¿Qué acabo de decir? ¿Qué pasa conmigo? Es como si mi cerebro pensara diferente a mí. Es extraño, muy extraño.
—¿Por qué dices que no es aquí?— Pregunta nuevamente. Me alcanza de la cocina un vaso de agua y me quedo mirándolo.
—Es que, algo del recuerdo no cuadra. Algo está diferente...— Tomo un sorbo de agua. —Es como una corazonada, que me dice que no es aquí... —Tomo aire. —También debe estar ligado al hecho de que esto...— Levando mi mano, dejando a la vista mi muñeca. En la que se encuentra la pulsera del bosque. —Se me hace familiar, y no entiendo la razón...
—Deberías quitártela...— Se sienta junto a mí. —Dañaría más tu cerebro...
—Oh, espera aquí... —Corro hacia mi habitación y tomo una especie de diario que encontré esta mañana. Bajo más calmada.
Tan solo la primera página me asusta, dice: Mi nombre es como el mes en que nací, la poca originalidad de mi madre me hizo blanco de burlas. Que juro que pagaran, porque todas esas escorias me la deben... Empezaré por lo más sencillo Marie, luego será Christian, pero antes de todo debo recuperarla mi lugar".
—¿Qué es eso?— Pregunta señalando el peculiar libro.
—No lo sé, toma...— Se lo entrego. —No quiero saber lo que está allí escrito...
—¿Por qué?— Carraspea y lo toma. —Es tuyo, es posible que ayude con tu problema de memoria. Aunque no me agrada el hecho de que recuerdes todo...
—¿Y si lo que está escrito allí no me gusta?— ¿Porqué frente a Max me siento tan vulnerable, más de lo normal?
—¿Por qué?— ¿No sabe decir algo más? —Es tu vida, eso es lo que has hecho.
—¿Qué pensarías si todo el mundo sabe que eres una psicópata desquiciada, menos tú?... No quiero ser lo que está escrito aquí. Simplemente no quiero... —Me cubro la cara con mis manos, no quiero llorar. No me siento tan fuerte como me describen, es como si no fuera yo. Siento los brazos Max reconfortarme. Cedo a su abrazo con desesperación, de verdad lo necesito.
—¿Estás bien?— Pregunta después de varios minutos de silencio.
—No...— Sonrio. —Pero me siento mejor...
—¿Y tú mamá?— Me quedo pensando en qué contestar, no sé dónde ni con quién trabaja, solo sé que trabaja en un horario muy flexible de vez en cuando.
—Ummmm... —Miro fijamente en televisor, aunque está apagado me quedó allí, inmóvil... —No lo sé...
—De seguro está trabajando... —Concluye.
—Oye, ¿Me acompañas al súper? —Sonrio con ingenuidad.
—Ok, vamos. Pero podrías ir sola, aunque ya es tarde. Mejor te acompaño... —Remata y salimos de casa.
Caminamos en silencio, no tengo ánimos de hablar. —¿Aquí? —Cuestiono no muy convencida.
—Si. —Habla con obviedad. —Solo entra... —Abre la puerta y camino de pasillo en pasillo seguida por Max. —¿Qué vas a comprar? —Pregunta al notar mi peculiar recorrido.
—Es que no quería estar en casa... —Me encojo de hombros. —Te compro lo que quieras. ¿Dime qué?...
No se ve muy convencido, pero agrega. —Creo que en la sección de comida para animales no escontraremos nada. —No lo había notado. Seguimos dando vueltas y empieza a tomar mucha comida chatarra. —Espero traigas sufiente dinero...
—Tengo veinte dólares, no podremos comprar la tienda... —Empieza a devolver algunas cosas y lo sigo a pagar.
...
La alarma me despierta de golpe, me baño y me coloco un jean con una camisa azul. Bajo a desayunar, no hay ni el más mínimo de ruido. Sobre la mesa hay una nota: "Nos vemos en la noche, no me espereas despierta. Con cariño, mama". La dobló y la dejó donde estaba, tomo el sándwich y salgo de casa.
Hoy no tengo muchos ánimos de ir a clase. En vez de seguir mi recorrido de todos los días, camino en dirección contraria. Presto mucha atención a mi entorno, pero no reconozco nada. Sigo caminando, hasta llegar al límite de la ciudad, no sé que hay más allá, pero quisiera saberlo.
Analizo mis opciones, ir hasta allí o devolverme para llegar a clase de quimica. Pasa a mi lado una señora de avanzada edad. —¿Qué haces aquí tan temprano?
Me señalo intentando saber si habla conmigo, termina asintiendo. —Lo siento, creo que está confundida.
Me mira con detenimiento. —No, eres esa chica que fue a la tienda de mis hijos por sogas y cinta industrial. —Parece amable. ¿Yo para qué querría cinta y cuerdas?
—Tal vez... —No tengo un argumento válido para ella. No se nada de mi, y ella aparentemente si. —Disculpe, ¿En dónde queda esa tienda? —Me acomodo el cabello.
—Que muchacha más simpática... —Se va sin decirme nada más. —¿Quien es? —Pregunta como si fuera un chiste de: "Toc, toc".
Eso fue muy extraño, creo que está loca. Es posible que busque respuestas donde no las hay, tal vez yo misma me estoy convenciendo de que no puedo ser lo que dicen. Pero tal vez, yo misma me estoy negando a la posibilidad de ser lo que soy.
Existe una mínima posibilidad de que todo este tiempo quisiera cambiar el rumbo de mi vida, dejar de ser el mounstro. Ahorabtengo la oportunidad, ahora puedo demostrar que se puede cambiar, ahora... Mi momento es ahora. Ya no puedo cambiar los que un día hice, pero si puedo cambiar lo que soy.
Vuelvo a casa, me dispongo a leer el unico libro que hay en la casa. Parece ser de brujería, no es por nada, pero las artes oscuras me dan escalofríos. Llego al capítulo titulado: Magia negra y blanca. Es como una síntesis de que la bondad no puede existir sin la maldad, que la moneda siempre tendrá dos caras y eso no se puede modificar. Se safa de una de las páginas un dibujo.
Está hecho a mano, es como un mapa del tesoro, no reconozco ningún lugar. No tiene nombres, ni tampoco instrucciones, solo en el centro se lee: Es aquí. Empiezan a tocar la puerta y bajo a abrir.