Al dar las ocho y media de la noche, Arlen con paso relajado y expresión alegre, arriba al lugar pactado con su prometido, usa un elegante vestido de color azul marino con detalles en dorado en la cintura, escote discreto, entallado en la parte superior y holgado en la parte inferior, debido a que la noche es un poco fría optó por usar un saco de color gris.
–Bienvenida, señorita–la recibe con una sonrisa amable la joven recepcionista–, ¿Cuenta con reservación?
–Buenas noches, si, la reservación está hecha a nombre de Kirill Laurence, es una mesa para dos.
–Por supuesto, señorita, enseguida la guían–responde la joven mientras con un ademan le indica a uno de los meseros que guie a la joven hasta la mesa del señor Laurence.
Arlen se deja guiar por el amable joven, al llegar a la mesa reservada se percata de que su prometido aun no ha llegado, el joven le ayuda con el saco y abre la silla para que pueda tomar asiento. Dejando su bolso sobre la mesa un momento, toma asiento, busca su teléfono y observa la hora, «Se le ha hecho un poco tarde, espero que no le sea muy complicado llegar hasta aquí.» Piensa al tiempo que guarda el teléfono nuevamente en su bolsa.
– ¿Desea ordenar, señorita?– pregunta el joven ofreciéndole el menú.
–Aun no, esperaré a mi acompañante, en cuanto llegue te llamaré, muchas gracias.
El joven sonríe y se limita a mover su cabeza de manera afirmativa para después retirarse dejando a la joven en soledad, el lugar es sumamente hermoso y elegante, la música que acompaña el ambiente es relajada y la mesa reservada se ubica cerca de una ventana por lo que ella puede observar el exterior sin problemas. Por su parte, René se encuentra tranquilamente en el departamento que ha rentado, bebiendo en la sala un exquisito whisky escoses cuando su teléfono suena, dejando su bebida a un lado, toma su teléfono y observa la pantalla, enseguida reconoce ese número a pesar de no tenerlo registrado, responde y conversa por algún tiempo sin mostrar reacción alguna. Mientras tanto, con un incesante dolor de cabeza, Kirill llega a su departamento, se encuentra fatigado, todo lo que desea es dormir, toma algunos analgésicos y se dirige a su habitación para descansar.
Las diez y media de la noche llegan y cansada de esperar Arlen se pone de pie, deja propina en la mesa para el joven que la atendió al llegar, toma el saco y se lo coloca, sujeta su bolsa y se dirige a la salida, hacia unos minutos había solicitado un servicio de transporte por lo que al llegar al exterior ya la esperan. Sin perder más tiempo sube, indica la dirección y observa por la ventana, algunas lágrimas salen de sus ojos y corren por sus mejillas, son lágrimas llenas de molestia y tristeza, «No te olvides, Arlen, que ha sido tu culpa por creer en él.» se reprende con seriedad mientras observa el cielo estrellado.
Algún tiempo más tarde, Arlen llega hasta su hogar y se encuentra por abrir cuando se percata de la presencia de un sobre de color blanco en el suelo, curiosa lo recoge y lo observa minuciosamente, no tiene remitente, sin darle más importancia, abre la puerta e ingresa. Con paso tranquilo deja el sobre en la barra de la cocina para después dejar su bolso en el sofá, dirigirse a su habitación, buscar sus cosas y dirigirse al cuarto de aseo para darse una ducha que la ayude a relajarse. Más tarde, sale de su habitación usando su cómoda pijama y se dirige a la cocina para prepararse un refrigerio, una vez preparado lo coloca en la barra y toma asiento en una de las sillas cerca de la barra de la cocina, ha comenzado a comer cuando su mirada recae en aquel misteriosos sobre, lo toma y decide abrirlo.
– ¡No puede ser!–exclama extrayendo el contenido de sobre.
Observando completamente aterrada aquel pequeño objeto con forma de mariposa en mano, «Es idéntica a la del periódico, ¿Qué significa? ¿Es una amenaza?» analiza sin ser capaz de evitar el miedo que comienza a invadirla, el rumbo que toman sus pensamientos, la llena de terror. Mientras tanto, en una elegante casa ubicada en la mejor zona de la cuidad, paseando de un lado para otro, en su amplia habitación, se encuentra ella, su teléfono suena, con premura lo toma y sonríe al percatarse que se trata de la llamada que esperaba con ansias.
– ¿Has actuado?–cuestiona sin ocultar lo ansiosa que se encuentra.
–Si no lo hubiese hecho no estaría llamando, no quiero que se involucre más en mis métodos, de lo único que debe encargarse es de mi pago–replican al otro lado de la línea con dureza y terminando la llamada sin esperar mayor respuesta.
La mujer deja el teléfono sobre su mesa de noche, «La amabilidad no es su fuerte; sin embargo, la eficacia ha sido recomendada.» piensa al tiempo que se recuesta en su confortable cama. Mientras tanto, Kirill Laurence en su hogar, se encuentra durmiendo tranquilamente, cuando abre sus ojos completamente alarmado, toma su teléfono y ve la hora, es plena madrugada, « ¿Cómo pude olvidarme de la cena con Arlen? No me perdonara.» piensa enseguida pero decide no llamar considerando la hora.
La mañana del día siguiente, sin haber conseguido dormir nada, Arlen se prepara para presentarse en su trabajo, sus nervios se han alterado y no consigue encontrar sosiego alguno por más que lo intenta. Sin poder evitarlo, su imaginación le juega en contra y la adrenalina liberada en su cuerpo, la hace mantenerse alerta ante la más mínima señal de peligro, siente que la vigilan de manera incesante, es como si ojos la siguieran a cada paso que da. Con toda la cautela que le es posible, sale de su departamento, dejar la seguridad de su hogar nunca antes le había preocupado tanto.
Llega hasta el transporte que ha solicitado, antes de subir revisa en todas direcciones para después subir presurosamente, indica la dirección a la que deben llevarla, el conductor avanza mientras ella sin poder evitarlo, observa por la ventana en busca de alguien que parezca sospechoso. De pronto, su teléfono suena provocando que se estremezca, lo toma y observa el identificador de llamadas percatándose de que se trata de Kirill, desliza la pantalla y responde.
Editado: 08.02.2023