Huyendo del padre de mi hijo

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— ¡Eres una cualquiera que se anda revolcando con todo lo que se te cruce por enfrente! ¿Acaso no tienes un poco de vergüenza por ti misma? —gruñó el hombre sin importar lo dolorosas que fueran sus palabras.

—¿Pero de qué hablas, José Luis? —Yo nada más te tengo a ti.

—Ja, ja, ja, haré que pagues tus engaños, además de que tu familia asesinó a mis padres, tú te atreves a faltarme el respeto al acostarte con otro hombre siendo mi esposa. ¡Qué descaro!, pero a partir de este día sabrás quien soy yo y tendrás que pagar muy caro todo lo que me debes.

...

Dos amigas llegan a la fiesta dispuestas a disfrutar del ambiente, ellas no esperaban encontrarse con el amor de su vida allí hasta que ellos les pidieron bailar en el instante en que las vieron entrar al salón.

Antes de que los chicos se dieran por vencidos y optaran por retirarse, escucharon la mejor respuesta de la noche.

—Por supuesto que sí, pueden acompañarnos caballeros. —Dijo una de las chicas, mientras que la otra joven la voltea a ver con una mirada asesina, pero su amiga no le hizo caso y de inmediato tomó de la mano a Alberto y lo haló hasta la pista de baile, mientras que José Luis se quedó de pie frente a la chica tímida.

— ¿Bailamos? ―Le consultó un poco temeroso de que ella le diga que no y lo deje en total vergüenza.

— Claro, por qué no, si aquí he venido para divertirme-. —Dijo ella con una sonrisa.

— Madre mía, pero qué lindo sonríe esta mujer que hasta a mí me contagió. —Pensó en su mente. —La tomó de la mano y se fueron para la pista de baile a mover el esqueleto por un rato.

— ¿Cómo te llamas? —Quiso saber el apuesto hombre, acercándose a su oído cuando ya llevaban un rato bailando una canción pegajosa.

— Me llamo Clara Isabel.

— ¡Guao!, que bonito nombre igual que quien lo porta-. —Ella se ruborizó y se puso nerviosa cuando se lo dijo.

Se ve tan hermosa así, lástima que mi objetivo no es dejarme conquistar por ella, porque con esa sonrisa de ángel cualquiera se enamora. Pero eso no sucederá conmigo, su belleza no tendrá ningún efecto en mí. —comenta para sí mismo.

— Gracias por el halago. ¿Y tú cómo te llamas? —Le preguntó ella.

El hombre deseaba cambiar su nombre para que no supiera cómo se llama en realidad, pero mejor optó por la verdad total, ella ni siquiera tiene la mínima idea de quién puede ser ese hombre.

— Es un gusto para mí conocerte, Clara Isabel, yo me llamo José Luis. —Se presentó también.

La música seguía sonando y la plática era muy amena, pero su compañera de baile ya no podía seguir bailando porque dijo que uno de sus zapatos le andaba molestando, él como todo un hombre entendido en la materia volteó a verle los pies.

— Vaya, con razón no aguantas muchacha, si es que andas unos zapatos de tacón muy alto y a simple vista se nota lo incómodo que son.

— Siempre me he preguntado ¿Cómo es que las mujeres aguantan andar caminando o estar por mucho tiempo de pie cuando usan zapatos de ese tamaño de altura? —Le comentó cuando por fin decidieron irse a sentar. Ella sonrió por la ternura que él demuestra hacia ella.

— Ser mujer conlleva un gran sacrificio, yo ya estoy dada a usar este tipo de calzado, pero este par es primera vez que me lo pongo y tal parece que me han hecho una ampolla en mi dedito. —Le respondió la chica al quitar el zapato y sobar su dedo meñique que ya está de color rojo.

— Eres muy hermosa, Clara Isabel. Me imagino que muchas personas, incluyendo de tu mismo género, te lo han dicho. —Soltó de golpe.

— Uf, las cosas que tengo que decir solo para poder ganarme su confianza. —Pensó en su mente.

— Gracias, tú también no estás nada mal.

— ¡Genial!, ya lo estoy logrando. — Oye, crees que podemos seguir en contacto, es decir, como amigos para que podamos salir a las fiestas juntos-. —Le consultó ya cuando estaba por marcharse con su amiga y otro chavo.

— Claro, anota mi número de teléfono. —Le respondió ella muy emocionada, el chico de inmediato sacó el celular de la bolsa del pantalón y lo anotó cuando ella se lo dictó.

— ¡Ay chiquilla!, no te imaginas a quién le has dado tu número de teléfono, ¡Sé que un día te vas a arrepentir de haberlo hecho! —exclamó en secreto.

Clara Isabel se considera una persona muy amable, romántica y sobre todo divertida. Vive sola en un apartamento que adquirió con el dinero que su padre tenía ahorrado y que después de su muerte pasó a manos de ella.

Trabaja a medio tiempo en una joyería porque aún está estudiando y la situación la obliga a hacerlo. Está muy contenta por el chico que conoció anoche en la fiesta, ya que le parece bastante atractivo y que de inmediato llamó toda su atención y para suerte suya, él la invitó a bailar y al finalizar la fiesta, el chavo le pidió su número de teléfono para que sigan teniendo comunicación, y ella con todo el gusto del mundo se lo dio con la esperanza de que él no le haya mentido y en verdad le llame porque ya ha quedado muy interesada en él.

Hoy es domingo, por lo tanto, Clara Isabel tiene el día libre y le toca hacer el aseo general en el apartamento, todos los domingos los dedica a eso porque en los días de semana no le queda tiempo, ya que por la mañana asiste a la universidad y en la jornada de la tarde se la pasa en su lugar de trabajo.

Clara Isabel actualmente está estudiando ingeniería informática en una universidad pública de la zona, su padre era catedrático en esta rama y quizá por eso es que a ella también le apasiona y la eligió.

Como en su apartamento vive sola y nunca nadie la viene a visitar aparte de su amiga Yeni, pues aprovechando su día de descanso se pasea en ropa de dormir aún, para andar más cómoda.

Su celular recibe un mensaje de texto y ella corre a leerlo para ver quién es, ya que está esperando a que aquel desconocido le escriba.




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