Ilusión Mariposa

Capítulo 5

Siendo perfectamente consciente de la manera en la que debe actuar en ese lugar, evita lo que haría cualquier persona en sus circunstancias y especialmente lo que normalmente  haría él, debe controlar esa situación o podría arruinarlo todo, manteniendo su semblante inexpresivo y calmado, piensa en lo que debe hacer y no en lo que desea hacer. Arlen observa con desaprobación el comportamiento de su prometido, así como su reacción desmesurada y agresiva en su lugar de trabajo, « ¿Cómo enfrentare al rector cuando se entere de esto?» se pregunta tratando de encontrar una buena solución, con un sinfín de emociones en su interior, baja su mirada y al hacerlo se percata de la marca roja que ha dejado en su piel el agarre de Kirill.

–Señor, es usted para mí un desconocido; sin embargo, considerando la situación me permitiré decir que su reacción es inadecuada, por lo cual, de la manera más atenta que me es posible, le suplico se retire de aquí en este momento y no me obligue a sacarlo–indica René con tono apacible.

– ¡No quiero volver a verlo cerca de MI prometida o le juro que se arrepentirá!–advierte lleno de molestia, ignorando las palabras de René, quien se esfuerza por no perder la compostura.

– ¡Ha sido suficiente!–interviene Arlen colocándose entre esos dos hombres, por suerte para ella el profesor es un hombre sensato y no responde a los ataques de Kirill, o la situación resultaría aun más complicada, con los ojos llorosos mira a Kirill–. Esto no te lo perdonaré, ¿Me escuchaste? ¡No te lo perdonaré!

Con su paciencia en el límite lo empuja y se marcha de aquel lugar, continuar siendo parte de ese espectáculo no es lo que desea, lo único que quiere en ese momento es que la tierra se abra y la haga desaparecer para no tener que ver a absolutamente a nadie. Con paso presuroso, cruza el pasillo en dirección a la salida para buscar un transporte y regresar a su hogar; en el interior, Kirill suspira con frustración e ira.

–Debería seguirla, es su prometida después de todo–comenta René con tono falto de emoción pero en su mirada puede verse la molestia que lo consume.

– ¡No se involucre en lo que no le importa!–replica Kirill mirando lleno de ira a René quien sonríe con arrogancia para después girar sobre sí mismo y retirarse.

Christelle llega hasta donde se encuentra Kirill, trata de alcanzarlo pero cuando se encuentra próxima, él comienza a avanzar en dirección a la salida, «Deberé ir a ese espantoso lugar en el que vive, ¿No puede comportarse como la prometida de Kirill Laurence por una vez en su vida?» se pregunta al tiempo que avanza con la molestia evidente en su rostro. René regresa al lugar que ocupaba antes de que se le ocurriera la gran idea de invitar a Arlen Carpenter a acompañarlo en una pieza musical, « ¿En que estabas pensando, René Walker? El objetivo de una misión, nunca debe salir de tu campo de visión.» se regaña mentalmente mientras centra su atención en ese evento que ha continuado como si nada hubiese ocurrido.

El sábado por la mañana después de la agitada noche anterior, Arlen sale de su departamento, pasa a comprar su café y un periódico, todo lo que desea es tener un relajante desayuno y conseguir olvidar su pelea con Kirill, manteniéndose lo más tranquila posible. Con paso relajado vuelve a su hogar, toma asiento en el pequeño comedor, deja su café a un lado y comienza a leer el periódico, en el que una curiosa nota llama su atención.

– ¡No puede ser, eso es a dos calles de aquí!– exclama con evidente sorpresa al percatarse de la coincidencia, con mayor atención continua leyendo.

En la nota se puede encontrar la información del homicidio de dos hombres jóvenes, entre los veinte y veinticinco años de edad, ambos de tez morena, complexión delgada, conocidos por sus múltiples actos delictivos en la zona. La impresionante fotografía que se muestra en la parte media de la información, le permite a Arlen reconocer a esos jóvenes, se trata de los mismos que la atacaron días atrás. Con suma consternación vuelve su atención al texto en el que se menciona una curiosa figura encontrada en cada uno de los cuerpos sin vida. Se trata del diseño de un elegante broche con forma de mariposa de color dorado con destellos plateados como puede observar la joven, en una imagen al lado derecho del texto. Sin conseguir salir de su asombro continua leyendo las recomendaciones de las autoridades, al parecer el asunto puede ser más serio de lo que parece.

Su concentración en esa noticia es máxima por lo que al escuchar el timbre de la puerta sonar, la joven se sobresalta sintiendo su corazón latir a gran velocidad, esa nota ha conseguido alterar sus nervios. Sacudiendo su cabeza trata de olvidar esa impresionante noticia, se pone de pie y se dispone a abrir, al hacerlo se encuentra con un elegante ramo de rosas rojas y blancas.

–Hola, Kirill– saluda con poco entusiasmo.

– ¿Puedes perdonarme?–musita saliendo de detrás de las flores.

–Al menos encontraste tiempo para venir hasta aquí.

–Se que estas molesta por la manera en la que te he cancelado últimamente y también por mi comportamiento de ayer.

– ¿Ves esto?–le muestra su mano en la cual la marca roja ha cambiado de color y ahora ve un poco purpura–. Me agrediste, Kirill, pero eso no fue lo peor, atacaste a un profesor y te enloqueciste frente a todos mis compañeros y lo que es peor, estando mis alumnos presentes, ¿Cómo piensas que has dejado mi imagen?

–Lo comprendo, Arlen, no entiendo lo que me sucedió pero al verte con ese sujeto, no sé, todo se salió de control en mi, te amo y si te pierdo no se qué sería de mi.

– ¿Perderme? Por favor, Kirill, nos casaremos en un par de meses y…

– ¿Me perdonas entonces?–la interrumpe con tono suave posando sus intensos ojos grises en el rostro de Arlen.

–No me mires de esa manera, sabes perfectamente que no puedo negarte nada cuando me miras así.

–Te amo, Arlen Carpenter–musita aproximándose a la joven, entregándole las flores y uniendo sus labios a los de ella para acto seguida envolverla en un efusivo abrazo–. No puedo perderte, no puedo.




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