Prólogo

PRÓLOGO

HADES

Todo era oscuridad.

Podía sentir aun mi espalda arder como si fuego la quemara. No podía moverme.

Todo mi cuerpo dolía.

Jodidamente todo dolía, incluso respirar.

Creí escuchar personas hablar. Cada segundo me encontraba débil que el anterior y sentía que estaba ahogándome.

―Aun tiene pulso, pero es débil.

Me movieron y se sintió terrible, mi dolor se multiplico. Escuchaba gritos que poco a poco disminuyeron, hasta escucharse lejanos.

De pronto comience a sentir como el dolor iba disminuyendo y me sentí más relajado.

―Lo estamos perdiendo ―fue lo último que escuche, como si fuera un eco muy lejano.

***

Trate de abrir mis ojos y de nuevo falle en el intento. Era frustrante. Necesitaba despertar.

No sabía cuánto tiempo llevaba en ese lugar, pero para mí parecían ser años. Pude escuchar algunas a veces personas hablar, por lo que pude notar estuve así por lo menos un par de días..

***

―Todo estará bien. Eres muy fuerte ―escuche a alguien murmurar ―solo no pierdas la esperanza y algún día serás muy feliz ―luego de esas palabras todo se volvió silencio.

Esas palabras son las más claras que había escuchado en todo ese tiempo. Tal vez ya estaba mejor y si lograría despertar.

Mi garganta ardía de manera horrible. Mis parpados se sentían demasiado pesados como para lograr moverlos, aun así lo intente. Me tomo muchos intentos conseguir abrirlos y cuando lo hice los cierre de inmediato. Había mucha luz. Lastimaba mis ojos. Volví a intentarlo y observe a mí alrededor.

Vi una cabellera rubia de espaldas que estaba a instantes de salir por la puerta de la habitación. Quería detenerla, pero ninguna palabra logro salir de boca. Mi garganta estaba muy seca impidiéndome decir nada. La vi atravesar el umbral de la puerta y continuamente desaparecer.

Observe el lugar con más detenimiento. Estaba en un hospital. Cierre mis ojos con fuerza, rogando que fuera una pesadilla, mas no fue así, al abrirlos de nuevo seguía en el mismo lugar, con el mismo dolor en todo mi cuerpo y con las mismas preguntas dando vueltas en mi cabeza.

¿Dónde está mamá? ¿Dónde está Sophie? ¿Dónde está Leah? Esas preguntas asaltaban mi cabeza sin cesar. Yo quería respuestas, pese a saber que probablemente estas en me gustarían. No las he escuchado ni una sola vez en el tiempo que llevaba en el hospital. Tenía miedo de que eso fuera porque nunca más volveré a hacerlo. Me negaba a esa idea. Ellas estaban bien. Quería aferrarme a esa idea.