Honest (editando)

Final

Aún viendo a sonrisa macabra en el rostro de Christopher no puedo hacer nada. Mis piernas quieren perder fuerza, tiemblan. Me siento cada vez más débil. Agotado y sin mayor esperanza, soy capaz de imaginar el dolor que un balazo en mi pecho iba a causar. No di señales de querer batallar más, fue entonces cuando alguien me arrebató el arma. ¡Es Cris! ¿Acaso salió de la oscuridad? Su agitación no le impidió apuntar el cañón a Christopher y hacernos a un lado, todo con el fin de protegernos.
—¿Qué haces aquí?—preguntó Christopher. Fue el único que se atrevió a romper el silencio.
—¿Están bien? —nos preguntó nuestro supuesto salvador, ignoró a su padre sin remordimiento alguno. Más que nada, mira a Sara detrás de mí—. Te dije que te iba a proteger, voy a cumplir con mis palabras. —Devolvió la mirada a Christopher—. Baja el arma.
—Cris, soy tú...
—¡Baja la maldita arma!
—Hijo, suelta esa pistola.
—Ibas a matar a Sara... —Christopher se quedó callado al sentirse amenazado por su propio hijo— y luego a Alex. Fui un cobarde por no haberte detenido antes. Asesinaste a gente inocente solo para conseguir lo que querías. Me usaste para llevar acabo tus planes, ¡aún siendo tu hijo me usaste!
—Baja el arma, por favor. —Solo recibió como respuesta una mirada de frialdad—. No le harías daño a tu padre—sonrió nervioso.
—Eres un asesino, tú no eres mi padre. Ojalá hubiera actuado antes —dijo con resentimiento hacia sí mismo—, ¿en qué te has convertido? Todo por algo tan común como el dinero. Lo marchito no volverá a florecer por más que le llores.
Al parecer, la frase le fue conocida a Christopher, pues se alarmó de inmediato.
—Alex —llamó Cris sin mirarme—, voy a pagarte por cada cosa mala que te hice. Con todo el dolor de mi corazón… haré lo que debí haber hecho hace mucho tiempo —apoyó el dedo en el gatillo—, ponerle un fin a esto.
—¡Cris, no! —grité, más no alcance a detener lo inevitable. Disparó a su blanco.
La bala dio justo en el torso de su padre, seguro alcanzó su corazón. Christopher soltó el arma que tenía en la mano al momento del impacto, cayó al suelo microsegundos después. Cris bajó el arma lento, el agotamiento lo llevó al suelo sobre sus rodillas. Sara no dudó en correr para ayudarlo de inmediato.
No había nada que hacer, Christopher está muerto y si no, es lo que le espera; un charco de sangre se esparce sobre el suelo a su alrededor. Sara intentó hacer reaccionar a Cris, pero él solo mira hacia abajo. No es para menos, acaba de quitarle la vida a su propio padre.
Las sirenas de las patrullas provenientes de la entrada quebraron toda tensión. Lograron perpetrar la seguridad con algo de violencia. Un par de policías fue lo primero que vimos y detrás de ellos vienen Abigail, Paola y los chicos. Aquella mujer pelirroja fue la primera en exclamar mi nombre; Josh y los otros la siguieron en trotes para alcanzarme. Mientras tanto, Paola mostró mayor preocupación por Cris y Sara.

Cris aún tiene la pistola en su mano y la escena no lo ayuda en nada. Los policías no dudaron y fueron en contra suya. Alejaron a Sara por la fuerza y lo inmovilizaron contra el suelo mientras lo esposaban. Sara imploró que lo dejaran en paz, quiso ir en contra de su mejor amiga, quien la retenía al saber que no había nada que hacer. Solo hubo un encuentro de miradas despeinadas entre ambos, hasta que se lo llevaron.
La ambulancia también llegó, los paramédicos buscaron heridos de inmediato. Menos mal. A este punto el dolor de cabeza había desaparecido, pero me siento muy mareado, me tambaleó en mi posición. Escucho muchas voces al mismo tiempo que me piden resistir, pero mi conciencia no da para más. Lo último que veo son las luces policiacas bailar entre segmentos borrosos y al final toda luz se desvaneció.

Cómo si no hubiera pasado mucho tiempo, recobré el sentido. Lo borroso se volvió nítido de poco en poco. El sonido de un monitor de signos vitales fue lo que despertó mi oído; estoy en una habitación de hospital.
—Alex —llamó Abigail al percatarse de mi despertar—, gracias a Dios. —Pasó su mano por mi frente e hizo a un lado mi cabello. Miré mi brazo, está vendado. No me duele nada, pero me siento cansado y somnoliento.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí?.
—Solo unas horas —contestó con tranquilidad.
Recordé lo último que pasó en nada de tiempo: Cris le disparó a Christopher, está muerto.
—¿Dónde están todos? ¿Qué pasó? —miré los alrededores.
—Tranquilo, todos están bien —sonrió—. No te esfuerces, no hay por qué apresurarse. Los demás descansan.
La frescura de la habitación me hizo caer en cuenta de mi realidad. Llevé una mano a mi rostro y cubrí la mitad. Mis ojos se volvieron cristalinos:
—Lo logré... lo logré, Abigail. —Me sonrió orgullosa y apoyó una mano sobre mi pierna—. Lo logré, por fin —lágrimas comenzaron a caer.
Me abrazó al conmoverse por mi imagen. Le regresé el abrazo aún cuando mi cuerpo comenzó a temblar. Las pequeñas gotas se convirtieron en ríos.
—Sí, lo hiciste, tesoro. Todo terminó.
Horas más tarde, después de recuperar energías, fuimos a la comisaría. Supe que llevaron a Cris a la zona de interrogatorios, lugar donde ahora me encuentro. Estoy del otro lado, veo lo que pasa a través del espejo espía: Cris declaró todo. Mencionó saber del asesinato de mi padres, dijo que cooperó con Christopher para inculparme, también admitió ser cómplice en el asesinato de Ana. No intentó defenderse, no puso ningún "pero". Habló sin dudar y dijo los puntos como si de enlistar nombres se tratase.
Cuando terminaron se lo llevaron sin decir una palabra más. Los policías hablaron conmigo sobre lo que iba a proceder en el caso y lo que iba a pasar con él. Al salir de la zona de interrogatorios me encontré con los chicos, quienes esperaban pacientemente. Todos vieron cómo se llevaron a Cris esposado, no sabían cómo reaccionar. Alguna vez soñaron con verlo pagar por lo que hizo, pero ya que todo esto sucede, dudan de si en verdad es lo correcto. Esto no acaba aquí, yo tengo la palabra final en el caso y mantengo la idea de culpar a quien de verdad se lo merezca.
Un policía se acercó a nosotros:
—El escrito está hecho, ¿hay algo más que quiera agregar?
—Sí —contesté con toda la seguridad del mundo—. Yo también quiero declarar.




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