Sin poder detenerme mis manos se dirigen a mi boca, tratando de ocultar mi expresión de sorpresa, aunque con la acción puede que sea más evidente.
—Así que tú eres la famosa hermana de Eric.
—¿Me conoces? —Pregunta con un deje de esperanza.
—Él habla muchísimo de ti, —le explico.
Su expresión pasa de ser esperanzada —por alguna razón— a ser de sorpresa. No me resulta extraño que sea así, ella debe saber que su hermano no es precisamente su fan.
—¿Él habla de mí?
—Me temo que no cosas buenas, —hago una mueca, esperando que no se sienta mal por lo que le acabo de decir.
Ella asiente como si lo supiera y deja escapar un suspiro.
—Oye, ¿qué haces acá? Según recuerdo tu casa queda algo lejos.
—Salí con el ton... con tu hermano, pero ya no quería estar ahí y huí, —inesperadamente se empieza a reír, es una risa que expresa diversión e, incluso llega a ser contagiosa.
—Sí, es un tonto. ¿Quieres que te lleve a tu casa?
Me da un poco de pena recurrir a la hermana del chico al que acabo de dejar botado en una cafetería pero estoy un poco desesperada por irme de aquí.
Así que termino aceptando.
🏁
Ella me lleva hasta una parada de camiones, en donde esperamos alrededor de unos veinte minutos para que llegara un camión que se dirigiera a la zona en la que vivo.
No logramos conversar gracias al hecho de que yo estaba muy nerviosa debido a la hora, cada vez se hacía más tarde, lo que significaba que oscurecía y me daba un poco de pánico que la oscuridad me encontrara en un lugar desconocido.
En cuanto el camión llegó sentí un alivio inmenso.
Me subí al camión y di una vuelta para despedirme y agradecerle de manera rápida, pero al parecer Erika tenía planes diferentes porque estaba esperando a que avanzara para poder subirse.
—No es necesario que me lleves hasta allá, ya con esto hiciste más que suficiente, —digo, agradecida.
—No me perdonaré dejarte sola, así que vamos.
Trato de replicar pero el conductor nos apresura ya que lo estamos retrasando. Estoy a punto de pagar mi pasaje cuando una mano pasa junto a mí y escucho a Erika decir:
—Cobrese los dos, por favor.
De nuevo, trato de replicar pero Erika me apremia a avanzar.
Avanzo hacia dos asientos vacíos y me siento en el que está junto a la ventana, esperando a que Erika me siga el paso.
—Ya es demasiado que incluso pagues mi pasaje, déjame pagarte, —digo una vez que ella toma asiento.
—No, Alicia, estoy bien así. Hago esto porque quiero, —y con eso termina el tema.
Me quedo en silencio, esperando que a ella no le incomode eso. Pienso en el hecho de que es la primera vez que me llama por mi nombre, no recuerdo habérselo dicho, pero como asistió a la fiesta en mi casa me imagino que por eso se lo sabe.
Trato de no pensar en el pequeño detalle de que mi nombre con su voz me parece haberlo escuchado antes, se escuchó familiar pero al mismo tiempo no lo hizo.
—¿Quieres escuchar algo? —Quito la mirada de la ventana y la poso en el audífono que me ofrece Erika.
—Me encantaría, —sonrio.
Agarro con cuidado el audífono y aún con más cuidado lo pongo en mi oreja, sus audífonos son de cable y si hago un movimiento en falso terminaré tirando el suyo.
Inmediatamente una música pegadiza llega a mi oído, la he escuchado antes pero no recuerdo cuál es.
Nos quedamos así un rato, ella con la mirada en el suelo del camión y yo con la mirada en el paisaje que puedo ver desde la ventana. Me sorprende un poco el hecho de estar lejos de mi casa y que no supiera ubicarme teniendo en cuenta que vivimos en un pueblo.
Cada día voy de mal en peor.
No sé en qué momento empiezo a cabecear debido al cansancio que me ha provocado este día, y sin darme cuenta me quedo dormida.
🏁
Erika Blake
Estoy tratando de estar tranquila para no caer en la locura.
Alicia se ha quedado dormida en mi hombro.
Siento como si me hubiera dormido y de repente me hubiera despertado en un universo alternativo, uno en el que Alicia y yo podemos hablar sin tener que fingir.
Quisiera que este momento fuera eterno, que jamás llegaramos a su destino y que solo fuéramos nosotras dos, sin terceros.
Me doy la libertad de apreciar aquellos detalles que no se pueden ver desde la distancia.
Como la pequeña marca de nacimiento que yace bajo su ojo derecho, es casi invisible. Sin poder evitarlo, mi mirada se dirige a sus manos, pienso en lo lindo que sería tomarlas entre las mías.
¿Qué se sentirá amar y ser amada por Alicia Wilde, sin secretos?
Mi mano se dirige a la suya, y con cuidado de no despertarla la acaricio, anhelando obtener un adelanto de lo que tendré el resto de mis días.
Su mano es suave, delicada a su manera.
De pronto me doy cuenta que ya nos hemos pasado nuestra parada, aunque no por mucho. Con todo el dolor en mi alma despierto a Alicia y cuando ella ya está más despierta que dormida me levanto para pedir la parada.
Alicia se levanta y avanza hacia mí justo cuando el camión frena, provocando que pierda el equilibrio y casi caiga.
Mi brazo se dirige a su cintura, dándole soporte.
Me quedo viendo directo a sus ojos, es entonces que observo el cambio en su mirada adormilada que tenía a una mirada apenada y completamente despierta, así como puedo notar como aparece un sonrojo en sus mejillas.
—Lo siento, —y sin más se separa de mí y baja.
No tengo ni ganas de sentirme mal por la acción porque sigo repitiendo la escena en mi cabeza.
Cuando las dos ya nos encontramos fuera del camión empezamos a caminar en dirección a su casa.
—¿Te gusta mi hermano? —Yo sé que hace rato lo llamó tonto, pero si no preguntaba me iba a carcomer toda la noche.
Una risa sale de ella y solo con eso me alivio.
—¡No! Hoy me di cuenta de que ni siquiera me agrada, —contesta.