Susan Evans
- Ya saben, hoy es el último día del mes de Octubre, debemos estar preparados porque nos llegan muchos casos tanto simples como complicados -hablaba el jefe de cirugía Wayne,- No se confíen con ningun caso, nuestro deber es salvar vidas, ahora a esperar.
Se alejo.
- ¿Nerviosa? -miré a Joshua.-
- Un poco, es la primera vez que veré como se pone aquí, en el otro hospital no dormiamos ni un segundo, especialmente porque esta más cerca de bares.
- Si, he escuchado acerca del hospital, Bethany me cuenta mucho de ese hospital, ¿Por qué no les hablas?, son con los que llegaste de intercambio?
- Ellos son diferente -dije al verlos al otro lado,- Creo que no les caí bien.
- ¿Sabes por qué? -preguntó Joshua.-
- Puede que sea porque Joshua era jefe de residentes en el anterior hospital, pero era muy mal jefe y le caía mal, lo que hacía que me dejara a varios pacientes a mi cargo, una vez se dieron cuenta de que se me cruzaron tres operaciones a la misma hora, yo le dije al jefe que Thomas me había asignado eso y lo regañaron, pero logre que se esperaran los dos pacientes y opere a los tres, me dijeron que hice un buen trabajo y me pusieron mo jefa de residentes, pero no lo acepte.
- ¿No lo aceptaste?
- No, me entere que harían un intercambio a este hospital y sabes que mi antigu hospital se encuentra en el número veinte de los mejores hospitales a comparación de este que esta en el primer lugar -Joshua asintió.-
- Creo que eres muy valiente Susan -sonreí.-
- Doctora Evans, ¿Esta esperando casos el día de Halloween? -pregunto la doctora Heigl.-
- Si, todos esperamos eso, mis pacientes estan bien, no tengo cirugías por ahora, me asignaron en trauma, pero después me dijeron que ya no era necesaria mi precensia.
- Doctora Evans -ahora una enfermera se acerco a mi,- La he buscado y...
- ¿Qué es eso? -preguntó la doctora Heigl.-
- Son rosas -respondió la enfermera,- Las han dejado en el mostrador y me pidierón que las llevará con la doctora Evans.
- No soy la única con el apellido Evans -dije al ver el hermoso ramo.-
- Lo se, pero si eres la única que se llama Susan Evans, son para ti y esta caja.
- Gracias -dije mientras Joshua también miraba las rosas.-
- ¿Pretendiente? -miré a la docotra Heigl.-
- Creo, pero no salgo del hospital -dije y ella sonrió.-
Mire la pequeña caja cuadrada llena de rosas rojas y una nota.
La tome y la leí.
" Mentí al decirte que me interesaba la vida de mis residentes, solo me interesa tu vida, que tenga excelente noche doctora Evans"
D . A
- ¡No puede ser! -dije cerrando la nota.-
- ¿No le gusto? -pregunto Heigl.-
- Si, son lindas, pero... -miré que todos esperaban escuchar lo que diría.-
- Es de Anderson, ¿Cierto? -dijo casi en susurro para que los demás no la escucharán.-
- Si.
Miré las rosas y luego la caja que era más pequeña, al abrirla me dejo ver un collar, un hermoso y caro collar.
- Debo decirte que pienses lo que harás, como mujer y como tu jefa en cardio, eres muy buena cirujana y aunque aun falte un año para que elijas la especialidad no me gustaría que tuvieras distracciones amorosas -la miré.-
- No busco relaciones amorosas -admití.-
- ¡Llegaron!, Doctora Heigl la necesitamos -intercambiamos mirada y la seguí.-
Guarde la caja y deje en el mostrador las rosas.
Helen y Amelia lo habían estado diciendo, Damian Anderson buscaba algo más que solo una relación de trabajo y no podía evitar estar feliz, después de que Margaret le gritará a todos lo que paso con Christian y que ningún hombre se volvería a fijar en mi, Damian Anderson se había interesado en mi.