Capitulo 02

Ahora era cuando tenía que pisar fuerte. Tenía que cerrar mis pétalos por un tiempo.

Tome mi chaqueta de cuero, la bufanda de lana que había hecho hace dos años y me colgué la mochila. Eche una última mirada a mi padre, era imposible no llorar viéndolo sin vida. Recuerdo sus sonrisas y sus abrazos cuando estaba sufriendo los síntomas de la quimioterapia.

Salí de la habitación trescientos diez del séptimo piso de internación intensiva. Estaba tan indignada, desesperada y triste. Tal vez, todo esto lo cubra con una sonrisa para que nadie sienta lástima por mí.

La verdad que ciertas personas aparecen en el momento menos oportuno.

Me dirigí al ascensor, las palabras del doctor de cabecera de mi padre me había dado tiempo a pensar más tranquila, para después pasarme por la oficina y hacer los papeles de defunción, entre otras responsabilidades que tenía para darle un buen sepulcro a Eliot.

Dentro de la cabina, había un chico de mi edad que estaba entretenido con su celular ni siquiera levanto su mirada. Me resulto algo familiar como si lo hubiera visto en algún otro lugar. Ahora no recuerdo el sitio, estaba vacilando en hablarle para saber su nombre, entonces él alzó sus ojos verdes que expresaban serenidad.

En ese instante, una luz púrpura sobresalió entorno a él, brillosa e intensa como la niebla. Era un aura impura que lo rodeaba por completo, la luz era persistente hasta que él regreso su atención a su teléfono. Luego, un resplandor me cegó por unos segundos, aquella luz oscura había desaparecido. No comprendía lo que estaba viendo, ¿realmente esa esencia estaba ahí?

Miré mi reflejo en el espejo que mostró unas alas plateadas sobre mis hombros, se mecían como suavidad y casi grito del susto. Había algo que estaba naciendo en mi mente. Sentí un perfume agrio semejante al azufre que circulaba entorno a nosotros, aquel joven estaba asustándome. Si sabía que él era una especie de extraño ser, entonces…Lo que experimente era real. Me quedé quieta teniendo miedo de hacer algo que molestará al chico.

Sí, estaba segura que no era común sentir esa especia en alguien y mucho menos poder ver su aura espiritual. Si a eso hacemos referencia, también había presenciado una extraña forma de alas de ángel en mi espalda.

Estaba dudando de mi conciencia que estaba dispersa, tras la reciente muerte de mi padre, y ahora creyendo que el mundo escondía más cosas de lo que uno creía. No soporte más ese aroma fuerte que estaba empezando a marearme, en cuanto, el ascensor se detuvo en el piso cinco, salí de ahí adentro. Las puertas se cerraron al tiempo que el joven que emanaba ese olor a azufre me dijo algo en un lenguaje que desconocía. No pude decir nada cuando él sonrió de una manera de burla.

Aún podía sentir las náuseas en el estomago, al momento, que mis ganas de tomar el desayuno se fueron. Pase una mano por mi frente, estaba caliente y estaba respirando profundo porque sentía que el aire estaba faltándome, tras aguantar parte no poder tomar aliento dentro de la cabina. Ese chico era diferente a muchos, no era como todos.

Aún pensando que las personas son transparentes, puedes ver a través de ellas y tener una teoría de su carácter. Esto no me paso con el muchacho del ascensor, porque logre entender que me llamo de un modo en particular, un lenguaje muerto que en estos tiempos no se practican. Era hebreo y un nombre que no conozco el significado. Doble a la izquierda para tomar el tren hasta mi casa, las personas que pasaban a mi alrededor tenían diferentes fluidez en su estado espiritual desde un hombre de traje hablando por celular y una anciana caminando con su bastón. Cada uno tenía ese signo de energía que cambiaba por momentos, nadie sabía lo que me pasaba, únicamente el chico que me cruce. Me arrepentí de no haber tomado la iniciativa y preguntarle su nombre, solamente tenía sus ojos y su expresión despreocupada.