1. Desilución

Hay muchas cosas en las que no concuerdo con la sociedad, una de ellas es la realeza, ¿que los hace creer que nuestra vida se basa en lujos y diversión? ¿por qué desean tanto lo que tenemos?

Si la vida fuera tan gloriosa como la pintan, tal vez no hubiera perdido mi sonrisa, tal vez, seguiría siendo ese adolescente energético y feliz que años atrás recorrió sus calles una y otra vez sin cansancio.

La gente que me conoció dice que cambié tanto que les costaba creer que era yo, el único hijo del rey, y si, tienen razón, he cambiado, pero no por haber tenido la obligación de recibir la corona, si no es mi simple corazón que jamás se adaptó a la vida que le toco.

Dejé de ser su luz y me convertí en oscuridad.

Ella jamás fue luz de nadie, pero perdimos la batalla y condenados tuvimos que aceptarla.

¿Por qué fue tan injusto nuestro destino? ¿cuál fue el motivo de alejarnos de nuestro camino?

Hoy cumpliríamos nueve años juntos, pero las cosas no salieron como pensábamos. La guerra exploto y nos perdimos el uno a otro. El mundo entro en llamas y nunca se recuperó, y el, el desapareció, mientras nosotros nos extendimos por el monte para poder recibir a cientos de personas que buscaban sobrevivir. Pasamos de un pueblo a una ciudad. Pasamos de ser desconocidos a ser un nuevo comienzo para muchos. Observamos muertes, observamos a la humanidad extinguirse y a la naturaleza recuperarse del ser humano.

Pero ahora dime, ¿dónde quedaste tu? Hace cinco años acabo todo y parece como si el fuego te hubiera tragado. No quiero pensar en la muerte, pero si realmente estas allá arriba, quiero tus señales, quiero saber si hoy en día todavía tengo el placer de despedirte de la manera a la que el mundo llama correcta.

Si realmente te importe, dame señales para encontrarte.

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Eran pasadas las once de la noche, la corona que me pertenecía, como cada noche la raptaba el silencio y se la ponía. La luz lunar iluminaba los pasillos y las estrellas me transmitían una enorme tranquilidad.

El nocturno cielo se veía más hermoso que otros días, tal vez los dioses saben de algún modo que lo sigo esperando y que una noche como esta, tuvimos nuestro primer encuentro. Una sonrisa se dibujó en mi rostro con el bonito recuerdo que solía aparecer en mi mente de vez en cuando, todo empezó por culpa de mi torpeza, ¿qué diría mi yo de 17 años que, a día de hoy, ese vergonzoso momento, se convirtió en uno de los mejores momentos de mi vida?

— ¿Soñando despierto? —una somnolienta voz femenina se escuchó a mis espaldas.

Gire la mirada hacia la puerta, Katherine caminaba hacia mi arrastrando la cobija negra que cubría su delgado cuerpo.

— Yo...

— Te he dicho que no salgas a dar tus paseítos sin mi —se quejó y sonrió mientras plantaba un beso en mi mejilla.

— Estabas profunda.

— ¿Y?

— Katie...

Ella tan solo rodo los ojos y se apoyó en el borde de la azotea, observando el enorme jardín que rodeaba el castillo.
— ¿Cuantos años más, Noah?

Mi sonrisa se esfumo y plante mis ojos en el suelo, suspirando— lo mismo te puedo preguntar yo, Katherine.

— Entiendo lo que se siente mejor que nadie, pero debes aceptarlo.

Bufé— lo sé, pero... Mi corazón no quiere aceptarlo y cambiar eso es complicado —hice una pausa y observé de reojo las flores blancas que reflejaban con la luz lunar.

— ¿Y si intentas hablarlo con alguien más? No me gusta ver lo que hicieron contigo, Noah, no me agrada nada ver cómo te ocultas tras esa mascara que no eres tú.

— Kat, basta. Ya no hay nada que hacer, tan solo intentarlo es inútil.

— ¿Como sabes si no lo has intentado?

Silencio, esa fue mi respuesta. Me negaba a continuar este tema, era una conversación innecesaria y repetitiva que no daría ningún resultado positivo.

— Noah —me tomo con delicadeza de un hombro.

Su mirada me hacía sentir ganas de llorar, pero podía soportarlo. Ella lo sabía todo, pero lo que desconocía todavía era las muchas veces que intente acabar con mi sufrimiento, pero en todo intento había fracasado— Al menos tu pudiste enterrar a tu chica.

No escuché más palabras de su parte, pues por mucho que se siguiera haciendo la chica dura, sabía que aquellas llamas seguían derritiendo el hielo que cubría su pequeño corazón.

Sentí pequeñas gotas golpear contra mi helada piel, elevé la mirada al cielo y nubes cargadas se acumulaban cubriendo las bellas estrellas. Seguido a eso sentí el brazo de Katie sobre mis hombros y la cobija cubriendo nuestros cuerpos.

— Ya es momento de dormir y...—La mire, sus ojos aguados luchaban con mantener las lágrimas adentro— espero que tarde o temprano puedas darle lo que mereció, y que tú corazón también lo haga.

Sentí el dolor en sus palabras y fijé mi mirada en las grandes esmeraldas de su rostro. Dicen que la gente más bonita es la más lastimada y por desgracia, tienen razón.

Suspiré y me acerqué más a ella, susurrando— gracias...

Rodee su cintura con mi brazo izquierdo y a pasos tranquilos regresamos al interior del castillo, caminando por los pasillos hasta nuestro dormitorio, en dónde las cobijas nos esperaban para devolvernos el calor que decidimos abandonar para hundirnos en nuestro pasado dolor.

Katherine, aunque aparenta ser una mujer fría y sin sentimientos, es una de las mujeres más adorables y sentimentales que he conocido en esta vida; una persona que no merecía quedar atrapada en esta horrible vida.

Ninguno de los dos quería, pero por desgracia nuestro destino había sido escrito desde que nacimos y aunque lo intentamos, ninguno pudo cambiar la escritura.

— Meow.

En cuanto tocamos la cama, mi gata Estrella se subió de un salto y se acurrucó en medio de ambos, impidiendo el contacto físico entre nosotros.

Escuché la risa de Katherine y el ronroneo de la felina.

— Que duermas, Noah.