Ilusión Mariposa

Capítulo 1

Siendo un día cualquiera, en el tren que sale de New York a Connecticut, se encuentra él. Observa atentamente por la ventana de ese tren que lo lleva al último trabajo que realizará para después retirarse y cumplir su sueño. Hace algunas semanas atrás, recibió una interesante propuesta de trabajo, lo meditó seriamente, aceptar o no, era la decisión de su vida. Aunque para cualquiera responder si o no, ante tal oferta resultaría sencillo, para él no lo era. Debía considerar demasiadas cosas antes de dar su respuesta definitiva. Aun cuando se dirigía a Connecticut y se encontraba en el tren mirando por la ventana, continuaba con esas dudas en su mente. Ese trabajo representaba todo o nada, era la llave dorada para el acceso a su sueño pero también traía consigo la vuelta de muchos recuerdos.

Con tranquilidad extrae de su portafolio, la carpeta que contiene la información que debe memorizar para poder cumplir su misión, dejar algo a la suerte no está permitido, detesta todo lo que ese trabajo representa, ha tenido que viajar, rentar un departamento en una zona bastante repulsiva; sin embargo, ser un respetable profesor de la universidad Yale es una gran oportunidad. Fastidiado coloca la carpeta de vuelta en su portafolio y centra nuevamente su atención en la ventana, volver a ese lugar no estaba en sus planes y si no fuera por la suma que recibirá al realizar ese trabajo, se habría negado enseguida. Los recuerdos se agolpan en su mente sin que sea capaz de evitarlo, llevándolo a un día, ocho años atrás.

Los días en su absurda vida transcurrían sin que pudiera hacer nada, veinte años y un alma cansada era todo lo que poseía, generalmente deseaba la muerte, irónicamente, hacía todo lo posible por continuar viviendo, definitivamente no era un joven normal. Hacía demasiado tiempo que esa parte bromista que en él habitaba, había desaparecido. Le era algo complejo de explicar, su vida estaba llena de sufrimientos que lo hacían sentir cada día que hasta sus huesos sangraban. En un esmero por complacer a todos se perdió, como suele suceder comúnmente en el mundo actual, ese día, como muchos otros días, en ese camino patético de su vida, abrió sus ojos y no se sintió parte del mundo.

Convencido de provenir de una de las tantas dimensiones que coexisten, se alejó cada vez más de esa en la que le ha tocado habitar, viviendo de manera automática, dejándose guiar por su cerebro, esa maldición y bendición que debe llevar consigo. Son tantas cosas de las que le ha salvado pero al mismo tiempo es su karma más difícil de sobrellevar. No sabía quién era, de donde venia o a donde se dirigía pero si tenía muy presente una cosa, no tenia barrera alguna para conseguir lo que sea que deseara.

Ese día, después de pensarlo mucho por fin decidió romper los lazos que le unían a una familia rota, en la cual jamás sintió pertenecer y en la cual, jamás se ha sentido bienvenido; sin embargo, se preguntó: «¿He sido bienvenido en algún lugar del mundo? ¿Yo soy el problema, o son el resto de seres que me rodean? Esos seres con los que me encuentro obligado a coexistir».

Algunas semanas atrás se reencontró con alguien del pasado, esa persona se encontraba involucrada en algunos negocios sucios, eso en realidad le resultaba irrelevante; sin embargo, ese encuentro le hizo pensar en algo. La vida de rectitud no fue hecha para alguien como él, hasta ese día no le había funcionado en absoluto y su capacidad daba para hacer lo que quisiera. Necesitaba una nueva vida, algo mejor, algo que le ayudara a sobrellevar el dolor interno que lo consumía, que el sangrar de sus huesos no lo detuviera y como un ave fénix resurgir de de sus cenizas. A partir de ese día, seria conocido como “él”, fue ese día cuando nació un nuevo caos, algo que era imparable, alguien que no tenía cadenas, límites o consideraciones.

Dejando atrás ese recuerdo que lo hizo llegar hasta donde se encuentra, usando la gran capacidad de su cerebro a su favor, un sentimiento de satisfacción comenzaba a invadirlo, se encontraba a un paso de llegar a la cima, la anhelada cima que se había fijado aquel día. Así era como René Walker, un hombre de ahora veintiocho años se lanzaba a su última misión. Aquel joven se ha convertido en un hombre frio y cruel, su inteligencia es su mejor arma para cumplir sus objetivos.

En un lugar no muy alejado de la universidad Yale, esperando de manera paciente en la sala de la prestigiosa empresa de los Laurence y observado a su alrededor atentamente, tratando de controlar esa sensación abrumadora que la consume, se encuentra ella. Su prometido le ha pedido que se presente para que lo acompañe a comer; sin embargo, hace media hora que ella lo espera y él aun no ha salido de su oficina. Se trata de Arlen Carpenter, una hermosa mujer de veinticuatro años de edad, piel blanca, ojos color avellana, cabello castaño un poco ondulado y largo que llega a la altura de su cintura, su complexión es delgada, su estatura llega al metro setenta, en cuanto a su personalidad se trata de una joven decidida, de carácter fuerte, muy sincera e independiente.

Conoció al que es su prometido en una fiesta que organizó su mejor amiga, quien curiosamente conoce al prometido de Arlen desde siempre, se podría decir que crecieron juntos. Él es tres años mayor que ella y a pesar de que ella no pensaba en casarse al terminar su carrera, las cosas se han suscitado de esa manera, el mismo día de su graduación él le pidió matrimonio, encontrándose rodeada de amigos y familiares, no quiso rechazarlo por lo que sus planes de ejercer su profesión un par de años para después poder decidir como continuar, se vieron alterados.

Mientras Arlen espera pacientemente en la pequeña sala, en el interior de su elegante oficina se encuentra Kirill Laurence, prometido de Arlen, un hombre de veintisiete años de edad, responsable y meticuloso, de un metro ochenta y tres de estatura, cuerpo atlético, piel blanca, ojos grises, cabello castaño obscuro, corto y lacio. En ese preciso momento se siente bastante molesto, según sus planes debía terminar sus pendientes antes de la hora de comer; sin embargo, como en muchas otras ocasiones, los planes se le han complicado gracias a las exigencias de su padre, «Siempre he sido su marioneta personal.» piensa mientras trata de enfocarse para terminar lo antes posible, hacer esperar a Arlen no le gusta ni un poco, especialmente conociendo el carácter de la joven.




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