Imperio de el destino

14

Emma Bennett.

Apenas siento las manos de Aiden recorriéndome la espalda, se que mi tiempo de sueño se ha acabado.

La sensación es inconfundible: sus dedos fuertes y seguros trazan líneas lentas por mi piel hasta llegar a mi trasero, donde hace una pequeña pausa antes de apretarlo ligeramente.

Me despierto por completo, pero mantengo los ojos cerrados, disfrutando del calor de las sábanas y el olor de Aiden que impregna todo a mi alrededor.

Se exactamente lo que viene a continuación.

Aiden se inclina sobre mí, dejando un rastro de besos desde mi frente hasta la línea de la mandíbula, pasando por la curva de mis mejillas y la comisura de mis labios.

Su boca es cálida, suave y decidida, y la manera en que susurró "Es hora de levantarse" entre besos me hace querer tirar de él hacia la cama y volver a dormirnos juntos.

Suspiro profundamente, dándome la vuelta para verlo mejor.

Ahí esta él, parado a los pies de la cama, con ese traje de chaqueta negro que tanto me gusta.

La tela fina se ajusta perfectamente a su cuerpo, resaltando sus hombros anchos y la línea de su cintura.

El reloj plateado en su muñeca brilla con la luz tenue que se filtra por las cortinas, y su camisa blanca esta impecable, abierta justo en el punto donde podípuedoa ver el comienzo de su clavícula.

Aiden me mira con una mezcla de diversión y algo que solo puedo describir como pura satisfacción.

—¿Qué hora es? —le pregunto, tratando de no sonar demasiado alarmada.

—Las nueve de la mañana —responde con una sonrisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Salto de la cama, con los ojos bien abiertos al recordar que Lucas me ha dicho que tenemos una reunión con algunos representantes de organizaciones a las diez.

No hay tiempo que perder.

Paso junto a Aiden, aún en shock, maldiciendo en voz alta mientras me dirijo a la puerta.

Solo llevo puesta una de sus camisetas, larga y holgada, y mi ropa interior.

Siento el suelo frío bajo mis pies, pero eso no es lo que me preocupa en este momento.

—¡Voy a llegar tarde! —exclamo, más para mí misma que para él.

Entro en mi habitación como un huracán, sacando ropa del armario a toda velocidad.

Pero cuando me giro, ahí esta Aiden, apoyado casualmente en el marco de la puerta, mirándome como si fuera lo más entretenido que ha visto en todo el día.

Cojo el conjunto más rápido que puedo y me dirijo al baño, pero al verme en el espejo, me quedo sin aliento.

Mi cuello y parte de mi pecho estan cubiertos de chupetones, y hay marcas claras de dientes en varias zonas.

Mi piel, usualmente clara, ahora esta decorada con un mapa de pequeños moretones y mordiscos.

—¿Admirando mi obra de arte? —La voz de Aiden me saca de mi estado de shock.

Me giro, fulminándolo con la mirada.

—Te voy a matar por dejarme así, Aiden. No tengo tiempo para tapar todo esto.

Aiden frunce el ceño, como si no entendiera por qué es un problema.

Como si no fuera obvio

—¿Por qué los taparías?

Ruedo los ojos, sin dignarme a responder.

Cambio rápidamente la camiseta que iba a ponerme por un chaleco de lana negro de cuello vuelto.

Algo que pueda ocultar el desastre que Aiden ha dejado en mi piel.

Agarro el resto de mi ropa y me encierro en el baño, luchando por mantener la compostura.

Media hora después, ya estoy peinada y vestida.

Llevo el chaleco de lana con unos pantalones ajustados negros y botas de tacón alto del mismo color.

He optado por un look sencillo pero elegante, algo que pueda mantenerme cómoda durante la reunión, pero que también proyecte confianza.

Cuando salgo del baño, me encuentro a Aiden sentado en mi cama, esperándome con una calma que solo él puede tener en una situación como esta.

—¿Acaso no tienes nada importante que hacer en tu organización? —le pregunto, tratando de no sonar demasiado acusadora.

Aiden se encoge de hombros.

—Todos se encargan perfectamente de llevarla y me mantienen informado. Así que no, no tengo nada más importante que hacer.

Ruedo los ojos, recogiendo mi neceser de maquillaje antes de volver al baño.

Puedo sentir su mirada en mí mientras termino de aplicarme la máscara de pestañas.

Justo cuando estoy a punto de ponerme un pintalabios rojo intenso, Aiden habla.

—Es mejor que no te pongas ese —dice en un tono serio.

Lo miro de reojo a través del espejo.

—¿Ahora vas a decirme qué debo o no debo ponerme?

Me devuelve la mirada, visiblemente ofendido.

Se acercó lentamente, su presencia llenando el espacio a mi alrededor.

—Si te pones ese, seguramente acabarás pareciendo un payaso después de que te lo quite a besos.

Lo miro desafiante.

—No te atreverás.

Aiden me sonrie con malicia, acercándose aún más.

—Pruébalo.

Antes de que me de tiempo a responder, se inclina y me da un beso, casto y breve, pero que deja una sin aire.

Luego, sin decir nada más, se marcha.

Suspiro, guardando el pintalabios en mi neceser.

No vale la pena correr el riesgo de tener que rehacer todo mi maquillaje más tarde.

Después de todo, Aiden siempre cumple sus amenazas.

Salgo de la habitación, encontrándome con Lucas en mitad del pasillo.

Parece apurado, lo que me hace sospechar.

—Nos vemos allí, me surgió un contratiempo —dice rápidamente.

Asiento, aún dudosa, mientras me dirijo hacia el vestíbulo.

El sonido de mis tacones resuena en el suelo, y cuando la luz de la mañana me golpea en la cara junto con el aire gélido, veo a Aiden, apoyado en su coche, con la puerta del copiloto abierta.

—Sube, yo te llevo —dice desde su posición, como si fuera la cosa más natural del mundo.

No puedo evitar sonreír.

Con Aiden, nada es nunca realmente normal, pero eso no significa que no disfrute cada segundo.



#5944 en Novela romántica

En el texto hay: #mafia, #secuestro, #primos

Editado: 12.11.2024

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