Ilusión Mariposa

Capítulo 15

Son cerca de las dos de la tarde, Kirill se encuentra en su departamento, por la mañana acudió a la empresa y cansado de todos los problemas que debe enfrentar, decidió volver a su hogar y tomarse un descanso. Únicamente tiene una manera de solucionar todo y para lograrlo debe ser paciente, se encuentra perdido en sus pensamientos cuando suena el timbre anunciando la llegada de una visita completamente inesperada. Con poco ánimo se pone de pie y se encamina a la puerta para abrir y ver quién es la persona inoportuna, que interrumpe su momento de tranquilidad y descanso.

– ¡Cariño!–lo saludan depositando un efusivo beso en los labios del joven quien de inmediato le corresponde–. He ido a tu oficina, me informaron que cancelaste todo y volviste aquí, ¿Te encuentras bien?

–Bienvenida, linda, estoy bien, simplemente he querido tomarme un descanso, sabes que no he tenido los mejores días.

–Comprendo, entonces descansemos, ¿Qué te parece si vemos una película? Como en los viejos tiempos.

Kirill mueve su cabeza de manera afirmativa al tiempo que sonríe con dulzura y juntos se encaminan a la sala, todo lo que el joven necesita, es un momento de tranquilidad para tomar fuerza y volver al combate para obtener lo que desea tener. En otro lugar, extrayendo un bolígrafo y una hoja, René comienza a escribir las palabras que se han quedado encerradas en su interior, realmente es difícil vivir con ellas atoradas en su garganta sin atreverse a dejarlas salir por lo que ha decidido plasmarlas en esa hoja que será su único testigo. Sin pensarlo demasiado, poco a poco las palabras van tomando sentido y forma mientras él siente que ese peso de tenerlas guardadas en su interior desaparece lentamente.

De pie en el marco de la puerta de la habitación de quien era su prometido, se encuentra ella con los ojos vidriosos, observando la escena que jamás en la vida imaginó llegar a presenciar, definitivamente ese no ha sido su día. Después de la gran revelación respecto a su origen, decidió ir en busca de consejos y consuelo en su prometido, intentó comunicarse con él sin éxito por lo que acudió a la oficina de este, donde le informaron que se había retirado a su departamento. Al llegar se anuncio; sin embargo, al no recibir respuesta decidió ingresar, avanzó mirando todo lo que había tirado en el piso y llego hasta la puerta de la habitación donde efectivamente lo encontró y con quien menos pensó, Kirill salía del cuarto de baño a medio vestir y su compañera salió detrás de él.

– ¡Arlen!–exclama el joven al verla de pie completamente inmóvil, rápidamente se aproxima hasta donde se encuentra.

–No digas nada, toma–expresa quitando de su mano el anillo de compromiso y entregándolo–. Esta mañana, vendría para romper nuestra relación y cancelar la boda de manera definitiva, me sentía culpable y pasaron muchas cosas que me hicieron pensar mejor todo y considerar seguir intentando; sin embargo, es evidente que terminar, es lo mejor, deseo que sean felices.

Arlen avanza hacia la salida secando sus lágrimas, fue un día complicado pero no lamenta la traición de Kirill, después de todo, hace mucho se dió cuenta de que esa relación se encontraba completamente destruida y únicamente una obstinación absurda la hacía continuar. En ese momento buscaba un poco de calma, después de su encuentro con Auguste Mackay su mente se encontraba realmente perturbada, ahora conocía el nombre de su madre pero esa realidad, resulta demasiado para ella. En el momento en el que escuchó decir que la mujer del retrato era Renata Mackay, no tardó demasiado en llegar a la conclusión de que ella era su madre, y pareció como un balde de agua fría sobre ella.

–Es tu madre–confirmó Auguste las sospechas de la joven quien perpleja se mantenía en completo silencio–. Yo soy tu abuelo, Arlen.

–No puede ser, yo… necesito pensar–musito ella parpadeando en múltiples ocasiones–. Debo irme, señor, cuando…cuando me sienta mejor, prometo buscarlo para que hablemos, ahora mismo, no se que decir.

–Te entiendo, cariño, pediré que te lleven–respondió Auguste comprendiendo que la situación no era sencilla para la joven quien siempre pensó ser una simple y sencilla huérfana sin familia alguna y que luchando por sus sueños se encontraba en el lugar que merecía.

–No, no es necesario–se negó a aceptar, necesitaba soledad para poder asimilar el nuevo problema que se le presentaba–. Hasta luego, señor Mackay.

Sin esperar más, simplemente salió del mausoleo de la familia Mackay, « ¿Qué se supone que debo hacer ahora?» se cuestionó sintiéndose realmente confundida, al tomar su decisión no consideró un desenlace como el de ese momento. Avanzando de manera presurosa por los escalones del exterior llega hasta la banqueta y observa a ambos lados de la calle antes de intentar cruzar.

–Por favor escúchame, Arlen–la detiene Kirill antes de que pueda marcharse.

–No, Kirill, ya déjalo así, no me encuentro molesta si es lo que te preocupa, olvidémoslo y sigamos cada uno por su camino, es lo mejor para ambos.

– ¿Cómo puedes decir esto como si fuese nada?

–Tengo muchos problemas en este momento, no necesito uno mas, lo único que deseo es volver a mi hogar y hacer como si nada sucediese, después decidir con calma.

Él se encuentra en el lugar estratégico indicado, completamente preparado y decidido a actuar en cuanto la oportunidad se presente, hay momentos en los que las personas nos cuestionamos nuestras acciones y nuestro camino, sin lugar a dudas, para él, ese era uno de esos momentos. La oportunidad llegó y a pesar de la inusual sensación en su interior, la cual le causaba gran contrariedad, se prepara para hacer lo que debe hacer, durante toda su vida se preparó pensando únicamente en él y sus objetivos por lo que encontrándose a un paso de conseguirlo, no piensa detenerse.

Observando a través del francotirador ubica a su objetivo, ajusta lo necesario para dar por finalizado todo, «Nunca antes me costó tanto accionar el gatillo.» piensa tomándose unos segundos. Manteniéndose pensativo observa a su objetivo por más tiempo del necesario, respirando de manera profunda se decide a actuar de una vez por todas, cuando su teléfono suena deteniéndolo.




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