Ian | La Humanidad Forjará el Destino

Capitulo I / IN MITRA

_ No será necesario geolocalizarnos en un espacio en particular, desde nuestros lugares como humanos y de nuestra historia como civilización, iniciada allá por el 5000 A.C, siendo descendientes de las ciudades de Uruk, Lagas, Kis, Uma, Ur, Eridu y Ea, entenderemos como especies, lo que puede estar esperando a la vuelta de la esquina.

El Renacimiento dio por concluido a la “Era Oscura”, acontecida durante 1000 años, donde el hombre se privó durante un milenio, de su condición natural de buscar la verdad, del conocimiento, de evolucionar. En respuesta ante tal catástrofe, como a manera de revanchismo, decidimos recuperar diez siglos de apagón intelectual. En un principio, con todas las limitaciones propias de la época, que se fueron desobstruyendo gracias a nuestra condición única como especie de desarrollarnos, más nosotros, no respondemos solo a instintos, más bien también, a la razón. Anhelamos alcanzar el último eslabón como especie, ese eslabón que nunca asoma, que siempre lo tendremos en lo remoto, como queriendo alcanzar el horizonte.

Hemos demostrado, desde los vestigios de nuestro origen, ser altamente disconformes, el lugar que nos tocó en el mundo nos trajo serias desventajas, no poder siquiera estar protegidos por nuestra propia piel, pero la balanza se inclina abruptamente, al ser dueños de una psiquis que no amerita comparación en la naturaleza, esta condición, nos ha ayudado a suplir nuestras carencias, desde lo más primitivo, como tallar una obsidiana para obtener nuestro alimento y de cubrirnos con la piel de nuestras presas, a la intervención de nuestro genoma para atacar afecciones o de estar comunicados desde cualquier parte del mundo, mediante sofisticados satélites que rotan la circunferencia de la Tierra.

Fuimos, somos y seremos, dueños de nuestra supervivencia, más nadie fuera de nuestra clase, tendrá la culpa o el mérito de que sigamos existiendo.

No conocemos o, difícilmente, prestamos atención, a un importante factor, que podríamos con él, abrir debates, pero no así, pagar las consecuencias, la ética o la filosofía moral para nuestro desarrollo, es a menudo, excluida para alcanzar lugares, que tal vez, no nos corresponda. ¿Ser Dios? ¿Qué nos lo va a impedir? ¿No sería algo extraordinario? ¿imposible? Hace 1000 años no sabíamos los límites de nuestro mundo, hoy los conocemos, el de nuestra galaxia y estamos cerca de saber el de nuestro universo ¿Llegaríamos por fin a nuestro límite? ¿Hasta dónde la ambición es buena para la humanidad? ¿Cuántos caerán para obtener el resultado esperado? Todos estamos deseosos de saber “la verdad”, como el CERN que, mediante su Colisionador de Hadrones, busca conocer el origen de nuestro universo, sus experimentos amenazan diariamente la seguridad de quienes trabajan ahí, del país en donde este complejo opera, Suiza, o incluso del mundo, si algo no sale bien.

Pero lo importante es “la verdad”, no las consecuencias. Cuando esta acontece, la Ética recobra su protagonismo.

¿Cuál es el límite antes de cargarnos a nosotros mismos? Con la presente tendencia, el tiempo lo dirá. _

De esta manera, el Profesor en Éticas del Desarrollo, se dirigía a sus alumnos antes de concluir su clase, habiendo explayado su temerosa reflexión ante un mundo cada vez más desconocido, que avanza a pasos agigantados, muy distinto al que él conoció. Los cambios sociales, políticos, morales, económicos, ya no se daban de un siglo para el otro, ni de una década para otra, un mundo que avanzaba a una velocidad que ya la mente, difícilmente podía asimilar, pero que las nuevas generaciones podían, naturalmente, convivir con ese caos ordenado, normalizando las reglas de juego en permanente alteración.

Sus alumnos veían en el Profesor, ser un tanto paranoico en sus dichos y en su visión, a veces, lo más osados, hasta lo definían como un Neoludita, un temeroso al avance, no es para menos, dos generaciones que parecen separadas por siglos, un fenómeno recurrente en la estructura social, por esto, ya no les generaba atención alguna.

La pregunta que tal vez más aunaba a la sociedad y que dejaba al pobre Profesor un poco más excluido era “¿Limites para el desarrollo?”, un cuestionamiento irrisorio desde los tiempos en que el primer homínido bajo de los árboles.

Mientras que el Profesor era llevado a su Módulo Habitacional mediante su vehículo Iuris, observa a través de su ventana y sus reflexiones vuelven a invadirlo, ve un mundo viviendo en un perfecto equilibrio, que muy apenas inclinar la balanza, podría traer un desenlace imprevisto, ¿Qué consecuencias?, mejor no ser creativos, el correr de los avances tecnológicos a favor de la humanidad podría tornarse en su contra y llevarla a su derrumbe con la misma velocidad. Su permanente cuestionamiento no era una mera monomanía, su responsabilidad como Docente en Éticas del Desarrollo, permite que su filosofía, recale aún más sobre el presente, planteándose escenarios futuros que lo mantiene en alerta, una “virtud” que lo atormenta, pero que encuentra consuelo en educar y concientizar mediante todos los medios posibles.

Llegando finalmente a su Módulo, encuentra en él, un ambiente con música relájate, aromas frescos y una recomendación del Sistema a tomar su descanso, debido a que su Chip Subcutáneo, percibió durante su viaje, incremento del estrés y agotamiento, haciendo que el Sistema Hogareño, actúe en consecuencia para su bienestar.

Un descanso hará que escape por un momento de su inquieta mente, mientras que, ordena al Sistema a través de su voz, de plegar Ondas Deltas para inducirse al sueño profundo, en la espera, sus pensamientos no lo abandonaran hasta que las frecuencias solicitadas en el ambiente actúen en él. Vuelve, ya acostado en su cama, un recuerdo que sigue más presente que nunca, cuando estuvimos a nada de confrontar con los A-BOTs y la viva memoria de ese acontecimiento, hace que su profesión reviva cada día, su mente se lo recordaba al despertar y en los segundos previos antes de dormir, como si de un mecanismo de supervivencia se tratase, está convencido de que es su motor para seguir generando conciencia y que las rigurosas exigencias impuestas por el Gobierno, para hacer cumplir su tarea con obligatoria eficacia, calificada de Primer Orden, no las necesite, basta con su espanto.




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