Huellas Fragmentadas

03 Especies

Prácticamente todo el día estuve en la oficina, no complace levantarse cada día a la misma hora, solo para sumirme en una triste rutina, no me gusta la idea de perderme en el mismo ciclo de vida que la sociedad te orilla a tomar en el momento en que eres legal y económicamente autosustentable. Pero a pesar de todo, llego siempre puntual a la oficina, saludo a todos de manera cordial. Hasta tomar asiento en mi escritorio.

—¿Qué caso tiene trabajar? — mi madre me ayudaba a escoger ropa “decente” según su parecer.

—En estos días y desde toda la existencia de la vida, trabajar te da techo, comida, lujos, entretenimiento y cualquier cosa que se te ocurra — no dejaba de medirme en la cintura unos pantalones marrones.

—¿Y si no me interesan esas cosas? — Pregunté mientras mi madre me media otros pantalones azules, que tomó de un estante.

—Bueno entonces puedes ser un vagabundo sin un buen futuro —bromeó, pero solo le contesté con una mueca.

—Mientras siga vivo, tendré un futuro, pero no el que tu quisieras para mí, pero lo tendré — ella me miró con esos ojos de “No te quieras pasar de listo” pero sin dejar de sonreír.

—Solo tienes catorce años, aún no sabes prácticamente nada de la vida, te falta sufrir, ser más sabio e inteligente, te falta experimentar para que aprendas a valorar todo lo que tienes y lo que careces, te falta toda una vida y con los años te darás cuenta poco a poco de todo lo que te digo —dijo mientras leía el ticket de precios, hizo una mueca disgustada y los colocó nuevamente en su lugar.

—Si me faltan todas esas cosas por mi edad, ¿cómo esperas que lo comprenda?, no es muy coherente de tu parte —trate de ser gracioso, pero ella no entendió mi broma, ¿así serán todas las madres?

Empecé a sonreír, el recordar cosas del pasado en que fui muy inocente a pesar de las dificultades que tuvimos que enfrentar, me orientan a tomar el mejor camino.

—¿Ya terminaste lo que te pedí? —Otis me devuelve a la realidad.

—Necesito revisar lo que avanzaste, ya estoy harto de que los clientes estén presionando. —Sus quejas me fastidian en ocasiones —necesito que prestes atención —Me chasqueaba los dedos muy cerca del rostro.

—Los clientes siempre presionan, —conteste molesto retirando su mano —, debía de terminar otros pendientes, así que no le di tanta prioridad a lo que me pediste con Valeria, quizá falten detalles, dame dos días más —le di una calada al cigarro y solo resople el humo, exhausto.

—Estás más perdido de lo habitual Li, cada que intento mandarte a la mierda no puedo porque siempre cumples, ¿tienes alguna falla? —Solo levanté el cigarro y lo agité, con una leve sonrisa, era obvia la respuesta que le di. Escuché un resoplido fastidiado, Otis era algo pequeño para ser un hombre mitad alemán, pero lo compensaba con su gran corpulencia. Hizo un sonido parecido a un gruñido, pero no identifique si trataba de reírse o solo de pura satisfacción de saber que le prestaba atención.

—En verdad que estás perdido, más de lo normal.

—Me encontraste ¿no? —Me encogí de hombros, sonriendo. Le hice un gesto para sentarse en la mesa del jardín conmigo.

—No es gracioso —Él negó mi ofrecimiento sonriendo.

—En realidad sí.

—Nuestro sentido del humor es distinto.

—¿Lo es?

En ningún momento nos miramos, ambos reíamos. El sonreír es un movimiento corporal algo patético pero el desgraciado te mueve aproximadamente más de 12 a 17 músculos, podía sentirlos moverse y tensarse para poner esa expresión tan particular en el rostro, yo prácticamente sonreía todo el tiempo, pero no eran sonrisas sinceras, no lo eran para mí y me gustaría dejar de sonreír hasta que sean reales.

—Ya que termines vas a mi oficina para revisar unos detalles. —no dijo más, me palmeó un hombro y desapareció en el edificio.

Estaba prohibido fumar dentro de las instalaciones.          
<<Malditas leyes antitabaco>>

Otis insistió en ellas, así que generalmente fumo en los baños a la hora de cierre o durante el transcurso del día, momentos en los que Otis o Valeria no están encima de mí. También suelo salir a fumar a la azotea donde Valeria acondicionó un pequeño jardín con mesas de exterior y un barandal estilo antiguo. Petición de Otis. También están las jardineras que están al frente de la constructora.

Procuro fumar a lo muchos cinco minutos sin importar si he acabado el cigarro o no, pero esta vez no sé por qué motivo el tiempo se me escurrió de las manos. Me recargue en el barandal contemplando el exterior y vi a la distancia a un niño exigiendo a su padre un globo. Entonces el vendedor de globos de helio se acercó al padre. <<Demasiado vistoso y llamativo como para no verlo. >>

Entregó al niño un globo con forma de conejo con grandes dientes y largas orejas de caricatura.

<<Maldita sea>>

Pero qué manera de joderme el resto del día.

 

Su cabello blanco aparecía en mi mente, invadiéndola sin permiso, prácticamente todo el día evitaba los destellos de su melena. Estaba cometiendo demasiados errores en mis diseños.




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