"Entre más te aferres a algo, más te dolerá cuando desaparezca"
Kaiden Warren.
Todo un día con Kaiden.
Una completa pesadilla.
Todos los años los Warren y mi familia nos reuníamos en la mansión campestre. Era mi momento favorito del año, ahora se había convertido en el peor.
Papá maneja hacia el rumbo deseado, mientras mi madre está a su lado, mis hermanos están a un lado de mí y Adrián carga a Nate que iba dormido sobre su pecho, mientras yo me pierdo en los árboles y en la suave brisa que entra por la ventana.
El pequeño Nate lloraba de vez en cuando, él no podía escuchar su nombre porque lloraba. En eso se parece mucho a mí.
—¿Todo está bien, Paige?—preguntó mi padre, frunciendo el ceño en mi dirección.
Desde la muerte de Chris, mis padres me vigilaban todo el tiempo.
—No entiendo por qué tenemos que ir este año. Han cambiado muchas cosas.
—Sí. Pero debemos continuar, hija —dijo mamá girando para verme. Sin embargo, no la mire, solo observaba los árboles y la naturaleza.
Dicen que la naturaleza trae paz, para mí era una especie de recordatorio de mi soledad y el abismo en mi corazón.
—Hubiera preferido quedarme en casa.
—¿Sola? No, hija, no podemos dejarte sola con todo lo que sucedió.
—La soledad es mejor que la compañía cuando estás vacío, mamá.
—No puedes aferrarte al dolor, Paige. Es contra perjudicial.
—Paige, seguir con lo que hacíamos todos los años, nos ayudara no solo a nosotros, sino a Eleanor y Jacob. Ellos están muy dolidos.
—Todo ha cambiado, papá —dije por lo bajo, sin embargo, no me escuchó.
Mis padres siguieron hablando sobre otros temas. Papá estaba teniendo problemas en la empresa debido a que alguien pasa información a la competencia. Lo cual se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza, ya que está bajando las ventas.
Gire la cabeza para ver a Brandon leyendo.
—Dios mío, Brandon. Eres un adicto — resoplé, viéndolo concentrado en su lectura.
—Shhh —hizo un mohín con sus labios —. Mi lectura es más interesante que todo lo que dices.
—¿Tanto te gusta?
—No lo entiendes, hermana. Es viajar a otros mundos —inquirió, sin apartar la vista de su libro.
—¿En serio?—fruncí las cejas.
No leía mucho, de hecho, no recuerdo la última vez que leí un libro. Al contrario de Brandon, que leía tanto en físico como en digital. Lo cual era una especie de tortura visual.
Alzo la vista para mirarme con los ojos entrecerrados.
—Si un libro no tiene la capacidad de hacerte sonreír, llorar y enojarte. Reconsidera que estás leyendo. La lectura es poder, es imaginar mundos extraordinarios.
—Qué profundo.
Él asintió, volviendo a su lectura.
—No me molestes más, no recomiendo molestar a un lector cuando está leyendo. Es suicidio.
—Qué dramático —murmuré. Deje de prestarle atención, para enfocarme nuevamente en el paisaje.
Desde que somos pequeños, recuerdo haberlo visto con un libro en la mano. Es tan apasionado a ello, que a veces da miedo.
Finalmente, llegamos a la mansión campestre de los Warren. Jacob nos espera en la entrada. Parece visiblemente cambiado, conozco esa mirada, porque es la misma que se refleja en mí.
La mansión está rodeada de un bosque. Este lugar lo nombramos bosque encantado, ya que sus paisajes son hermosos.
—Bienvenidos —saluda Jacob. Papá y Jacob se dieron un gran abrazo que pareció tardar una eternidad.
—Todo estará bien, hermano —le dijo mi padre. Él solo asintió, dejando escapar un suspiro.
Luego de separarse de mi padre, nos saludó a todos, cuando se detuvo en mí, su mirada pareció recodarle a su hijo, porque de inmediato aparto su mirada.
—Paige —saludo en voz baja.
—¿Dónde está Kaiden, señor Jacob?—preguntó Adrián, mirando alrededor.
—Salió hace un rato, debe estar por la cascada.
La cascada. Un lugar en el que vamos desde niños a jugar. Para nosotros es una especie de refugio silencioso.
—Iré a verlo —Adrián se alejó de nosotros.
—¡Regresa antes del anochecer, Adrián! ¡Una tormenta se avecina!—advirtió Jacob.
—¡Está bien!—dijo, desapareciendo por el bosque.
—¿Cómo está Eleanor, Jacob?—pregunto mi madre. Nate la jaló de la mano, el pequeño tenía sueño, al parecer no durmió anoche —, espera, cariño.
Jacob dejó escapar un largo suspiro, —Nunca sale de su habitación, en cuanto llegamos aquí, se fue a la habitación. Odio verla así, pero no puedo hacer nada con su dolor, más que consolarla.
Sin duda, Eleanor debe estar pasando muy mal esta etapa. Ningún padre está preparado para perder a un hijo tan repentinamente.