Impuros /kookmin (omegaverse)

Capitulo I

“Han pasado 75 años desde la primera caza exitosa contra los impuros y aunque las filas de cazadores presentan más reclutas que bajas, la lucha contra los abominables seres corrompidos no ha mermado con el tiempo. El único objetivo de esta plaga parece ser dañar, dejar tras de sí una fila interminable de cadáveres, para ello fueron creadas, para eso siguen existiendo. Sin importar que un cazador matara brujas a montones, estás volverían, más ingeniosas y letales, como una plaga interminable, un castigo perpetuo.

Se cuenta entre los habitantes del pueblo “Lórien” que en las profundidades del bosque vive una extraña curandera, en una cabaña que se perdían en la oscuridad de la noche, y contradictoriamente cuando persona se perdía, caminando sin esperanzas por el interminable bosque de los sueños, podía encontrarla sin dificultad. Allí una amable y hermosa mujer curaría cualquier enfermedad, desaparecería todas las aflicciones o cumpliría los más asombrosos deseos. Lamentablemente cualquiera de estos servicios lleva consigo un exuberante precio a pagar de por vida.”

El bosque de los sueños era una maravilla visual, con sus árboles grandes y frondosos, lleno de vegetación colorida y variada que coloreaba el suelo de tonalidades pintorescas, representativos de cada estación. Un niño andrajoso se encontraba corriendo los senderos purpuras, rebosantes de aromas dulces por la primavera. A veces su marcha se veía entorpecida por sus piernas cortas, que le jugaban una mala pasada cuando se enredaban con facilidad entre las grandes y gruesas raíces de los imponentes árboles, que constituían el casi impenetrable bosque.

Dejando atrás la zona despejada y habitable, adentrándose en el corazón del laberinto de madera, se encontraba entramados aterradores y peligrosos para cualquier niño de la edad que aparentaba aquel individuo. Luego de los múltiples avistamientos de la bruja, ningún cambia-forma del pueblo se atrevía a recorrer aquel terreno traicionero. Pero la madre del pequeño lo había entrenado específicamente para esa tarea, entrar en los lugares más angostos y conseguir los importantes ingredientes para las medicinas que preparaba. Aquellos brebajes milagrosos que según su progenitora, eran muy solicitados por los habitantes del pueblo.

Los ingredientes eran nocivos, como los hongos grises, tan apestosos que provocaban arcadas, aunque eso no era realmente importante, su peligro residía en que debían ser cortados con mucho cuidado de no rozar los sombreros llenos de esporas, tan potentes que quemaban la piel en el acto. O como olvidar a los escurridizos insectos, esos se podían cazar con relativa facilidad, porque eran lindas mariposas que al posarse confiadas en un tronco se volvían presas fáciles, o repugnantes y torpes escarabajos que al caer al revés no eran capaces de recomponerse.

Aunque en definitiva eran los anfibios resbaladizos los más difíciles, porque solo se podían agarrar con guantes o la piel venenosa de estos pararía el corazón de cualquier ser vivo de mayor tamaño. Las flores no eran peligrosas a menos que se consumieran, el problema era que solo crecían en cuevas tan oscuras y estrechas, donde su imaginación hiperactiva era lo único que lo mantenía alejado del sentimiento claustrofóbico que amenazaba con llenarlo de pánico, impidiéndole muchas veces culminar su labor de recolección.

La lista era larga y variaba con las estaciones, además los materiales debían ser frescos por lo que el cachorro se la pasaba todos los días, de sol a sol, buscando por horas en todo el bosque, sin descanso ni recompensa. Ese estilo de vida y la madre de la criatura, no le permitían tener ningún amigos, por lo mismo poco o nada hablaba con otros seres racionales, aparte de ocasionales caminantes que se aventuraban más de lo normal, encontrándoselo. Al pequeño parecía no importarle, empeñado en cumplir las órdenes de su progenitora, tal vez porque era lo único que tenía o no porque contaba con otra opción de vida, nadie se lo había preguntado para estar seguros.

En uno de esos interminables días de trabajo, uno bastante productivo y rápido cabe resaltar, el cachorro se dirigía veloz hacia su casa, animado por la idea de llegar antes del atardecer. Solo así podría comerse su sopa caliente y no una mezcla desagradablemente fría, además de dormir un poco más. La criatura estaba tan feliz que comenzó a correr aun con el pesado bulto a sus espaldas, ansioso por llegar.

Estando aún bastante alejado de su hogar pudo percibir algo inusual, al vivir como en una colina el cachorro desde lejos podía visualizar su hogar, por lo que a esa distancia habría empezado a asomarse el techo de la humilde construcción. El mal presentimiento atravesó su sistema, provocándole un vacío en su estómago junto a un nudo en su garganta, no era propiamente la emoción angustiante, era más el instinto de la criatura interna del pequeño, que hormigueaba debajo de su piel.

A paso normal llego a su destino, solo para encontrar cenizas de lo que alguna vez fue su morada, siendo ruinas negras y sin forma. La mirada inexpresiva del niño recorrió cada centímetro calcinado, sumergiéndolo en un interminable agujero. Dejo su ahora inservible carga tirada en el portón, adentrándose al escenario repleto de hollín. Tantas preguntas, la cosquilléate emoción de no sentir el aura dominante de su progenitora en el área, era increíble, podía sentir su corazón saltar en su lugar.

En medio del lugar, en un círculo perfectamente simétrico como si repeliera la suciedad mundana, el pequeño encontró un cuerpo calcinado hasta ser irreconocible, negro como una pieza de carbón. El cadáver quien identifico de inmediato como su madre, se encontraba clavado al suelo por un tótem ceremonial, donde el palo que representaba la estaca, estaba tallado pulcramente, encabezado por el cráneo lleno de fracturas de la bruja. El pequeño no había visto algo semejante, pero era capaz de identificar la caligrafía, era capaz con dificultad de leer el perfecto grabado de letras —Jungkook, primer cazador de brujas— recito sin que su voz saliera en realidad, como el ultimo eco, el más bajo y escalofriante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.