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Si eres menor de edad es recomendable c¡que te saltes este capitulo.
Leer bajo propia consecuencia
Emma Bennett.
Estoy sentada en la cama, envuelta en mi pijama enterizo de Stitch, observando cómo la nieve cae sobre las montañas.
La vista es como algo sacado de un cuento, pero lo que más me sorprende no es la belleza del paisaje, sino el hecho de estar aquí.
Aiden me ha traído a Laponia, el lugar que todo niño asocia con la magia de la Navidad, y aunque no puedo creerlo del todo, lo que tiene preparado para mí supera cualquier expectativa.
Mientras tomo un sorbo de café, aún siento una ligera incomodidad bajo la suave tela de mi pijama.
La lencería que Aiden me ha dado ayer no es algo que normalmente llevaría bajo un pijama de caricatura, pero se que valdra la pena.
El periodo se me feu anoche, y después de días sintiéndome miserable, quiero aprovechar cada momento de estar aquí, con él.
Desde mi posición en la cama, veo cómo Aiden entra de nuevo en la cabaña, sacudiendo la nieve de su abrigo antes de quitárselo y dejarlo a un lado.
El pijama que llevaba consiste en un pantalón de algodón oscuro que c juuelgasto en sus caderas, pero lo que realmente capturó mi atención fue la ausencia de cualquier prenda en la parte superior de su cuerpo.
Su torso desnudo brilla ligeramente bajo la luz cálida de la cabaña, los músculos definidos de su pecho y abdomen se mueven con cada respiración.
Mis ojos descienden por la V de su abdomen de forma casi hipnotica.
El contraste entre la piel ligeramente bronceada y el frío exterior que acaba de dejar atrás hace que su cuerpo parezca aún más cálido, más irresistible.
La calefacción esta alta, y dentro de la cabaña se siente acogedor, a diferencia del crudo invierno que reina afuera.
Aiden se acerca a la cama con una mirada que promete tanto peligro como placer, y mi corazón comienza a latir más rápido.
Trepa sobre la cama con una gracia felina, sus movimientos lentos pero decididos, hasta que esta lo suficientemente cerca como para arrebatarme la taza de café de las manos y dejarla en la mesita de noche.
Antes de que pueda protestar, sus manos grandes y firmes se colocan en mi cintura, y con un solo movimiento me hace deslizarme hasta quedar sentada sobre sus piernas.
La suavidad del pijama es un marcado contraste con la dureza de sus muslos debajo de mí, y un escalofrío que no tiene nada que ver con el frío recorre la columna.
Aiden desliza una de sus manos por mi cuello, sus dedos rozan mi piel antes de apretar ligeramente, justo lo suficiente para atraer mi rostro hacia el suyo.
Sus ojos estan tan dilatados que apenas quedarastro del azul que tanto me encanta.
-Por fin puedo llamarte mía oficialmente -murmura, su voz ronca y baja, resonando en el pequeño espacio entre nosotros.
No puedo evitar la sonrisa que curva mis labios.
Paso mis manos por su espalda, sintiendo el calor de su piel bajo mis dedos, mientras le respondo.
-Ya lo has hecho antes, de todos modos.
Aiden se lame los labios, y sin pensarlo, lo imito.
Su mirada se intensifica, y su mano en mi cuello se tensa ligeramente.
-Ahora eres oficialmente mía -repite, sus palabras son como si estuviera recordandoselo mas a el mismo que a mi-. Para mí y para el resto del jodido mundo. Y voy a asegurarme de que todos lo sepan. Que eres mía. Y siempre lo serás.
No hay más palabras después de eso.
Aiden cierra la distancia entre nosotros, inclinándose para capturar mis labios en un beso que no deja lugar a dudas.
Es un beso lleno de posesión y poder, como si estuviera marcando cada centímetro de mi boca con la suya.
Su lengua se desliza contra la mía, exigiendo una respuesta que no puedo evitar darle, mientras sus manos me mantienen firmemente en mi lugar.
El beso e suna mezcla de dominio y devoción, cada movimiento suyo me dice que no hay nada que pueda detener este momento, que no hay lugar donde preferiría estar que aquí, conmigo.
Mis dedos se pegan a su espalda, clavándose ligeramente en su piel mientras el calor entre nosotros crece.
Siento su respiración acelerada contra mis labios, su pecho sube y baja rápidamente mientras me mantiene más cerca de lo que alguna vez hubiera creído posible.
Con cada segundo que pasa, el beso se vuelve más urgente, más necesitado, hasta que ambos estamos jadeando.
Su mano se desliza lentamente hacia abajo, acariciando mi espalda antes de detenerse en el borde de mi pijama.
Sin romper el beso, comienza a tirar de la cremallera hacia abajo.
Justo cuando pienso que el beso no puede volverse más intenso, Aiden tira suavemente de mi labio inferior con sus dientes, antes de soltarlo para susurrar contra mi boca.
-Te lo dije, Emma... Eres mía, ahora y siempre.
La cremallera del pijama desciende lentamente, y cada centímetro que se abre me hace sentir más expuesta.
Puedo sentir la mirada intensa de Aiden sobre mí, sus ojos quemando donde la suave tela se desliza hacia abajo.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, una mezcla de nerviosismo y excitación que me hace respirar más rápido.
Aiden no espera más.
De un movimiento rapido, me quita el pijama de Stitch, y cuando se da cuenta de que llevo la lencería que me ha regalado, su mirada cambia.
Sus ojos se oscurecen todavia mas de lo que ya lo estan y su respiracion se acerea en cuestion de segundos.
Me levanta de encimma de sus piernas como si no pesara nada y mi espalda choca contra en colchon de la cama de un movimiento rapido.
De un momennto a otro su cuerpo esta sobre el mio, dejandome sin escapatiria.
Aunque tampoco es como is quisiera una.