Mi siguiente clase es Literatura. Maravilloso. Espléndido. Magnífico. Mil veces mierda.
Odio esa asignatura; no se me da nada bien. En mi anterior instituto sacaba notas humillantes para mí, por lo que bajaba mi media. Llegué a la conclusión de que las letras y yo no somos mejores amigos, ni siquiera conocidos.
Donde esté un buen problema que me quiten lo bailao'.
Los pasillos estaban abarrotados de gente, parecen las rebajas en pleno apogeo. Esto no es muy bueno, nada bueno porque resulta que mi siguiente clase está en la otra punta del Instituto y con toda esta gente voy a llegar con retraso seguro. Por eso me doy más prisa, no quiero causar una mala impresión el primer día.
-¡Auch! Alguien me ha mordido.- escucho que dice alguien en aquel agujero negro del que he conseguido salir a codazos.
Vaya, vaya, hay caníbales aquí y todo.
Dejo a todos atrás y me encamino a mi clase; si no me doy prisa no llegaré. Empiezo a correr como si un león me persiguiera y en menos de 4 minutos he llegado a mi clase. Por supuesto no sin antes encontrarme con otra masa andante de personas. Qué locura.
Esta clase es normal, con sus pupitres blancuzcos ,haciendo juego con sus sillas del mismo color, y lo mejor de todo es... que no está el <innombrable>.
Sí, he decidido llamarlo así por dos razones.
La primera es que nadie me ha dicho su nombre aún.
Y la segunda es que parece que nadie puede decir su nombre. Qué le pasa a este instituto, ¿es que es un principe o qué?
Niego con la cabeza mientras se me escapa otro bufido.
Exagerados.
Me siento en un sitio del medio de la clase para no parecer ni muy interesada ni muy pasota. Lo sé, es la mejor táctica de la historia de las tácticas. Os dejo que la uséis libremente.
Sentada puedo observar los asientos que tengo delante, con sus respectivos alumnos claro. Hay chicas bajitas, morenas, altas, rubias de bote; ya sé que me vais a preguntar, ¿cómo puedes saber si son de bote? Fácil, les veo las raíces morenas desde aquí. Pero en los chicos no sucede esto, todos son morenos, TODOS. ¡¿Qué cojones pasa aquí?! Que solo te aceptan si eres moreno o qué. A ver, me parece un poco despreciativo hacia los rubios y las rubias. Además de que todos son morenos, TODOS ESTÁN REQUETEBUENOS.
Inspiro hondo e inmediatamente me relajo. Las hormonas son lo que tienen, no puedo ver un chico buenorro sin alterarme. La cosa es que en Utah no había en abundancia y que ahora esté rodeada no ayuda para nada.
Malditos genes perfectos.
Yo no es que sea un espécimen amorfo ni nada, pero no soy tan señorita ni perfecta como las que hay aquí; desencajo. Definitivamente no soy de aquí, se ve a la legua. Pelirroja <vikinga> y mis ojos color marrón oscuro.
Simplona simplona simplona simplona simplona.
Eso es lo que mis poros rezuman. Si no fuese por mi color y mi corte de pelo, sería peor que simplona, pero qué se le va a hacer. Así nací y así voy a morir, pero con arrugas.
En el rato que llevo mirando a todos los que puedo, me doy cuenta de que las chicas están sentadas con chicos, o en sus rodillas o en sus mesas.
Meneo la cabeza negativamente. Madre mía, esto no será como en los institutos las películas ¿no? Sería la cereza del pastel. Todas las chicas detrás de los chicos para recibir un mínimo de su atención. Vergonzoso. Sólo espero que no sea así.
Dando una ultima mirada a toda la clase noto que hay un chico solo, sin chicas en sus rodillas, sin chicas en su pupitre.
Interesante. Muy interesante.
Está con la vista en su libreta violeta, anotando algo. Parece muy concentrado en lo que hace, a decir verdad. Solamente está sentado dos asientos a mi izquierda. Lleva el uniforme reglamentario, pero no lo lleva como los demás con los primeros botones de la camisa desabrochados y la corbata colgando , él lo lleva perfectamente, todo ordenado.
Lo he decidido, voy a saludarle. Es el más normal a simple vista.
En cuanto me encuentro al lado de él de pie, se tensa y agacha más la cabeza. ¿Qué leches?
-Hey, ¿cómo te llamas?- le pregunto al ver que no tiene intención de saludarme.
-Hmm.- es lo único que responde.
-¿Eres mudo? Ostras.- vaya la había cagado al preguntarle a un mudo.
-No, no lo soy.- suelto un suspiro, bueno, todavía no la he cagado. -Me llamo Steve y ahora ya puedes dejar de parecer interesada en conocerme.-
-Yo soy Jyn. En realidad soy Jordyn pero llámam...-
-Sí, se quién eres. La insensata.- ¿Cómo que insensata?
-¡¿PERDONA?! ¡¿Quién me llama así?!- le digo mientras hago puños mis manos y abro mis ojos al tope cual búho.
-Todo el mundo.- responde tranquilamente. -Y deberías calmarte, llamas la atención poniéndote histérica.- y vuelve la vista a su cuaderno.
Será posible. Me conocen como la insensata y ahora me llama histérica. Tranquilidad, respira, respira, no metas la pata más. Me repito continuamente. Consigo calmarme lo suficiente para seguir hablando como personas educadas y para nada histéricas.