Katheryne Blanc
Después de horas ya estaba en frente del señor Paul, no me gustaba como me miraba como si yo fuera algo que se usa y después lo desecha.
-Que hermosa te ves. Hablo mirándome con una sonrisa repulsiva.
-Gracias. Hable mirándolo.
-Nos vamos.
Con una sonrisa hable. -Claro vámonos.
Salimos del hotel y vi su carro, cuando nos acercamos salió su chofer y nos abrió la puerta.
Entre primera y luego el señor Leduc, me miro y comenzó a hablar. -¿A dónde quieres ir a comer?
-Sorpréndeme. Dije con una sonrisa.
Los dos sonreímos y el hablo a su chofer. –Llévanos al lugar.
-Claro señor. Respondió el chofer.
Después de un tiempo llegamos a un lujoso restaurant de comida francesa.
El salió primero y me extendió la mano y yo acepte.
Para después entrar al restaurant.
Ahí fue cuando aprecio el dueño y saludo al Señor Leduc, para después comenzar a hablar. -Tiempo sin verte.
-Sabes que ahora soy un hombre muy ocupado. Respondió con una sonrisa.
-Veo que tienes compañía. Hablo mirándome.
-Claro de una maravillosa mujer, ella es Hanna Sheaball.
-Mucho gusto Hanna, yo soy Marcos el dueño del lugar. Hablo extendiéndome la mano.
-Mucho gusto señor Marcos. Respondí, devolviéndole el saludo.
-Lo que dice Paul, es verdad en realidad eres muy hermosa.
-Gracias señor. Respondí.
-¿A que te dedicas? Pregunto Marcos.
-Soy reportera de estados unidos.
-Enserio pensé que eras modelo. Hablo con una sonrisa.
-No señor solo soy una reportera. Respondí con una sonrisa fingida.
-Pero no una reportera cualquiera si no una de las mejores de estados unidos. Hablo Leduc, con una sonrisa.
-Bueno ahora los dejo solos yo ahora tengo una reunión, fue un gusto verte Leduc, y a ti conocerte Hanna.
-Gracias señor.
Ahí fue cuando llamo al encardo del restaurant. -Llévalos a una de las mesas de arriba. Hablo mirándome.
-Claro señor. Respondió el encargado.
-Bueno yo ahora me retiro. Hablo retirándose del lugar.
-Adiós señor Marcos. Respondí.
-Síganme. Hablo el encargado.
Después de unos minutos llegamos a una mesa.
El señor Leduc, me extendió la silla para sentarme y luego él se sentó para darme una sonrisa. -Te gusta. Comenzó a hablar.
-¿Cómo? Pregunte.
-Te gusta el lugar. Respondió.
-Claro que sí, muchas gracias. Respondí con una sonrisa.
-Sabes….. te mereces lo mejor Hanna.
Ahí fue cuando el mesero apareció. -Lo de siempre señor. Hablo.
-Claro la especialidad del restaurant y también tráeme el vino de siempre.
-Claro señor. Respondió para luego retirarse.
-Te gustara lo que pedí. Respondió con arrogancia.
-Todo de usted me gusta. Hable con una sonrisa finjida.