Prólogo

Ha pasado un tiempo desde que fuimos visitados por los representantes del gremio de mercaderes.

Lamentablemente, mis oscuras sospechas fueron transformadas en realidad, cuando Valentín me informó sobre el fallecimiento de dos de sus miembros. 
Siendo más específicos, los representantes del oeste, y sur de Várnil.

El representante del oeste fue atacado en su residencia, perdiendo la vida junto a sus dos hijos varones, a manos de un grupo de asesinos misteriosos.

El representante del sur tuvo un final ligeramente distinto, ya que estuvo apunto de escapar de sus verdugos buscando asilo en un reino aliado, pero fue capturado estando apunto de llegar, y asesinado junto a su esposa e hija.

Por más que se investigaba, no quedaba ninguna evidencia para identificar a los asesinos, y al enterarse de lo crítica de su situación, Saulo Tarleón tomó posiblemente la decisión más lamentable de toda su vida.

Disolver el gremio de mercaderes.

Tal y como si hubieran esperado el descenso de Saulo, un nuevo régimen económico se levantó en Várnil bajo el nombre “Banco Central Continental”, o también conocido por sus siglas “BCC”.

Le pregunté a Don Víctor si habían antecedentes de algo como esto, pero respondió que no; aquel nombre era algo verdaderamente nuevo, y no era conocedor de la relación entre “Banco”, y la economía.

Al parecer, en este mundo, la única definición de la palabra “banco”, era el de una silla particularmente pequeña, lo que me dejó una duda en la cabeza.

El término “Banco” existía en mi mundo con más de un significado, y sin duda el nombre que había recibido esta nueva organización, era muy similar a las instituciones económicas de mi mundo, lo que me generó ciertas sospechas, y una teoría bastante interesante.

¿Quien dirige la BCC, es una persona de mi mundo?

No tenía forma de averiguarlo, y volviendo a los ex miembros del gremio de mercaderes.

Los representantes del este y norte, al igual que el presidente y el vicepresidente, se hallaban como “no habidos”, junto a todas sus familias.

Donde sea que se encuentren en este momento, seguramente era mejor que permanecer en sus mansiones a la espera de sus asesinos. 
En verdad me sentía mal por ellos.

Si hubiera aceptado ayudarlos, quizás habrían permanecido con vida por mas tiempo, pero corría el riesgo de hacer enojar al dios que se ocultaba tras toda esta artimaña.

Y si soy sincero, debía de admitir que la simple idea de enfrentarme a un dios me aterraba. 
He visto de lo que es capaz uno de los doce dioses, y de todo el caos que pueden generar sin el más mínimo esfuerzo.

No estaba dispuesto a ganarme la ira de uno de ellos, no estaba dispuesto a desatar el desastre sobre mi gente. 
……… 

…… 

… 
Por otro lado, he estado visitando el campamento de los ogros casi a diario, tomando a mi suegro Garpo como maestro en el arte de la lucha.

Tengo un progreso continuo y prometedor, según las propias palabras de Garpo, y aunque en más de una ocasión tratamos de incluir a Red en nuestras sesiones, este siempre nos ignoraba.

Se sentía extraño tratar con Garpo, sobre todo porque yo creía estar a la par con él, pero ahora descubrí que le bastaba un simple golpe, la mas mínima estrategia o técnica, para dejarme bocabajo en el suelo. 
Sin duda tenía mucho que aprender.

En fin, la vida continúa, y los músculos no era lo único que necesitaba ser entrenado.