Pov- Anelisse Koch.
El chofer me deja frente a casa. Parece como si hace años no viniera al lugar.
Me bajo del auto sin despedirme de nadie pues no estoy de humor para hacerlo y me dirijo al interior de mi hogar. Al estar en la sala observo a mamá sentada mirando hacia la nada como si mil pensamientos pasaran por su mente a la velocidad de la luz.
Ella se da cuenta de mi presencia y sin decir nada se levanta y me abraza. Alcanzo a ver sus ojos cristalinos y he de admitir que eso me quiebra el corazón pues ver a ésta señora llorar, y más últimamente, me rompe, me rasguña el alma.
Devuelvo el abrazo mientras dejo un beso en su cabeza.
—¿Dónde estabas? Creí que no volverías. — comenta tratando de que su voz no se rompa.
—¿Cómo sigue Elske? — evado el tema dejando en claro que no responderé a sus dudas.
—Por ahora está estable pero ayer se encontraba demasiado mal. Tu padre tuvo que acudir a un préstamo para pagar los medicamentos que se habían terminado.
Informa y es como si un balde de agua fría cayera encima de mí. Esto está tan jodido.
—¿Quién es el prestamista?
Madre voltea su rostro negándose a mirarme y comienzo a pensar lo peor.
—Respóndeme, madre.
—El padre de Markus. — contesta al fin.
—Oh no...
—Lo siento, Annelisse, yo sé que tú...
—Madre, ¡¿cómo pueden pedirle dinero al padre de Markus sabiendo en lo que está metido, sabiendo como son sus maneras de cobrar?!
—No nos quedaba otra opción, hija. Entiéndelo. — pide y niego con la cabeza.
—Trabajaré. Yo trabajaré y le pagaré todo a él, pero por favor no se enreden más. No le deban más. — pido tratando de no perder la cabeza.
—No quiero que tú te preocupes por eso. Tu padre se hará cargo. — intenta calmarme en vano.
—Por favor mamá, ambas sabemos que lo que dices no es cierto y que necesitamos el dinero que yo gano.
No dice nada y yo me dirijo a mi habitación a cambiarme ésta estúpida ropa que me pusieron esas estúpidas mujeres.
Me quito todo, incluyendo el collar de un mineral desconocido para mí y lo guardo en uno de los cajones de mi armario.
Cuando ya estoy cómoda, decido ir a ver un momento a mi hermana y después de saber cómo está y conversar un momento con ella, salgo de casa.
Hoy es sábado, por ende no tengo horario en la universidad. Camino por las calles de Berlín, para llegar al paradero y tomar el autobús que me lleva a mi destino. Después de algunos minutos llego.
Me abren las rejas de una gran y bonita mansión invitandome a pasar con rostros de sorpresa al saber que estoy aquí.
Camino por el sendero de piedras que me llevan a través del jardín principal a la sala de la mansión, recordando tantos momentos en los que estuve aquí y fui totalmente feliz junto a mi hermana y mis amigos. Momentos en los que no tuve que preocuparme por pagar deudas, porque mi hermana menor estuviese enferma, por ayudar a pagar la hipoteca o por ser la obsesión de un mafioso. Momentos de auténtica felicidad.
—Puedes esperar en el jardín trasero, Lisse. El joven te acompañará en unos momentos. — informa el mayordomo el cual conozco también hace mucho tiempo.
Asiento y me acomodo en una de las mesas las cuales están resguardadas por un gran paraguas arriba. Mis ojos se centran en la fuente que da un hermoso espectáculo con algunos peces que hay en ella. Minutos después llega el tan esperado chico.
Alto, delgado, ojos marrones, cabello castaño y sonrisa encantadora. Si, ese es Markus Fleicher. Hijo único y heredero de la familia Fleicher, o mejor dicho: mi ex novio.
—Annelisse. He de informarte que es una total sorpresa tenerte en éste lugar — exclama genuinamente sorprendido haciéndome recordar una de las cosas que me enamoró de él. Me parecían muy tiernas sus expresiones.
—A mí también me sorprende saberme en éste lugar. — informo más para mí que para él.
Se forma un silencio un poco incómodo que claramente el dulce Markus no dejaría estar por mucho tiempo.
—Luces muy hermosa — comenta y le sonrío en agradecimiento aunque sé que lo dice más por cortesía pues durante estos años no le he prestado la atención absoluta a mi cuerpo. — y... ¿Qué te trae por aquí?
—Bien, iré directa al grano — comienzo — tu padre le prestó dinero al mío y no quiero que estén en deuda. Por eso vine a pedirte el favor de que tomen la deuda como mía y yo me encargaré de pagarla.
Digo y éste abre sus ojos sorprendido. El orgullo de mi padre es tan grande como su amor por sus hijas e imagino que al Markus saber eso, se le hace difícil creer que mi padre haya hecho un préstamo al señor Fleicher.
—Eh... Está bien. Lo intentaré. — promete — pero sabes que será difícil convencerlo ¿no? A papá no le gusta hacer trato con mujeres y mucho menos si son jovencitas.
—Lo sé, y por eso recurrí a tí.
Culmino ignorando la ira que quiere apoderarse de mí al saber lo estúpido que puede llegar a ser el señor Armin Fleicher. Un machista de segunda que a lo mejor no se ha dado cuenta que fue parido por una mujer como para menospreciarlas tanto. Un imbécil.
Markus me mira detenidamente buscando un no se qué en mi rostro que no voy a mostrar pues mi expresión neutral es lo único que obtendrá de mí el día de hoy.
—¿Entonces...? — cuestiono impaciente al ver qué no dice nada.
—Ya te dije que lo haré.
Su respuesta llega firme pero su mirada me hace saber que hay algo más.
—¿Quiero saber cuándo lo harás y cuándo tendrás respuestas? — insisto.
—También quiero saber que gano yo a cambio.
Agh, también olvidaba el porqué terminé con él. De tal palo tal astilla. Igual que su padre en ciertas cosas.
—¿Qué quieres de mí?
Pregunto sin rodeos. No estoy para perder el tiempo hoy y solo ruego a Dios que no sea mucho lo que Markus quiera de mí.
—Mmm déjame pensarlo — su expresión de misterio no hace más que parecerme una burla pero trato de ignorarlo con todo mi corazón — por ahora no lo sé. Solo sabes que quedas en deuda conmigo. Algún día te cobraré.