Impuros /kookmin (omegaverse)

Capitulo III

Molió las cenizas de la bruja que mató aquella tarde, dejando el mortero viscoso por la polución de la esencia, como si hubiera estado en contacto con pegamento, así era todo lo relacionado con la magia impura, nauseabundo. Agrego a la desagradable mezcla, sangre, de un rojo oscuro, porque la sustancia que daba vida a las brujas nunca coagulaba, esa era su debilidad, por ello luchaban a la distancia o mandaban a sus lacayos, no debían ser heridas, una laceración, por superficial que fuera, era su muerte segura. Louka aún no sabía la razón, ni por qué volvían aun cuando incineraran por completo sus cuerpos.

Dejo la mezcla en reposo antes de agregarla a una solución incolora en otro frasco, donde comenzó a formarse una mancha al contacto, de color verde primero, que se expandió, adquiriendo una tonalidad más suave, un rosado, justo lo que temía. La madre del cachorro debía ser un cambia-forma de tipo ave, por lo que su animal se corrompió hasta volverse una sanguinaria Arpía, las peores en la jerarquía, arriba de las Mantícoras y las Escilas pero por debajo de las Caribdis y las Lamias. Los impuros alados eran los propagadores de pestes y justo la que mato fungía como curandera, que oscura ironía.

Ahora versando en ese hecho, preparo la segunda solución, para identificar qué clase de ave era el cachorro, aunque el animal que podía percibir era un terrestre, por lo que el padre de la criatura no debía ser semejante a la madre, lo que era otra aberración, una combinación de especies. Las raíces de la criatura se veían cada vez más torcidas, pronosticando un terrible desenlace en su investigación.

Jungkook se frotó la frente en busca de apaciguar el dolor, ya estaba viendo doble por el cansancio. En campo era habitual trabajar demasiadas horas sin descansar, pues llevaba una semana recorriendo los pueblos alejados en busca de mantener el orden. Aún así no podía descuidarse así, sus reflejos lo eran todo, porque en una lucha no podía darse el lujo de fallar, un error lo significaba todo. De alguna forma añoro acabar, regresar a su casa en la ciudad, con aquella pequeña criatura y alejarse después de tantos años de servicio.

Su extraña actitud al sueño, entró de nuevo al baño, sintiendo la extraña necesidad de comprobar el estado del cachorro, el cual lo miró sorprendido por su exabrupto entrar — ¿Aun no terminas? Bueno, cuando vas a estar limpio si te quedaba allí sentado, sin hacer nada— pronunció severo, a la par que se acercaba, tomando en sus manos un cepillo de cerdas gruesas. —Tengo que dejarte impecable— como si fuera una señal de alerta, el cachorro trato de escapar, por instinto básico, siendo de inmediato retenido en su lugar. Quiso chillar pero ningún sonido fue emitido por sus cuerdas vocales.

La sensación de quemadura cosquilleante, que dejaba a su paso aquel instrumento era una tortura, le recordaba que debía sentir dolor, pero no era así, confundiendo a sus sentidos. Se quedó quieto, mientras lo frotaba, dolorosamente, dejando roja su piel, que a simple vista parecía hipersensible y caliente, totalmente alejado al sentir del cachorro, como si aquel cuerpo no le perteneciera —Aun no es suficiente- “Era más que suficiente”, pensó molesto el pequeño.

Dando por terminado el baño, le alcanzo una toalla al infante, de un blanco sucio y de mala calidad, como todo lo que prestaba esas viejas posadas. Le pareció curioso que el cachorro no tiritara del frío, aun con el fresco de la noche y la ventana abierta. Sin querer arriesgarse a un resfriado, abrigo el cuarto y seco con rapidez al niño, quien solo se dejaba, como un muñequito de porcelana, con una expresión de auténtica molestia —Si quieres que pare, solo debes decirlo— lo animó a la par que terminaba su labor.

El pequeño abrió su boca, gesticulando débilmente, pero nada se escuchó ¿Sería mudo? Se preguntó el cazador hasta que al cuarto intento, su fino oído pudo captar un susurro –No…— una negativa rasposa, como si algo obstruyera su garganta.

—No ¿qué? — esta vez puso ambos pulgares, rodeando la faringe superficialmente, presionando suave contra el punto que debía vibrar, palpando en busca de una herida o inflamación.

—…noo…tengas…— el susurro acrecentó la expresión fruncida del Alfa, este sonaba doloroso, pero el cachorro parecía insensible a su propio cuerpo, lo cual significaba un grave peligro.

—Bien es suficiente, acuéstate boca abajo— ordeno seco, señalando la cama, que contaba con una simple sabana de cuadros, rasposa al tacto pero sin llegar a ser del todo incomoda. El cachorro con ojos entreabiertos, obedeció, quería dormir, era lo único que seguía necesitando sin falta.

Jungkook se dirigió a la mesa en donde había depositado todas sus herramientas, allí pudo ver que la poción había adquirido un color denso, negro y dorado. Se esperaba la tonalidad oscura, pero la tonalidad amarilla, que refulgía buscando atención, le dio una pista sin conexiones, como una pieza aislada que no conectaba con ningún punto. La posible unión de una Arpía y otro cambia-forma contaminado, no parecía dar nada contundente. El Cachorro estaba contaminado, pero al mismo tiempo había luz en su interior ¿Qué significaba aquello? Si, los Impuros eran infértiles, podían recrear de alguna forma la vida, usando su magia corrupta y semillas fértiles en invocaciones que daban como resultado extraños adefesios, moles genéticas sin razón. Este cachorro no era eso, parecía contar con un alma y la magia sagrada de un animal, no sabía cuál pero era real, de alguna forma, debía salvar esa pequeña esperanza.

Solo conocía una opción de purificación, era común usarla con cambia-formas que apenas estaban iniciándose en la magia corrupta, no uno totalmente cubierto por oscuridad. Otra opción razonable era llevarlo a la organización para que lo mataran sin dolor, pero liberarlo de aquella presencia oscura que lo tenía por completo no sería tan fácil, porque por mucho que se eliminaran, los Impuros parecían tener un secreto que les permitía volver cuantas veces quisieran. Se restregó con insistencia la cara, tratando de parar la migraña que ya se estaba construyendo, era inútil, debió matarlo apenas lo vio, no haber dudado, ahora era más difícil y si dejaba pasar tiempo, estaba seguro que solo empeoraría.




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