15 de Agosto, 2015
Harper.
Oliver va a matarme.
Mi celular suena nuevamente con una llamada de mi jefe, es la cuarta vez que me llama y no he tenido la decencia de responder. Voy atrasada una hora y seguramente después de hoy seré una desempleada más en la ciudad de Londres.
—Te juro que voy en camino, te lo juro y si no me lo crees puedes oír el sonido del tráfico y las voces de la gente —es lo primero que digo al responder la llamada. —No sé por qué justo hoy a todos se les dio por aglomerarse en las calles con una maldita marcha en la que no tengo salida.
—Tienes quince minutos para llegar Davis, los alemanes llegan en menos de una hora y nadie sabe donde se encuentra quien va a abrir la reunión. Quince minutos Harper. —Masculla y se oye bastante molesto.
No es para más, voy muy atrasada.
—Estoy a unas calles, no es mi culpa que no tenga salida de esta maldita avenida.
—Te quiero acá en quince minutos, ni uno más.
Y me cuelga.
Maldito hijo de la mierda.
Con rapidez busco un lugar donde estacionar mi auto. Cuando lo encuentro y lo logro, tomo mis cosas y camino lo más rápido que puedo hasta la empresa.
Cuando estoy cerca al edificio suavizo un poco mi caminata para no llegar tan agitada. Me acerco y con una sonrisa saludo a los de seguridad y me adentro al edificio.
¿Lista para el regaño, pendeja?
Cuando llego a mi piso y las puertas del ascensor se abren lo primero que noto es que el lugar esta hecho un caos, Oliver esta ladrando ordenes de arriba a abajo y por lo que veo esta estresado hasta la mierda, me encamino a su dirección en busca de dicho sermón que me ha estado esperando desde hace una hora. No me deja siquiera saludar cuando de mala gana dice:
—Llegas tarde, no quiero oír excusas estúpidas, ve a organizar lo que falta para la reunión y no pierdas más tiempo. Después de la reunión quiero verte en mi oficina Davis, hay algo importante que quiero comentarte. —Habla mirándome severamente y dando la espalda se encamina en dirección opuesta para darle ordenes a los demás.
Y así amigos es como te avisan que estarás bien muertita en un rato, súper genial. ¿No creen?
—¿Otra vez llegando tarde, cielito?
Al darme vuelta sonrío, era Adam. El castaño traía una sonrisa coqueta y me observaba de pies a cabeza como si yo fuera un dulce. Lo cual me hace reír porque sé que lo hace con la intensión de molestarme. Entonces lo miro de igual forma solo para seguir su juego. Vestía elegante, y es —sin duda alguna— uno de los tipos más atractivos de la empresa. Su sonrisa es cautivadora y sus ojos negros son atrapantes.
Es el pecado andante de cualquier mujer.
»Esto si que es lindo de ver. Cielito me acaba de sonreír, justo como en mis sueños. Aunque, en ellos eres más linda conmigo y me saludas ¿No piensas saludarme hoy, corazón? ¿No? ¿Te comió la lengua el jefe avisándote de un sermón?
Estúpido.
—Hola Adam, no sé por qué no se me hace extraño verte acá. ¿Me estás siguiendo acaso? ¿Debo llamarte acosador y avisar a seguridad para que te saquen del edificio? —le digo de forma graciosa, lo cual lo hace reír. Me acerco a él y planto un beso en su cachete como forma de saludo. —¿Así está mejor?
—Sí.
—Eso es genial porque no obtendrás más de mi.
—Auch, ¿oíste eso?
—¿Qué? ¿Que cosa? —Cuestiono irónica.
—Fue mi corazón rompiéndose en pedazos. Eres cruel.
—Dramático.
—De eso vivo.
Riendo me encamino a sala de juntas para organizar las carpetas de presentación, luego que llego preparo lo faltante y me siento a esperar repasando en mi mente lo planeado para la junta.
Pasado un rato entra Oliver seguido de su secretaría y Adam seguido de unos hombres que supongo son los alemanes. Por consiguiente, me levanto de mi asiento a recibirlos. Después de que saludan y me presento con ellos toman asiento, ya cuando todos estamos acomodados tomo la palabra y con ayuda de Oliver damos comienzo a la reunión.
***
—Fue un gusto conocerla, señorita Davis —Dice el hombre estrechando mi mano formalmente.
—El gusto fue mío, señor Miller. Espero que haya sido de su agrado la reunión y que nuestras propuestas lo hayan encantado —Murmuro, sonriendo a modo de despedida.
—Lo fue. Nos veremos después, que pase un lindo día.
—Lo mismo digo.
El hombre se aleja de mi y se despide de las demás personas de la habitación, cuando sale sus acompañantes van detrás de él. Oliver se apresura a salir de la sala con su secretaria y Adam se queda guardando algunas carpetas junto a mi. Dando por finalizada la reunión y que todo fue un éxito. Salgo de la sala y me dirijo a la oficina de Oliver.
Al llegar toco la puerta y cuando recibo un adelante como respuesta, sigo. Su oficina era la típica de empresario de película. Ventanales grandes atrás, una elegante mesa de escritorio con un computador y unos papeles, frente a él dos sillas, en un extremo se encontraba un pequeño mueble de color marrón y al otro un librero no muy grande. Como dije, las típicas de película.
Entro y el me hace una seña en dirección a la silla en frente suyo. Al tomar asiento lo miro; Oliver era rubio, tenía los ojos de color cafés y su estatura no pasaba los dos metros. Vestía un traje elegante color gris y me miraba molesto, algo muy común en él, no era feo pero tampoco era atractivo como esos hombres que vez en las revistas que son atractivos. No, él no era atractivo pero tenía algo que hacía que llamara la atención.
—Entonces...
—Entonces es el tercer retardo en el mes. No son quince minutos, fue una hora. Estaba como un loco y no contestabas el maldito celular. ¿Puedes decirme, por favor, qué paso esta vez? —Habla duramente y pasa una mano por su cara.
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Editado: 27.03.2021