuevos en el área y ver al policía con un arma lista para usarse no los hizo sentir bien. Carl estaba disfrazado de mujer con una peluca larga y algo de maquillaje en su rostro, fingió su voz lo más "femenina" que pudo para poder pasar como chica. Thomas viste normal, finge ser el dueño del departamento y la pareja de Carl.
El policía no dejó que hicieran preguntas y les ordenó poner las manos en alto.
—¡Esto es inaudito! ¿Qué hacen ustedes aquí? —exclamó Thomas—. ¡Rompieron mi puerta!
—Esto va a salir caro, querido —añadió Carl dentro de su papel.
—Tenemos informes de que un fugitivo se esconde en esta propiedad —aclaró el hombre armado.
—¡Eso es una estupidez! ¡Largo de mi casa!
—¿Ustedes viven aquí? —preguntó el policía que registraba el lugar tras acercarse para ver qué ocurría.
—Sí, comenzamos a rentar este lugar hace un mes.
La explicaciones de los desubicados testigos desconcertó a los hombres. Mientras Carl se esforzaba en mantener un perfil tímido con su supuesta pareja, los oficiales decidieron buscar más evidencias.
—¿Tienen alguna forma de probar que viven aquí?
—Tengo los papeles del contrato...—aclaró Thomas con “molestia”.
—Muéstrelos.
Sin dejar de verlo con desprecio “el hombre de la casa” se encaminó a la habitación seguido de un oficial, mientras que Carl era intimidado por el cañón de arma que lo vigilaba.
—Por favor, ¿puede bajar la pistola? —pidió Carl como extra de su guion no ensayado—. Me dan pavor las armas de fuego...
Tras unos segundos, el oficial corroboró a su pareja que los inquilinos decían la verdad. Thomas mostró papeles oficiales, suficientes para probar sus palabras sin opción a cuestiones. Ambos hombres guardaron sus fieles amigas de fuego y sin una pizca de vergüenza, se encaminaron a la salida.
—¡Oigan! ¿Quién va a arreglar esto? —reclamó Thomas ofendido al señalar la puerta.
—Enviaremos a alguien para que lo repare —contestó uno de ellos despreocupado.
No dijeron más, subieron a la patrulla y se fueron, como si nada hubiera pasado. El par de actores suspiró con alivio de poder dejar de fingir:
—Estuvo cerca —dijo Thomas al relajar los músculos.
—Esta cosa me da comezón —dijo Carl al meter la mano entre su cuero cabelludo y la peluca. Por fin pudo usar su voz varonil.
—Ya puedes quitártela, ya se fueron —confirmó al mirar por la ventana.
—¿Por qué soy yo el que se tuvo que vestir de chica?.
—Porque eres el que más se parece a una —rio, solo para ganarse el desprecio de su compañero—. Buena actuación, creo que lo logramos.
—El "querido" lo aprendí de Abigail, —se quitó la peluca y sacudió su cabello— creo que da un toque femenino muy notorio.
—Parece que sí —sacó su teléfono.
—¿Qué vas a hacer?
—Le diré a Josh que lo logramos.
Hubo un pequeño silencio sospechoso. Como se nota que estos chicos no pierden ni una oportunidad:
—¡¿Me tomaste una foto?!—reclamó Carl.
—No...
—No quitaste el flash, baboso.
—Ups —dijo sonriente al verificarlo
—¡Borrarla!
—¡Es para el recuerdo!
—¡Borra eso ya!
—Vamos te ves linda, "Carlita". Lo pondré de fondo de pantalla —cumplió con sus palabras al instante.
—Me las vas a pagar...
La diversión se vio interrumpida por una llamada que Thomas recibió:
—¿Todo bien? —preguntó Fred del otro lado.
—Sí, ya me encargué de ellos. Se fueron sin sospechas, fue más fácil de lo que pensé —Carl se pegó a la bocina del teléfono para escuchar.
—Menos mal. Josh ya está con nosotros.
—¿De verdad crees que sea buena idea que Alex se oculte en nuestra casa?
—Ya no hay otro sitio seguro en estos momentos. Además, Alex quiere acabar con esto de una vez por todas.
—¿Ya les dijo algo del plan?
—Nop. Pero por ahora necesito que regresen.
—No podemos. Los policías rompieron la cerradura de la puerta. Parece que... le dispararon para entrar —dicha víctima cayó al suelo totalmente inservible.
—Qué agresividad —exclamó Fred con rastros de sorpresa—. Menos mal sacamos a Alex de ahí a tiempo, no me imagino qué hubiera pasado si lo encontraban.
—Por fortuna siempre tienes un plan de emergencia. En fin, tenemos que quedarnos aquí hasta que lleguen y reparen el daño.
—No necesitan estar los dos. Quédate tú y que Carl regrese.
El rostro de decepción de Carl conmovió a Thomas:
—Acaba de quitarse la peluca.
—Entonces que se la ponga, es por precaución.
—Precaución, precaución… —reclamó Carl en bajo—, solo me quieren de su payaso.
—Quién te manda a ser él más pequeño de nosotros —rio Fred del otro lado al escucharlo—. Anda, te necesitamos.
—Ya voy, ya voy —recogió a la dichosa y la miró con odio.
—Ya sabes qué hacer, ¿no, Thomas?
—Sí: voy a empezar a empacar todo con la excusa de que estoy inconforme con el lugar y con la experiencia. Cualquier cosa te mantengo al tanto.
—De acuerdo.
La conversación terminó. Thomas se desesperó un poco por pensar en cuánto tiempo le tocaría esperar, luego miró a su compañero y sonrió divertido:
—¿Qué? —preguntó Carl confundido.
—Tienes la peluca chueca.
Carl exhaló molesto y maldijo en bajo mientras la acomodaba sin ayuda de un espejo.
—No te enojes, te ves muy linda, mi amor.
—Vuelve a decir eso y... no tengo tiempo para tus tonterías —salió por la puerta empezó su camino.
—Le faltó el “querido”... —rio soñador—. Bueno, tengo cosas que hacer.
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Editado: 26.07.2024