En medio de una noche lluviosa, se encuentra una joven corriendo como una loca que se ha escapado del psiquiátrico, salió para realizar unas compras importantes y cuando volvía a casa se percató de una silueta que al parecer la perseguía. La paranoia que la aquejaba desde hace varios días estaba haciendo mella en ella quien únicamente corre sin mirar hacia atrás, al tropezar contra alguien, grita desesperada.
–Tranquila, señorita Carpenter, ¿Qué le ocurre?
– ¡Me están persiguiendo! ¡Ese hombre quiere matarme!–exclama completamente desesperada.
–Nadie la sigue, tranquila–indica el hombre con tono calmante en volviéndola en un abrazo y acariciando el cabello de la joven–. La llevaré a su casa, esta lluvia le hará enfermar.
Evidentemente alterada, Arlen avanza al lado de René en dirección a su departamento, el joven la cubre con el paraguas que llevaba consigo y la mantiene protegida, conservando su brazo sobre los hombros de la joven. Ella respira tan profundamente como le es posible para conseguir calmarse por completo sin mucho éxito, revisando cada lugar con la mirada al tiempo que caminan. Algún tiempo más tarde llegan hasta el departamento de la joven, con manos temblorosas, Arlen extrae las llaves de su sudadera gris y abre la puerta para poder ingresar.
–Ya puede tranquilizarse, señorita Carpenter, se encuentra sana y salva en su departamento, ¿Necesita alguna otra cosa?–cuestiona René con tono tranquilo, «Al parecer nada es capaz de alterarlo.» piensa la joven al escucharlo hablar con demasiada calma, ella mueve su cabeza de manera negativa–. Siendo así, me retiro.
– ¡No, por favor, quédese!–exclama Arlen alarmada tomando el brazo del joven evitando que pueda siquiera intentar marcharse–. No quiero estar sola.
–Aquí se encuentra segura, si ve o escucha algo inusual puede llamar a la policía y también a mí, vendré enseguida sin dudarlo.
–Por favor, acompáñeme hasta que me sienta un poco más segura, se lo suplico.
–Pero es muy tarde y…
–Por favor–suplica con lágrimas en sus ojos y sin poder controlar el temblor de su cuerpo.
–De acuerdo, señorita Carpenter, pero ingrese de una vez en el departamento, debe cambiar esa ropa o se enfermara.
Tratando de sonreír, Arlen ingresa en su departamento revisando el lugar, René ingresa y al ver la actitud de la joven mueve su cabeza de manera negativa, «Inocente, se encuentra realmente aterrada.» piensa dejando escapar un suspiro. Con tranquilidad cierra la puerta, coloca su paraguas en la entrada, ella lo guía hasta la sala, él toma asiento en el sofá individual, «En que líos te involucras, René Walker.» se dice mirando al frente.
– ¿Le gustaría tomar algo? ¿Un té? ¿Café?–ofrece con amabilidad.
–Deje las cortesías para después, lo mejor que puede hacer es: ir, darse una ducha y cambiar esa ropa mojada antes de que le dé un resfriado–indica con absoluta seriedad.
–Lo haré, gracias.
–Vaya.
Arlen afirma con un movimiento de su cabeza para después alejarse en dirección al cuarto de aseo dejando en la sala a René quien espera pacientemente sin moverse del sofá que ha ocupado. Algún tiempo después se escucha el timbre de la puerta sonar, René, considerando que la joven se encuentra ocupada, se pone de pie y se encamina hasta la puerta para abrir. En cuanto lo hace, se encuentra con una expresión tranquila que poco a poco cambia, él observa impasible a aquel sujeto que ha fruncido el ceño y tensado la mandíbula, «Este individuo es un verdadero idiota.» piensa René sin poder controlar la pequeña sonrisa burlona que se dibuja en su rostro.
– ¿Qué hace usted aquí?–inquiere con poca amabilidad evidenciando la amargura que le produce ese encuentro.
– ¿Quién era?–cuestiona Arlen apareciendo con su bata y una toalla secando su cabello–. Kirill, bienvenido.
– ¿Qué significa esta escena, Arlen?–interpela Kirill sin ocultar su molestia.
–Yo me retiro, señorita Carpenter, seguramente con su novio se encuentra segura, tenga cuidado–indica René sin apartar su mirada de aquel individuo que miraba atónito la actitud llena de frialdad de ese hombre.
–Gracias por todo, vuelva con cuidado a su hogar.
René toma su paraguas y se encamina a la salida como si Kirill Laurence no estuviese en ese lugar, Kirill observa a ese joven marchar con paso elegante y tranquilo sintiendo que la ira lo consume haciendo hervir su sangre. Una vez que aquel individuo se ha marchado, dirige su atención a su prometida, «Esto es realmente inaudito.» piensa aun más molesto por la actitud tranquila de la joven.
–Espero que tengas una muy buena explicación, Arlen–indica Kirill ingresando en el departamento de la joven, cierra la puerta y se encamina hasta donde se encuentra ella.
–He salido a realizar algunas compras, cuando volvía me percate de la presencia de un individuo, me asuste y corrí bajo la lluvia hasta que coincidí con el profesor Walker y muy amablemente me acompañó de regreso.
–Eso lo comprendo–responde tomando la barbilla de la joven haciendo que lo mire–, ¿Por qué no se fue en cuanto te encontrabas aquí? No es lógico para mí, especialmente porque he venido hasta aquí porque te echo de menos y lo que menos que espero es encontrarte en bata y en compañía de un hombre que no soy yo.
–Estaba muy asustada, Kirill, así que le pedí que me acompañara en lo que me lograba tranquilizar, y como un caballero me ha acompañado, eso es todo.
– ¿No te parece que debiste llamarme? Soy tu prometido, si alguien debe protegerte soy yo y no ese desconocido.
–No es un desconocido, es mi compañero de trabajo; además, tu siempre estas ocupado, Kirill, en lo que llegabas hasta aquí habría muerto del terror que sentía y es que realmente pienso que alguien quiere asesinarme.
–Ya deja el tema de las mariposas, Arlen, comprendo que te trastornara un poco la muerte de esos individuos, tú misma dijiste que eran ladrones pero no considero que alguien quiera hacerle daño a una profesora que no ha hecho mal alguno.
Editado: 08.02.2023