Honest (editando)

Final alternativo 2

En el rostro de Christopher había una sonrisa macabra.


No podía mantenerme de pie, mis piernas temblaban y me sentía cada vez más débil.


Respiré agotado, esperaba sentir la bala en mi pecho, pero alguien me arrebató el arma. Era Cris, llegó apresurado tras salir de la oscuridad. Apuntó el cañón a Christopher al mismo tiempo que nos hacía un lado a Sara y a mí.


Todos estábamos en shock por su presencia, Cris intentó recuperar el aliento, estaba agitado.


—¿Qué haces aquí?—preguntó Christopher.
—¿Están bien?—dijo Cris al mirarnos.
—Cris...—dijo Sara asombrada.
—Te dije que te iba a proteger, voy a cumplir con mis palabras.


Obligué a Sara a permanecer detrás de mí y él dirigió su mirada a Christopher.


—¿Qué haces?—preguntó Christopher confundido.
—Lo que debí hacer hace mucho.
—Quítate del medio, Cris...
—No lo haré, esto llegó demasiado lejos.
—¡Quítate del medio!
—¡Sí quieres matar a Alex primero tendrás que matarme a mí!


Tras un pequeño silencio, Cris dejó el arma en el piso, se posicionó en frente de nosotros y extendió sus brazos hacia los lados.


—Vamos, dispárame.


El arma en la mano de Christopher tembló repentinamente.


—¿Por qué te pones en mi contra?—preguntó indeciso—. Eres mi hijo...
—Precisamente por eso lo hago. Nunca estuve de acuerdo con lo hacías, pero no tuve el valor para enfrentarte—suspiró—. Eres mi padre, detente por favor, te lo pido... no quiero que te conviertas en un verdadero monstruo.


Todo se convirtió en silencio, lo único que se escuchaba era el soplar del viento. Christopher se resignaba a ceder, suspiró fastidiado un par de veces, pero Cris no movió un músculo, simplemente esperaba la respuesta de su padre.


Escuchamos un disparo muy cerca de nosotros, pero tras leves segundos revisamos nuestros cuerpos, estábamos ilesos. Los músculos del rostro de Christopher se relajaron y bajó el arma lentamente sin dejar de ver a Cris.


—Te prometo que todo volverá a ser como antes,—dijo Cris—volveremos a ser una familia—dijo aliviado.


Christopher desvió la mirada, no parecía estar muy de acuerdo con abandonar sus planes, pero terminó por resignarse. Dejó caer el arma a un lado y para ese entonces los policías habían llegado. No tardaron en correr hasta él y lo sometieron, no se resistió y dejó que lo esposaran para meterlo a la patrulla.


Caí al suelo de rodillas con la mano en mi brazo.


—¡Alex!—exclamó Sara preocupada, Cris se dio la vuelta.
—Tranquila,—contesté agitado—estoy bien—dije con la voz entrecortada.


Cris se acercó rápidamente y revisó mi herida.


—No es grave, estarás bien—comentó y me ayudó a ponerme de pie junto con Sara.


Los chicos llegaron y nos alcanzaron, la ambulancia llegó y fuimos al hospital.


Horas más tarde nos dirigimos a la comisaria, Abigail estaba ahí junto a 22 y 24. Por primera vez en mucho tiempo pude ver una expresión de seriedad en su rostro.


Había una mesa con una silla y ahí sentaron a Christopher para que mirara a Abigail, ella permanecía de pie frente a él. La policía la apoyaba y tenían que obedecer sus órdenes.


Los delitos que Christopher había cometido afectaron a las siete familias, por lo tanto, todo el odio y el desprecio de la sociedad cayó sobre él, su destino sería decidido por ellos. Tenían el poder para decidir qué hacer con él y nada podía alterar ese hecho. Con solo entender eso es posible tener una idea de qué tan poderosa era la sociedad que lideraba mi familia. Su poder era abrumador.


John Lexigton, el padre de Abigail, le otorgó el mandato para que se hiciera cargo de todo, ella era la que representaba a las familias en este momento.


Permanecí en silencio y presté atención a lo que sucedía.


—Señor, Christopher Andrey Snyder,—llamó ella—creo que no tengo que mencionar los motivos por los que está aquí.


Christopher la miró en silencio.


—Soy la representante de las siete familias y hoy decidiremos qué sentencia se le asignará por sus crímenes. Cometió un total de cinco asesinatos, tres de ellos fueron de miembros de la sociedad y los otros dos fueron personas cercanas a la misma. Cometer un asesinato está castigado con una pena que va desde los quince a los veinte años de prisión como mínimo, elevándose hasta los veinticinco si concurren dos o más circunstancias específicas del delito. En algunos países se sanciona con cadena perpetua o incluso con la pena de muerte y le aseguro que varios miembros de la sociedad apoyan esa sanción. Sin embargo...
La confusión se hizo presente en el rostro de Christopher.


—Eso va en contra de nuestros principios. Varios concordamos en que ni siquiera la muerte es suficiente para hacerlo pagar por el daño que ha causado, entonces se tomó la decisión final—suspiró—. No se le dará a conocer el tiempo de su condena.
—¿Qué? ¡Es mi derecho saberlo!
—Lo era, pero debido a sus crímenes ese derecho se le fue revocado con éxito.


Christopher la miró con miedo.


—No puedes hacer eso...
—Esto es lo que sucederá, pasará los días en la cárcel sin saber cuánto tiempo le queda y de esa forma, vivirá en carne propia el dolor y la desesperación que hizo sentir a otros. Como le dije, la muerte no es un precio justo para hacerlo pagar, pero es suficiente con que se despierte cada día pensando que es el último.


El miedo se convirtió en angustia, pero la decisión estaba tomada y no había vuelta atrás.


Antes de que esto pasara hablé con Abigail sobre lo que iba a hacer. Soy consciente de lo que va pasar con Christopher y es por eso que le pedí algunas cosas a Abigail pensando en Cris y en su madre.




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