Huracán.

Capitulo doce: parte dos

Capitulo doce: segunda parte.

Harper.

— ¿Cómo estás tan seguro que no volverá a acercarse a nosotros?

—No estoy seguro de ello, lo único que sé, es que haría hasta lo imposible por mantenerte a salvo.

La sensación que invade mi pecho se vuelve agridulce, por una lado, se me hace un poco incómodo que quiera cuidarme como si yo no pudiera hacerlo sola. Por otro lado, el que quiera mantener a esa demente lejos de mí, se me hace lindo.

«Ya alguien una vez te prometió eso, mantenerte a salvo ¿recuerdas?»

—Se cuidarme a la perfección, Baker. —Musité, alejándome lentamente de él.

—Nunca dije que no supieras hacerlo.

Después de ello, la estancia quedó por completo en silencio. Connor, se encontraba metido en sus pensamientos y yo, me centraba en asimilar todo lo que salió de su boca hace unos instantes.

Soy consciente del peligro que corro, estoy bastante apegada a la idea que en algún momento mi mundo está por irse al carajo y lo único que quiero es que el caos comience de una vez para darle fin al martirio que tiene mi cabeza de tanto darle vueltas al asunto.

Debía admitir que aquello me parecía sumamente extraño, no solo porque la mujer apareciera de la nada, la situación era de por si, completamente rara, algo que no suele pasar siempre.

Alguien la trajo.

Y puede que no tenga pruebas de ello, pero estoy segura que tuvo ayuda de quien sea que se encuentre acechando mi vida.

No de la nada alguien va a encontrarte después de tener años buscándote, puedes llamarle ser un golpe de suerte, pero yo no creía en eso, la suerte me había abandonado en el momento que más lo necesité.

—¿Ella tiene algún tipo de trastorno? —Cuestiono, la duda hace mella en mis adentros y si soy sincera, no puedo evitar callarme algunas cosas.

—Justo ahora no tengo idea, solo sé que está completamente obsesionada conmigo y eso no es ni siquiera un poco bueno.

Suspiro, imaginándome lo molesto e incómodo que debe ser que alguien se obsesione contigo al nivel de tener que cambiar de ciudad y desaparecer de su radar.

«Tú ya viviste eso, Davis.»

— ¿No te cansa huir?

—Cuando no quieres hacerle daño a alguien simplemente huyes. —responde, en medio de un suspiro.

—Eso es algo cobarde, Baker. —Escupo.

— ¿Me vas a negar que no has sido cobarde alguna vez en tu vida? ¿Qué no has huido de alguna situación?

Me quedo en completo silencio, eso al parecer lo hace soltar una pequeña risa irónica.

—Eso creí.

No me siento capaz de contradecirlo, no cuando tiene razón, he huido más veces de las que he querido y en más de una ocasión no hice las cosas de manera correcta.

—Quizá he huido muchas veces por razones completamente distintas, huir pudo haber sido a única opción en ese momento.

—Y eso es completamente valido, bonita. Todos alguna vez tenemos que hacer cosas porque no hay otra opción —murmura, acercándose a mí y entrelazando su mano a la mía—, no siempre tenemos el gusto de hacer lo que se nos antoja.

»Entonces sí, soy un cobarde por huir en busca de mi tranquilidad y estabilidad mental. Sí, soy un cobarde por querer estar bien en mi vida y sí, soy un cobarde elegir huir a soportar lo que conllevaba estar alrededor de esa mujer.

Su mano se siente caliente junto a la mía, y por un instante, la imagen de ambas juntas no me desagrada lo suficiente como para querer alejarme de su toque.

En respuesta, hago un intento de sonrisa aún cuando siento miedo por cómo me hace sentir esto.

Las ganas de contarle lo que sucede se hacen presentes en un segundo. No obstante, me repito que tengo cosas más importantes que pensar antes de abrirme con él.

— ¿Hay algo más que quieras saber, bonita? —Cuestiona, después de que el lugar queda en silencio.

— ¿Por qué yo?

— ¿Por que tú qué?

— ¿Qué ves en mí? ¿Por qué llamarme bonita?

En el instante en que va a responder, mi celular comienza a sonar, pegando un pequeño brinco por la impresión, termino haciéndole una seña en disculpa y acercándome a la pequeña mesa de la estancia para cogerlo.

En el monento que me encuentro cerca a la pequeña mesa, el tono de llamada acaba y seguido de ello, una notificación de mensaje se oye. Tomo el bendido teléfono que interrumpió el momento y me apresuro a ver quien era y que es lo que quería.

Número privado:

No me gusta que estés tan cerca a él, y mucho menos vestida así. ¿Podrías ponerte algo más adecuado, meine Liebe? Ten por seguro que no quieres que me llene de celos.

Ten por seguro, que aún no quieres que me acerque a ti.

En ese instante, mi mundo detiene su marcha. El pánico se adueña de todo mi ser y lo único que deseo en este instante es que toda esta situación termine de una vez por todas.

Acaba con esto, Harper.

— ¿Todo en orden? —Cuestiona Connor a mi espalda.

Su voz hace que pegue un pequeño brinco, sus manos se posan sobre mis hombros y siento que el aire me falta.

—Harper, estás temblando. —Murmura, y me suelta para dar la vuelta y quedar cara a cara conmigo, tomándome con suavidad de los hombros.

Esto no está pasando, esto no esta pasando.

Mis manos se encuentran hechas puño y siento que me tiemblan las piernas. Las náuseas se hacen presentes y aunque no es el lugar, no puedo controlar mis emociones y lo que provocan en mí.

Luego, sin dar respuesta, me alejo de su agarre y tirando mi teléfono me encamino al baño con rapidez. No puedo controlarme, el miedo y la angustia se apoderan de mi ser como un huracán que terminará destruyendo todo a su paso.

Entonces me dejo ir, tirada en el suelo con la cabeza contra en retrete y vomitando hasta mi alma, las lágrimas comienzan a ser un torrente incontrolable de pánico y miedo. Cuando saco mi cara del inodoro y bajo el agua de dicho objeto, me asiento sobre el frío suelo lentamente, acompaña de un llanto histérico.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.