Algunos días más tarde, encontrándose mucho más tranquila con respecto a todo lo sucedido en su vida, Arlen ingresa en su departamento con paso tranquilo, salió para comprar algunas cosas que necesitaba y había demorado más de lo que planeaba. Todo parecía volver a la normalidad pero era una normalidad mucho mejor que la anterior al menos para ella, según le informaron en el hospital, Kirill fue dado de alta el mismo día en el que ella descubrió todo su plan por lo que en ese momento él ha vuelto a sus deberes normales, eso le ha quitado un peso de encima, pues a pesar de todo realmente no le desea ningún mal.
Como decidió darle una oportunidad a su abuelo, lo ha estado visitando con frecuencia, el hombre ha aprovechado para relatarle muchas historias respecto a su madre y su familia, Auguste, es un individuo verdaderamente dulce que se ha ganado rápidamente el cariño de la joven. Sin lugar a dudas el hombre se equivocó mucho en su pasado; sin embargo, el tiempo y las circunstancias lo cambiaron por completo, Auguste desde el principio deseaba darle su apellido a la joven pero ella se negaba, no deseaba malos entendidos pues lo que menos le importaba era el nombre y todo lo que tenerlo representaba. Después de conversaciones insistentes en el tema, ella accedió por lo que pronto pasara de ser Arlen Carpenter a ser Arlen Mackay, esto para cumplir el deseo de su abuelo quien ha insistido en que lleve el apellido que le corresponde y deje de ser una de las niñas Carpenter del orfanato donde creció.
Con una sonrisa deja escapar un suspiro, sintiendo como la paz que genera el hecho de sentirse segura y completamente en armonía con su ser, se extiende por todo su cuerpo, ahora más que nunca se encuentra convencida de que después de la tempestad, llega la calma. Con esa certeza en su interior, Arlen cierra la puerta y gira con tranquilidad, tranquilidad que le dura poco viéndose sustituida por una inmensa sorpresa que le hace abrir sus ojos ampliamente.
– ¿Qué haces aquí?–cuestiona evidenciando la confusión en su voz al ver que su departamento no se encuentra vacio como se supone debería estar.
–Hola, me siento descubierto–comenta con una sonrisa completamente sincera en su rostro–. Vine para dejar esto y marcharme; sin embargo, mi deseo de verte una vez más me detuvo, disculpa que ingresara cual ladrón en tu hogar pero como te dije, mi plan era completamente diferente.
– ¿Qué quieres decir con eso, René?–inquiere sin ocultar el desconcierto que siente al ver la carta en la mano de este y las palabras sin sentido que ha proferido el hombre.
–Me voy, Arlen, yo no pertenezco a este lugar y debo volver a mi vida, toma esto–indica entregándole la carta que escribió hace algunos días atrás, en realidad debió haberse marchado antes; sin embargo, decidió esperar un poco más para despedirse al menos de aquella joven–. Prométeme que no la leerás hasta dentro de cuatro horas.
–Pero…
–Promételo o te la quitaré y nunca sabrás lo que dice–la interrumpe mirándola directamente a los ojos, aumentando el desconcierto de la joven.
–Te lo prometo pero…
–Eso es todo, Arlen–expresa acariciando la mejilla de Arlen con ternura para acto seguido unir sus labios a los de ella quien sorprendida le corresponde–. Adiós, deseo que seas muy feliz, no me busques, porque dar conmigo es imposible si no deseo ser encontrado.
Con esa advertencia al aire, se marcha cerrando la puerta del departamento detrás de él, dejando a la joven llena de cuestionamientos, « ¿Qué ha sido todo esto? ¿Cómo puede irse de esta manera?» se pregunta y así un sinfín de pensamientos llegan a su mente. Arlen mira la carta que ha prometido no abrir hasta que pase el tiempo que le ha indicado René, a pesar de su deseo por saber qué es lo que dice, decide cumplir su promesa. René llega hasta él automóvil que rentó, ha llegado el momento de devolverlo y volver a su hogar, «En la vida se debe aprender a dejar ir lo que no es para ti.» piensa mirando el camino frente a él. Regresó hasta ese lugar con una misión por cumplir, a pesar de haber dicho un sinfín de ocasiones que no lo haría, una meta de vida llegó a su final y a partir de ese momento debe comenzar a mirar hacia una meta diferente.
Trascurridas las horas que René le pidió esperar y sin ser capaz de esperar un segundo mas, Arlen toma la carta entre sus manos, la inquietud de su corazón aumenta y con el abre cartas listo, la abre. Definitivamente con todas las actualizaciones tecnológicas, recibir una carta resulta bastante inusual, dejando de lado el hecho de que sería más lógico recibir un correo electrónico, extrae el documento del sobre y con el corazón latiendo a gran velocidad comienza a desdoblarla.
Querida, Arlen…
Ahora mismo, mientras lees estas palabras, yo me encuentro muy lejos. Nunca antes me costó tanto una despedida, es más, nunca antes me había despedido de absolutamente nadie, y escribir una carta es anticuado; sin embargo, me pareció la mejor manera para expresar todo lo que debo decirte sin correr ningún riesgo, al menos, eso espero.
No tengo la menor idea de cómo agradecerte todo lo que hiciste por mí desde que llegue a este lugar. Siempre fui una ilusión, un gusano al cual la metamorfosis le dio la oportunidad de transformarse en mariposa. Una mariposa que en cuanto despegó sus alas, no se detuvo jamás. Mi deseo más grande, era ser una mariposa dorada y para obtenerlo no debía tener ninguna ancla; sin embargo, hasta hoy lo he conseguido, creí que la meta la alcanzaría al tener todo lo que me propuse cuando era oruga aun pero lo conseguí de la manera en la que menos me lo imaginé.
He alcanzado todos los objetivos que me propuse y ahora debo mirar hacia nuevos objetivos, gracias por ser parte de toda esta travesía que pudo llegar a tener un triste desenlace pero en la cual, las serpientes terminaron mordiéndose entre ellas y los inocentes salieron librados. Usualmente todo eso carecería de importancia para mí; sin embargo, al tratarse de ti, tomó toda la importancia del mundo y me alegra saber que podrás encontrar la felicidad que mereces tener.
Editado: 08.02.2023