EL MUSEO MÁGICO DE OWEN BENNETT
Cuando el amanecer toca los cristales de la mansión Bennett, los empleados comienzan con sus quehaceres, en la espera que Owen Bennett despierte alrededor de las ocho, pero hoy era una gran excepción. Cuando el primer rayo de sol logra verse, los ojos del joven Bennett están listos para abrirse y dispuestos a ser cubiertos por unos anteojos que cuestan más que el depósito de una casa.
Lo primero que hace al poner los pies sobre el piso, es apresurarse a deslizar las cortinas y dejar ingresar una luz que poco a poco se va expandiendo por toda la habitación, para luego ir hasta las puertas de su armario y deslizarse entre los alrededores. Por un tiempo, se habló acerca de este espacio de su casa en las páginas de chismes que encontraba en internet, pues a nadie le sorprendió ver que el icónico millonario tenía un armario de al menos treinta metros cuadrados y además, una escalera caracol que lo conduce hasta otro piso donde habían mas prendas. El armario de Bennett parecía una tienda de ropa muy costosa y su gusto por la moda lo hacía querer expandir el lugar, incluso estaba considerando instalar un ascensor por mas loco que le pareciera.
Después de dejar atrás la sección de outfit con un estilo Vintage, sube las escaleras para tomar una camisa mangas larga beige y unos pantalones de tela color marrón claro, acompañando su atuendo con zapatos de suela.
-Exquisito.
Quita la ropa de los armadores y la deja con sutileza sobre la cama.
-¡Oh, cierto!- da un brinco al recordar su regalo de cumpleaños, el mismo que había llegado con un dia de anticipacion- Buen dia para estrenarte.
Libera de una caja de regalo con un lindo moño rojo, el abrigo que se asimilaba al color de su pantalón, teniendo la combinación perfecta para su gusto.
Al levantar la tapa de la caja, se emociona por la prenda más costosa del almacén, pero ese sentimiento se desvía hacia la nota que decía:
‘Para abrazarte en días helados. Escuché que está llegando el invierno ahí, así que procura abrigarte bien. A pesar de la distancia, celebro tus logros, incluyendo el museo de esculturas. Felicidades, Owen. Que tengas un cumpleaños maravilloso.’
Con cariño, A.
Sonríe ampliamente, ubicando la nota junto a las cartas que he recibido anteriormente del mismo remitente. Todas perfectamente cuidadas en el primer cajón de su mesa de luz.
-Gracias…- susurra aunque no puedan escucharlo.
Deja el abrigo sobre la cama y acude a encender el tocadisco que desprende una suave melodía que acaricia sus oídos y envuelve su corazón. En el momento que la melodía inunda los pasillos fuera de su habitación, los empleados aceleran el ritmo al suponer que el joven Bennett estaría pronto deambulando por los rincones. Se calcula un aproximado de veinte minutos en salir de la tina caliente, unos treinta minutos vistiéndose y halagando su aspecto frente al espejo, mientras que unos quince minutos más para peinarse. Tiempo suficiente para que los empleados preparen la mesa con el desayuno y pulieran la escalera principal.
En el momento que el tocadisco se detiene, ya la fila de empleados se posiciona al inicio de la escalera en la espera del joven cautivador que esta mañana relucía más que nunca. Owen Bennett había sido reconocido por sus empleados como el mejor jefe que han tenido, porque no era un hombre amargado que se divertía humillando a otros con su dinero, o un egocéntrico que solo pensaba en él, alardeando sobre la vida que lleva. De lo contrario, era muy considerado con cada trabajador, fuera y dentro de casa, tenían pagas justas y vacaciones dos veces al año. Todos amaban a Owen Bennett, quizás por eso habían puesto tanto esmero en preparar un pastel con el número veintisiete como velas.
-¡Felicidades!
Owen da un respingo al llegar a las escaleras y ser recibido por la mayoría del personal, que le brinda un estrechón de manos y buenos deseos.
-Que siempre sea muy feliz, joven.
-Felicidades, jefe, le deseo un feliz cumpleaños- dice su chofer.
Las felicitaciones parecen nunca terminar, una tras otra, tanto que podría marear a cualquiera, pero eso no le importaba al castaño. Se sentía muy agradecido y conmocionado que incluso, se le cristalizan los ojos y se menea como si a un niño de diez años le hubieran regalado un avión a control remoto.
-¡Ya! ¡Hagan silencio que el joven quiere hablar!
Owen se lleva una mano al corazón mientras sostiene con la otra el pequeño pastel en forma de corazón.
-En realidad, no me alcanzan las palabras para expresar lo agradecido que estoy con ustedes.
Las señoras de la limpieza se sonrojan y niegan con la cabeza.
-Para nada, todos nosotros deberíamos estar agradecidos con usted, es un ángel caído del cielo.
-Ustedes lo que hacen es consentirme mucho, no se que podria hacer cuando me case pronto y me vaya a la luna de miel, voy a extrañarlos de verdad.
Todos vuelven a removerse halagados y sonrientes.
-Mientras tanto, vuelvo a agradecerles por su gran trabajo día a día y por el detalle que de seguro se esforzaron por hacer- levanta el pastel- voy a comer una porción en el desayuno y por favor, compartan entre ustedes también.
El personal asiente y se esparcen a realizar sus oficios diarios mientras una de las señoras con uniforme vuelve a sostener el pastel para llevarlo a la cocina y cortar una porción para acompañar a los otros platos en la mesa.
Mientras tanto, al menos tres personas del personal se quedan junto a Owen mientras este se dirige al comedor. El primero, le ofrece su taza de té mañanero, el segundo se aproxima a enseñarle un periodico extendido, listo para decir:
-La inauguración del museo salió en el periodico esta mañana, joven, incluso en internet- sustituye el periodico por una tablet de pantalla amplia-. Mire, la noticia y su nombre alcanzaron el primer lugar en las tendencias de hoy.