Il Risveglio [en Proceso]

Prólogo

"Es una bendición para un hombre tener derecho sobre el curso de su propio destino."
 


 

Barbanegra, personaje de Piratas del Caribe
 


 

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En algún lugar de Italia
 


 

«—Mara, corre hacia el bosque de las almas perdidas y no te detengas a mirar hacia atrás—le había pedido él — corre, y no te detengas… nos encontraron…»
 


 

Las palabras de su esposo retumbaron en las paredes de su mente y sin dudarlo avanzó entre los jardines de sus vecinos esquivando casas y escondiéndose. El crepúsculo de la noche estaba en su apogeo, mientras que la luna brillaba dejando su hermoso esplendor sobre la tierra; iluminando su mente y su camino.
 


 

—¡Se fue por aquí…! — exclamó la voz de un hombre a la lejanía, poniendo en alerta a Mara. 
 


 

«¿Por dónde, por dónde…?» 
 


 

Pensó con rapidez, mirando a su alrededor buscando una salida o escondite, vio un matorral y sin dudarlo se lanzó hacia él, el pasto estaba lo suficientemente crecido para cubrir su cuerpo, Mara pensó que las habían encontrado pero para su suerte los tipos que la seguían pasaron de largo a unos cuantos metros de a dónde ambas estaban. 
 


 

Mara tomó con fuerzas a su bebé y salió del matorral luego de asegurarse de que nadie estuviera cerca, se apresuró a correr sin perder tiempo: ella ya había pensado cuánto tiempo le tomaría llegar al bosque de las almas perdidas, ya tenía el tiempo exacto para llegar a el. Por un momento Mara dudo en ir a ese bosque, puesto que ese bosque era conocido por todos; porque todas las personas que se querían suicidar iban ahí, y cometían su suicidio, en el pueblo se decía que las almas de aquellas desdichadas personas quedaban en pena vagando por el bosque en busca de ayuda, en otras palabras, en busca de tentar a otras personas para matarse.
 


 

«Eso es solo un mito»
 


 

Había pensado Mara luego de recordar todas las historias que le habían contado, aquel pensamiento fue totalmente absurdo, pero no tenía otra opción.
 


 

Debía ir a ese bosque, era su única salida. Por ella, por su bebé y por su futuro.
 


 

Miró a su bebé envuelta en unas frazadas de lana rosa pálido y cualquier duda que se encontraba en su mente, desapareció. Sin haberse dado cuenta había llegado al bosque. 
 


 

A medias, quedó estupefacta e intimidada por aquel misterioso lugar.
 


 

Aquel bosque daba un aire tenebroso, la fría ventisca azotaba los árboles de pino alto y los gigantescos robles, estos últimos mencionados se estremecían mientras que las copas de los árboles se golpeaban unos a otros, una densa neblina danzaba entre aquellos árboles incitando a Mara a entrar en él, de un momento a otro la luz de aquella hermosa luna que besaba con ternura las llanuras de aquella tierra se vió opacada por una oscura nube dando como advertencia un próximo aguacero.
 


 

Mara solo trago grueso e inhaló hondo antes de aventurarse a aquel tenebroso bosque.
 


 

Inmediatamente al Mara entrar se estremeció al sentir y escuchar siseos, palabras susurradas en algún desconocido idioma para ella. Mara temblaba como papel, pero con valentía corrió con todas sus fuerzas superando aquel temor que se instalaba en debajo de su piel invitándola a esconderse y esperar que todo de milagro se solucionara.
 


 

Pero ella sabía que no iba a suceder ningún milagro, estaba sola en aquella batalla. Su esposo lo más seguro había dado la vida por ella y su bebé; todo para que ambas sobrevivieran, así que Mara no se iba a dar por vencida tan fácil, iba a darles batalla hasta su último aliento.
 


 

Su padre lo único que pudo hacer por ella fue dejarla ir, ayudándola a salir de su hogar, de donde se había criado, de donde siempre había estado. Había tenido que dejar atrás toda su vida, su familia… pero lo que a Mara más le había dolido dejar fue a su hijo de tan solo seis años. Para ella como madre, fue muy difícil; pero ella sabía que su pequeño corría más peligro estando con ella, así que lo había dejado al cargo de su padre.
 


 

Mara continuaba corriendo, pero la oscuridad de aquel bosque le dificultaba bastante correr, varias veces se había tropezado con raíces de los árboles y eso la retrasaba bastante.
 


 

«Tengo los minutos contados…»
 


 

Así que tuvo la idea de invocar un hechizo básico, donde iba a dar como resultado una diminuta llama de fuego solo para iluminar un poco su camino. Ella sabía que era peligroso hacer aquel hechizo y de que fácilmente la podían localizar pero hacía bastante rato ella no escuchaba o sentía ninguna presencia, excepto la almas que le continuaban siseando en su oídos, así que sin pensarlo mucho recitó las runas del hechizo:
 


 

oh fuoco potente, ti invoco affinché tu mi illumini di fiamma e mi aiuti: io, come tua padrona, ti comando.
 


 

(oh poderoso fuego, yo te invoco para que de una llama me ilumines y me ayudes: yo como tu señora te lo ordeno)
 


 

Al terminar de recitar el hechizo inmediatamente una diminuta bola de fuego apareció frente a Mara.
 


 

—Ignis —mascullo en un siseo Mara, la flameante pero diminuta llama de fuego se estremeció e inmediatamente se movió a la par de ella.
 


 

Mara estaba preocupada por el completo silencio que la había acompañado desde haber entrado en el bosque, ella había estado alerta y había inspeccionado a su alrededor pero no había visto a nadie. Mara sabía que algo no cuadraba en todo eso, todo había sido demasiado fácil.
 




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